/ jueves 29 de agosto de 2019

Robo de identidad: los efectos nocivos y sociales

Desde hace más de dos décadas hemos sido testigos de la evolución de diferentes delitos que, con el propósito de sancionar algunas conductas nocivas para la convivencia social, han tenido que ser modificados para estar acorde a las épocas cada vez más cambiantes y marcadas por las dinámicas tecnológicas a las que somos expuestos de manera constante.

El impacto negativo que puede tener el uso de redes sociales por personas nulas de ética personal o profesional es alarmante, y más aún cuando, además, su propósito es dañar o denostar la imagen,

pública o no, reputación o trayectoria de alguien más.

Esto sale a colación, pues al conocer la dinámica de las redes sociales, no ha sido mi intención abrir una cuenta ni personal ni profesional, particularmente en Twitter, pues muchas veces las posturas que se exponen se han caracterizado por la radicalización de tópicos de toda índole, además de engancharse en controversias que, a veces pareciera, se trata de cuestiones de interpretación entre lo que fue escrito y la manera en que el receptor dilucidó el mensaje.

No obstante, hace un par de días alguien aún desconocido, creó una cuenta en Twitter como @DeFromow, en la que hizo un mal uso de mi imagen y datos personales, pues ni la cuenta ni los tuits publicados fueron de mi autoría; esta se denunció en la misma red social por suplantación de identidad y, afortunadamente, fue suspendida.

Y por supuesto, la denuncia ante las autoridades correspondientes.

Esta situación, me ha hecho reflexionar hasta qué punto en el país estamos preparados para hacer frente a un delito de esta índole, en donde la usurpación y suplantación de identidad y datos personales, encamina consecuencias que perjudican a persona, públicas o privadas, en distintos ámbitos como sociales, políticos e incluso financieros.

En un aspecto de hechos y datos, el Banco de México ha expuesto que, nuestro país ocupa un desafortunado octavo lugar a nivel mundial en el delito de robo de identidad; y expresa que la pérdida de documentos, el robo de carteras y portafolios, e información tomada directamente de una tarjeta bancaria, pueden ser factores que propician estas conductas.

Con esto me gustaría dejar algunos puntos para la reflexión, primero, es que se torna peligroso el actuar sin rostro de una red que permite la apertura de cuentas con datos falsos; las consecuencias de estos actos desembocan en detrimentos de las personas afectadas, e incluso en daños colaterales.

Y, hasta dónde llega el uso indebido de alguien para insultar, denigrar o fijar posturas que de ninguna manera son propias de quienes son víctimas de este delito.

Quisiera reiterar que, las posturas que realizo se han caracterizado por ser desde un punto de vista técnico, crítico, pero fundamentalmente propositivo en favor de las instituciones y, por supuesto, para beneficio de nuestro país.

Un delito como este, requiere actuar de manera inmediata y es necesario tener y fomentar una cultura de la denuncia, saber cómo actuar para evitar impunidad y las consecuencias negativas que esto pueda aparejar.

mafrcontacto@gmail.com

Desde hace más de dos décadas hemos sido testigos de la evolución de diferentes delitos que, con el propósito de sancionar algunas conductas nocivas para la convivencia social, han tenido que ser modificados para estar acorde a las épocas cada vez más cambiantes y marcadas por las dinámicas tecnológicas a las que somos expuestos de manera constante.

El impacto negativo que puede tener el uso de redes sociales por personas nulas de ética personal o profesional es alarmante, y más aún cuando, además, su propósito es dañar o denostar la imagen,

pública o no, reputación o trayectoria de alguien más.

Esto sale a colación, pues al conocer la dinámica de las redes sociales, no ha sido mi intención abrir una cuenta ni personal ni profesional, particularmente en Twitter, pues muchas veces las posturas que se exponen se han caracterizado por la radicalización de tópicos de toda índole, además de engancharse en controversias que, a veces pareciera, se trata de cuestiones de interpretación entre lo que fue escrito y la manera en que el receptor dilucidó el mensaje.

No obstante, hace un par de días alguien aún desconocido, creó una cuenta en Twitter como @DeFromow, en la que hizo un mal uso de mi imagen y datos personales, pues ni la cuenta ni los tuits publicados fueron de mi autoría; esta se denunció en la misma red social por suplantación de identidad y, afortunadamente, fue suspendida.

Y por supuesto, la denuncia ante las autoridades correspondientes.

Esta situación, me ha hecho reflexionar hasta qué punto en el país estamos preparados para hacer frente a un delito de esta índole, en donde la usurpación y suplantación de identidad y datos personales, encamina consecuencias que perjudican a persona, públicas o privadas, en distintos ámbitos como sociales, políticos e incluso financieros.

En un aspecto de hechos y datos, el Banco de México ha expuesto que, nuestro país ocupa un desafortunado octavo lugar a nivel mundial en el delito de robo de identidad; y expresa que la pérdida de documentos, el robo de carteras y portafolios, e información tomada directamente de una tarjeta bancaria, pueden ser factores que propician estas conductas.

Con esto me gustaría dejar algunos puntos para la reflexión, primero, es que se torna peligroso el actuar sin rostro de una red que permite la apertura de cuentas con datos falsos; las consecuencias de estos actos desembocan en detrimentos de las personas afectadas, e incluso en daños colaterales.

Y, hasta dónde llega el uso indebido de alguien para insultar, denigrar o fijar posturas que de ninguna manera son propias de quienes son víctimas de este delito.

Quisiera reiterar que, las posturas que realizo se han caracterizado por ser desde un punto de vista técnico, crítico, pero fundamentalmente propositivo en favor de las instituciones y, por supuesto, para beneficio de nuestro país.

Un delito como este, requiere actuar de manera inmediata y es necesario tener y fomentar una cultura de la denuncia, saber cómo actuar para evitar impunidad y las consecuencias negativas que esto pueda aparejar.

mafrcontacto@gmail.com