/ miércoles 20 de abril de 2022

Rosario Ibarra, causa y memoria 

El mes de abril marcó varios hechos en la vida de Rosario Ibarra. Su hijo Jesús Piedra de 19 años de edad, era estudiante de Medicina en la Universidad Autónoma de Nuevo León cuando fue detenido y desaparecido por las autoridades el 19 de abril de 1975 en Monterrey. Dos años después, el 17 de abril de 1977 fundó el Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos conocido después como el Comité ¡Eureka!. La luchadora social falleció este 16 de abril a los 95 años.

Durante 47 años fue una figura emblemática de la exigencia de presentar con vida a desaparecidos políticos en el periodo de la guerra sucia que contabilizó más de 500 personas, la mayor parte de Guerrero.

La consigna ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos! creada por ella y quienes demandaban la presentación con vida de sus seres queridos, hoy es un clamor amplificado de madres y padres que pasan por la misma dolorosa situación.

Conocí a Doña Rosario y su lucha desde muy niña. Acudía con mi madre, Amalia García, y mi bolsita de crayolas a los mítines, plantones y huelgas de hambre donde llevábamos cobijas y víveres, pero sobre todo, solidaridad.

La exigencia por la presentación de su hijo la complementó con un obligado activismo político. Fue valiente candidata presidencial del PRT en una etapa de persecución contra formaciones de izquierda; diputada federal en dos ocasiones y Senadora de 2006 a 2012, periodo donde coincidimos como senadoras y de ahí guardo los mejores recuerdos de su generosidad y cariño.

Rosario murió sin conocer la suerte de Jesús, al que jamás le regresaron ni vivo ni muerto; su perseverancia marcó un parteaguas porque en lugar de convertirse en un caso único, cientos de personas ahora siguen su ejemplo. Según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, de 1964 a la fecha, hay 99 mil personas desaparecidas en México.

Las mujeres organizadas hemos participado y propiciado grandes cambios, duele sin embargo, que las desapariciones aunque por razones diferentes (antes por la guerra sucia y la falta de tolerancia a las diferencias políticas, y desde los últimos 12 años por la brutal inseguridad) no han cesado sino que se han incrementado. Centenares de madres adoloridas, partidas, mutiladas del corazón buscan a sus hijas e hijos con muy pocos resultados y respuestas.

Doña Rosario nunca mostró debilidad o flaqueza. En medio de la adversidad, aparecía nostálgica pero sonriente, trasmitía fuerza y solidaridad para quienes compartían su demanda.

México queda en deuda con ella y pierde a una entrañable y valerosa mujer que deja una lucha vigente.


@ClauCorichi

#RosarioIbarra

El mes de abril marcó varios hechos en la vida de Rosario Ibarra. Su hijo Jesús Piedra de 19 años de edad, era estudiante de Medicina en la Universidad Autónoma de Nuevo León cuando fue detenido y desaparecido por las autoridades el 19 de abril de 1975 en Monterrey. Dos años después, el 17 de abril de 1977 fundó el Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos conocido después como el Comité ¡Eureka!. La luchadora social falleció este 16 de abril a los 95 años.

Durante 47 años fue una figura emblemática de la exigencia de presentar con vida a desaparecidos políticos en el periodo de la guerra sucia que contabilizó más de 500 personas, la mayor parte de Guerrero.

La consigna ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos! creada por ella y quienes demandaban la presentación con vida de sus seres queridos, hoy es un clamor amplificado de madres y padres que pasan por la misma dolorosa situación.

Conocí a Doña Rosario y su lucha desde muy niña. Acudía con mi madre, Amalia García, y mi bolsita de crayolas a los mítines, plantones y huelgas de hambre donde llevábamos cobijas y víveres, pero sobre todo, solidaridad.

La exigencia por la presentación de su hijo la complementó con un obligado activismo político. Fue valiente candidata presidencial del PRT en una etapa de persecución contra formaciones de izquierda; diputada federal en dos ocasiones y Senadora de 2006 a 2012, periodo donde coincidimos como senadoras y de ahí guardo los mejores recuerdos de su generosidad y cariño.

Rosario murió sin conocer la suerte de Jesús, al que jamás le regresaron ni vivo ni muerto; su perseverancia marcó un parteaguas porque en lugar de convertirse en un caso único, cientos de personas ahora siguen su ejemplo. Según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, de 1964 a la fecha, hay 99 mil personas desaparecidas en México.

Las mujeres organizadas hemos participado y propiciado grandes cambios, duele sin embargo, que las desapariciones aunque por razones diferentes (antes por la guerra sucia y la falta de tolerancia a las diferencias políticas, y desde los últimos 12 años por la brutal inseguridad) no han cesado sino que se han incrementado. Centenares de madres adoloridas, partidas, mutiladas del corazón buscan a sus hijas e hijos con muy pocos resultados y respuestas.

Doña Rosario nunca mostró debilidad o flaqueza. En medio de la adversidad, aparecía nostálgica pero sonriente, trasmitía fuerza y solidaridad para quienes compartían su demanda.

México queda en deuda con ella y pierde a una entrañable y valerosa mujer que deja una lucha vigente.


@ClauCorichi

#RosarioIbarra