/ viernes 27 de septiembre de 2019

RSE: un enfoque de esfuerzos conjuntos

A la preparación y disposición que se hace anticipadamente para evitar un riesgo se le llama prevención; y con el paso del tiempo nos hemos dado cuenta que este concepto ha cobrado suma importancia en diversos ámbitos como el de salud, anticorrupción y seguridad.

En este último, toca hablar de la prevención de los delitos más allá de la reacción ante ellos, pues nos hemos dado cuenta que no existe institución y personal suficiente que pueda darse abasto en la atención de la comisión de este tipo de conductas.

Políticas públicas de educación, por ejemplo, son un factor importante para tratar este tema, sin embargo, no han sido suficientes ante los escenarios de pobreza, marginación y desequilibrio social que vivimos actualmente.

Por ello, consideramos que un factor importante para la prevención del delito es alinear y enfocar acciones de responsabilidad social empresarial. Sí, es momento de continuar o quizá dar mayor valor a lo que esto significa.

Pues el sector privado a través de los compromisos que adquiere por responsabilidad social buscan el fortalecimiento de la recomposición del tejido social, bajo la premisa de reparar el entorno comunitario donde las actividades empresariales se efectúan, y se contribuya de manera conjunta en una labor que pretende la disminución de factores de riesgo delincuencial, mejorar la percepción de las actividades productivas y, finalmente, se incrementar el desarrollo económico y social de cada región impactada.

Este tipo de acciones deben ir más allá de actividades de filantropía, que en muchos casos pudieran ser únicamente por una moda, ya que su importancia radica en el compromiso que debe orientarse en la realización de una verdadera labor social sustentada en principios y valores, con la convicción de contribuir con el desarrollo responsable de la sociedad y, por ende, de nuestro propio país.

Para lograr estos fines, es necesario de comenzar de una base pareja, es decir, desarrollar un diagnóstico de manera integral que puede evidenciar todo tipo de necesidades en una comunidad que pueden ser desde culturales, deportivas y de salud, por nombrar algunas, con la finalidad de tratar de permear en los índices de pobreza, delincuencia, desigualdad e injusticia.

El calado de investigación que una fotografía social de esta magnitud puede arrojar, es de gran impacto para el sector privado pues permite brindar datos de utilidad en la generación de información complementaria que coadyuve en el diseño de estrategias para lograr, de manera trasversal y de forma estructurada, acciones que contribuyan en revertir los factores identificados como riesgos para la comunidad a fin de generar una real prevención del delito.

Pero seamos claros, este tipo de acciones que conllevan responsabilidad social empresarial deben ser acompañadas con un plan de acercamiento hacia nuestras autoridades a través de un diálogo adecuado con el objetivo de hacer sinergias para empoderar a las comunidades que buscan y urgen de una mejora en su entorno social. Debe existir la construcción de mesas de trabajo que puedan tener como resultado la elaboración de propuestas serias y articuladas que, incluso, puedan medir su impacto e injerencia.

La experiencia de las acciones de responsabilidad social de las empresas en distintos campos de educación, salud, nutrición, deportivas o culturales, -estructuradas de manera sistemática y trasversal-, han demostrado lograr un impacto positivo, de manera efectiva y medible, cuando se modulan con las autoridades como un trabajo en equipo y no ajeno.

Las acciones de responsabilidad social de las empresas optimizan la eficiencia de su impacto mediante procedimientos y esquemas asociativos con líderes de comunidades y grupos sociales organizados.

En este tipo de acciones es destacable el compromiso que tiene el sector privado con el entorno donde desarrollan sus procesos productivos, amalgamándose como parte de las regiones o comunidades y no como agente externo; realizándolas, de manera loable, sin la existencia de una obligación de tipo jurídico.

Es posible coordinar esfuerzos en beneficio de una comunidad determinada, siempre y cuando los objetivos, ideales y valores sean claros, por ejemplo, el apoyo a la economía local a través de la gestión de proyectos que tengan como finalidad la creación de empleos, involucrando al sector público y privado; alianzas con asociaciones civiles para lograr programas de voluntariado que acerquen a la sociedad con las empresas privadas con el fin de reconstruir viviendas de escasos recursos en la zona; reducción de la brecha digital a través de la gestión de recursos para la creación de aulas digitales y bibliotecas móviles; campañas de concientización del cuidado al medio ambiente; pláticas y actividades con temas de equidad de género, por nombrar algunas.

