/ martes 15 de septiembre de 2020

Sala de Espera | La peor traición

No es la primera vez que un funcionario convoca a los críticos a abandonar el país si no están de acuerdo con las formas del gobierno.

Curiosamente la anterior “invitación” ocurrió hace 35 años, luego del tercer informe presidencial de Miguel de la Madrid, el aparente iniciador del neoliberalismo de acuerdo con la historia oficial de hoy, y cuando el actual presidente de la república militaba en el PRI original.

Entonces, en los primeros días de septiembre de 1985, en el torneo de zalamerías al presidente por su informe, el gobernador de Aguascalientes, Rodolfo Landeros (exjefe de prensa del presidente José López Portillo, para más señas), y el jefe del Departamento del Distrito Federal, Ramón Aguirre, “invitaron” a los críticos del gobierno a irse del país.

Los dos tuvieron una digna y excepcional respuesta de Juan José Hinojosa, un hombre, ejecutivo empresarial y político honesto, en un artículo titulado “Aquí me quedo”, que mereció estar en la portada de aquella revista de Julio Scherer García (Proceso número 463, 16 de septiembre de 1985) y que recobra su vigencia.

Escribió: “Las dos invitaciones a dejar el país proceden de habitantes que han encontrado abrigo y hogar en el vértice de la pirámide. Los dos son colaboradores del Presidente de la República y a él reportan. Por lo tanto, sus opiniones y coincidencias tienen un alto peso específico en la interpretación del acontecer cotidiano”. Como hoy.

El articulista (miembro del PAN de entonces) expuso que la invitación carecía de originalidad. Puso ejemplos: en la Unión Soviética se invitó a Alexander Soljenitzin, premio Nobel de Literatura, a abandonar su país; Fidel Castro abría las puertas en Cuba para que salieran los inconformes; en Chile, Augusto Pinochet seguía expulsando a quienes discrepaban.

Luego, Hinojosa argumentaba por sí y para sí y concluía: “aquí me quedo”, porque creía que era necesaria la discrepancia, el debate y el diálogo, y porque México era su patria, pese a quienes ejercían el poder. Como hoy.

Hoy, después del informe presidencial, un funcionario por el que tuvo que modificarse la ley que le impedía asumir el cargo por su origen, el director del Fondo de Cultura Económica (FCE), Paco Ignacio Taibo II, ha “invitado” a dos críticos, Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín, a que si no están de acuerdo con gobierno se vayan de su país, el de ellos.

Lo menos que se puede decir es que su “invitación” es una insolencia. Es más. Es el reflejo del talante autoritario gubernamental y personal.

Peor para él: es una traición de sus orígenes, la peor de las traiciones. Taibo II es miembro de una familia de trasterrados que llegó a México a finales de los años 50 del siglo pasado, huyendo del franquismo destructor de la democracia, represor de la libertad de expresión.

Los estudiosos de la conducta humana dicen que infancia es destino y lo que bien se aprende nunca su olvida. Tal vez, sólo tal vez, los diez años que el director del FCE vivió en España durante el franquismo le enseñaron lo que se hace desde el poder, lo aprendió bien y hoy lo ejerce. Si así es, es congruente.

Krauze ha dicho que se queda. Mejor para el país.

No es la primera vez que un funcionario convoca a los críticos a abandonar el país si no están de acuerdo con las formas del gobierno.

Curiosamente la anterior “invitación” ocurrió hace 35 años, luego del tercer informe presidencial de Miguel de la Madrid, el aparente iniciador del neoliberalismo de acuerdo con la historia oficial de hoy, y cuando el actual presidente de la república militaba en el PRI original.

Entonces, en los primeros días de septiembre de 1985, en el torneo de zalamerías al presidente por su informe, el gobernador de Aguascalientes, Rodolfo Landeros (exjefe de prensa del presidente José López Portillo, para más señas), y el jefe del Departamento del Distrito Federal, Ramón Aguirre, “invitaron” a los críticos del gobierno a irse del país.

Los dos tuvieron una digna y excepcional respuesta de Juan José Hinojosa, un hombre, ejecutivo empresarial y político honesto, en un artículo titulado “Aquí me quedo”, que mereció estar en la portada de aquella revista de Julio Scherer García (Proceso número 463, 16 de septiembre de 1985) y que recobra su vigencia.

Escribió: “Las dos invitaciones a dejar el país proceden de habitantes que han encontrado abrigo y hogar en el vértice de la pirámide. Los dos son colaboradores del Presidente de la República y a él reportan. Por lo tanto, sus opiniones y coincidencias tienen un alto peso específico en la interpretación del acontecer cotidiano”. Como hoy.

El articulista (miembro del PAN de entonces) expuso que la invitación carecía de originalidad. Puso ejemplos: en la Unión Soviética se invitó a Alexander Soljenitzin, premio Nobel de Literatura, a abandonar su país; Fidel Castro abría las puertas en Cuba para que salieran los inconformes; en Chile, Augusto Pinochet seguía expulsando a quienes discrepaban.

Luego, Hinojosa argumentaba por sí y para sí y concluía: “aquí me quedo”, porque creía que era necesaria la discrepancia, el debate y el diálogo, y porque México era su patria, pese a quienes ejercían el poder. Como hoy.

Hoy, después del informe presidencial, un funcionario por el que tuvo que modificarse la ley que le impedía asumir el cargo por su origen, el director del Fondo de Cultura Económica (FCE), Paco Ignacio Taibo II, ha “invitado” a dos críticos, Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín, a que si no están de acuerdo con gobierno se vayan de su país, el de ellos.

Lo menos que se puede decir es que su “invitación” es una insolencia. Es más. Es el reflejo del talante autoritario gubernamental y personal.

Peor para él: es una traición de sus orígenes, la peor de las traiciones. Taibo II es miembro de una familia de trasterrados que llegó a México a finales de los años 50 del siglo pasado, huyendo del franquismo destructor de la democracia, represor de la libertad de expresión.

Los estudiosos de la conducta humana dicen que infancia es destino y lo que bien se aprende nunca su olvida. Tal vez, sólo tal vez, los diez años que el director del FCE vivió en España durante el franquismo le enseñaron lo que se hace desde el poder, lo aprendió bien y hoy lo ejerce. Si así es, es congruente.

Krauze ha dicho que se queda. Mejor para el país.