La responsabilidad social que desenvuelven las empresas es muy importante para el desarrollo no sólo de las comunidades, sino de todos como país.

mafrcontacto@gmail.com

A la preparación y disposición que se hace anticipadamente para evitar un riesgo se le llama prevención; y con el paso del tiempo nos hemos dado cuenta que este concepto ha cobrado suma importancia en diversos ámbitos como el de salud, anticorrupción y seguridad.

En este último, toca hablar de la prevención de los delitos más allá de la reacción ante ellos, pues nos hemos dado cuenta que no existe institución y personal suficiente que pueda darse abasto en la atención de la comisión de este tipo de conductas.

Políticas públicas de educación, por ejemplo, son un factor importante para tratar este tema, sin embargo, no han sido suficientes ante los escenarios de pobreza, marginación y desequilibrio social que vivimos actualmente.

Por ello, consideramos que un factor importante para la prevención del delito es alinear y enfocar acciones de responsabilidad social empresarial. Sí, es momento de continuar o quizá dar mayor valor a lo que esto significa.

Pues el sector privado a través de los compromisos que adquiere por responsabilidad social buscan el fortalecimiento de la recomposición del tejido social, bajo la premisa de reparar el entorno comunitario donde las actividades empresariales se efectúan, y se contribuya de manera conjunta en una labor que pretende la disminución de factores de riesgo delincuencial, mejorar la percepción de las actividades productivas y, finalmente, se incrementar el desarrollo económico y social de cada región impactada.

Este tipo de acciones deben ir más allá de actividades de filantropía, que en muchos casos pudieran ser únicamente por una moda, ya que su importancia radica en el compromiso que debe orientarse en la realización de una verdadera labor social sustentada en principios y valores, con la convicción de contribuir con el desarrollo responsable de la sociedad y, por ende, de nuestro propio país.

Para lograr estos fines, es necesario de comenzar de una base pareja, es decir, desarrollar un diagnóstico de manera integral que puede evidenciar todo tipo de necesidades en una comunidad que pueden ser desde culturales, deportivas y de salud, por nombrar algunas, con la finalidad de tratar de permear en los índices de pobreza, delincuencia, desigualdad e injusticia.

El calado de investigación que una fotografía social de esta magnitud puede arrojar, es de gran impacto para el sector privado pues permite brindar datos de utilidad en la generación de información complementaria que coadyuve en el diseño de estrategias para lograr, de manera trasversal y de forma estructurada, acciones que contribuyan en revertir los factores identificados como riesgos para la comunidad a fin de generar una real prevención del delito.

Pero seamos claros, este tipo de acciones que conllevan responsabilidad social empresarial deben ser acompañadas con un plan de acercamiento hacia nuestras autoridades a través de un diálogo adecuado con el objetivo de hacer sinergias para empoderar a las comunidades que buscan y urgen de una mejora en su entorno social. Debe existir la construcción de mesas de trabajo que puedan tener como resultado la elaboración de propuestas serias y articuladas que, incluso, puedan medir su impacto e injerencia.

La experiencia de las acciones de responsabilidad social de las empresas en distintos campos de educación, salud, nutrición, deportivas o culturales, -estructuradas de manera sistemática y trasversal-, han demostrado lograr un impacto positivo, de manera efectiva y medible, cuando se modulan con las autoridades como un trabajo en equipo y no ajeno.

Las acciones de responsabilidad social de las empresas optimizan la eficiencia de su impacto mediante procedimientos y esquemas asociativos con líderes de comunidades y grupos sociales organizados.

En este tipo de acciones es destacable el compromiso que tiene el sector privado con el entorno donde desarrollan sus procesos productivos, amalgamándose como parte de las regiones o comunidades y no como agente externo; realizándolas, de manera loable, sin la existencia de una obligación de tipo jurídico.

Es posible coordinar esfuerzos en beneficio de una comunidad determinada, siempre y cuando los objetivos, ideales y valores sean claros, por ejemplo, el apoyo a la economía local a través de la gestión de proyectos que tengan como finalidad la creación de empleos, involucrando al sector público y privado; alianzas con asociaciones civiles para lograr programas de voluntariado que acerquen a la sociedad con las empresas privadas con el fin de reconstruir viviendas de escasos recursos en la zona; reducción de la brecha digital a través de la gestión de recursos para la creación de aulas digitales y bibliotecas móviles; campañas de concientización del cuidado al medio ambiente; pláticas y actividades con temas de equidad de género, por nombrar algunas.

La responsabilidad social que desenvuelven las empresas es muy importante para el desarrollo no sólo de las comunidades, sino de todos como país.

mafrcontacto@gmail.com