/ martes 10 de diciembre de 2019

Saldos de la polarización

Por: Ernesto Villanueva

En el nuevo régimen se ha generado una prolongada y sistemática polarización en los más distintos rubros de la vida pública. No se trata de diversidad o pluralidad como elementos plausibles de un Estado democrático de derecho. Es verdad que México asiste hoy a un escenario donde las agudas diferencias entre los distintos sectores sociales se encuentran acentuadas. La polarización- como fenómeno recurrente- tiene efectos que impiden el acuerdo en lo fundamental y la diferencia en lo accesorio. La Universidad del Valle de México llevó a cabo una interesante encuesta para medir la magnitud de esta circunstancia. Los resultados son preocupantes: 65% de los entrevistados advierte que existe una división en el ambiente político y social, esta percepción aumenta al 72 por ciento en los menores de 25 años.

Una reconocida psicóloga, Mireya Lozada en su texto “¿Nosotros o ellos? Representaciones sociales, polarización y espacio público en Venezuela”. (Cuadernos del Cende. 2008)hace una reflexión de largo aliento que se podría aplicar al caso mexicano: a) Reducción del campo perceptivo ( percepción de estereotipos que se sintetiza en “nosotros o ellos”), b) Fuerte carga emocional (Al minimizar las tonalidades de gris en distintos rubros y adoptar una visión maniquea: blanco o negro); c) Afectación de la noción clásica del sentido común, que se expresan a través de posiciones rígidas, minimizando los visos de tolerancia o el diálogo; d) Cohesión entre un grupo que comparte los mismos puntos de vista de los que abre y descalificación a priori de los grupos opuestos; e) Conflicto en los grupos nucleares de la sociedad: la escuela, la familia, el trabajo donde se extrapola la polarización pública lastimando con ello el tejido social; f) Personas, asociaciones y grupos que tienden a mantener posturas rígidas, de exclusión y/o enfrentamiento en distintos principios; g) Mutación de los significados y los significantes según se trate de un grupo o de otro lo que genera una mayor división al nutrir de contenidos distintos un mismo concepto.

Este contexto dificulta llegar a adoptar posturas compartidas, por lo menos en los aspectos más generales, que impactan de manera negativa en la narrativa discursiva y en las posiciones antagónicas. Lo anterior, restringe el diálogo como herramienta para identificar mínimos comunes denominadores. El tema demanda que tanto la 4T como los grupos antagónicos a ella acerquen posiciones por el bien del interés superior de la nación. Sin una tregua, por darle un nombre, en este desencuentro verbal y material asuntos tan importantes como la seguridad pública, la fortaleza de las instituciones y la reproducción de pautas democráticas de comportamiento se vuelven cada vez más difícil de mantener a salvo. Y en ese sentido, el diálogo y la negociación- en el buen sentido de la expresión- demandan ganar y ceder, lo que se ha ido des internalizando dentro de los grupos sociales, de los gobernantes y de los gobernados.

Esta ruta de colisión de suma cero no es la solución para ver quién gana todo y quien pierde todo. Ni duda cabe, que hay muchos rubros donde deben llevarse a cabo cirugías mayores por la sistemática desigualdad social, pero ese camino, que debe transitar por el método de aproximaciones sucesivas, requiere tomar en cuenta a los más distintos actores sociales para mantener la identidad de los mexicanos, un valor que no debe perderse nunca. El reto que México tiene frente a sí no es fácil de resolver, pero tampoco es imposible de ponerlo en marcha gradualmente sin que nadie ceda en sus legítimas aspiraciones. Ojalá exista eco a esta realidad que a nadie conviene y se privilegie el acuerdo en los puntos esenciales que es necesario atender y detener esta espiral de polarización que no cede, sino crece día con día en perjuicio de la comunidad toda.

Sumario. El distinguido jurista Jorge Witker, investigador del IIJ UNAM, ha publicado un interesante libro sobre Derecho minero (IIJ UNAM. México. 2019) que explica la importancia de la soberanía nacional en esta materia y plantea reflexiones de gran calado, con un enfoque más puntual y menos academicista como un aporte significativo a los problemas que el país enfrenta en esta compleja temática.

@evillanuevamx

ernestovillanueva@hushmail.com

Por: Ernesto Villanueva

En el nuevo régimen se ha generado una prolongada y sistemática polarización en los más distintos rubros de la vida pública. No se trata de diversidad o pluralidad como elementos plausibles de un Estado democrático de derecho. Es verdad que México asiste hoy a un escenario donde las agudas diferencias entre los distintos sectores sociales se encuentran acentuadas. La polarización- como fenómeno recurrente- tiene efectos que impiden el acuerdo en lo fundamental y la diferencia en lo accesorio. La Universidad del Valle de México llevó a cabo una interesante encuesta para medir la magnitud de esta circunstancia. Los resultados son preocupantes: 65% de los entrevistados advierte que existe una división en el ambiente político y social, esta percepción aumenta al 72 por ciento en los menores de 25 años.

Una reconocida psicóloga, Mireya Lozada en su texto “¿Nosotros o ellos? Representaciones sociales, polarización y espacio público en Venezuela”. (Cuadernos del Cende. 2008)hace una reflexión de largo aliento que se podría aplicar al caso mexicano: a) Reducción del campo perceptivo ( percepción de estereotipos que se sintetiza en “nosotros o ellos”), b) Fuerte carga emocional (Al minimizar las tonalidades de gris en distintos rubros y adoptar una visión maniquea: blanco o negro); c) Afectación de la noción clásica del sentido común, que se expresan a través de posiciones rígidas, minimizando los visos de tolerancia o el diálogo; d) Cohesión entre un grupo que comparte los mismos puntos de vista de los que abre y descalificación a priori de los grupos opuestos; e) Conflicto en los grupos nucleares de la sociedad: la escuela, la familia, el trabajo donde se extrapola la polarización pública lastimando con ello el tejido social; f) Personas, asociaciones y grupos que tienden a mantener posturas rígidas, de exclusión y/o enfrentamiento en distintos principios; g) Mutación de los significados y los significantes según se trate de un grupo o de otro lo que genera una mayor división al nutrir de contenidos distintos un mismo concepto.

Este contexto dificulta llegar a adoptar posturas compartidas, por lo menos en los aspectos más generales, que impactan de manera negativa en la narrativa discursiva y en las posiciones antagónicas. Lo anterior, restringe el diálogo como herramienta para identificar mínimos comunes denominadores. El tema demanda que tanto la 4T como los grupos antagónicos a ella acerquen posiciones por el bien del interés superior de la nación. Sin una tregua, por darle un nombre, en este desencuentro verbal y material asuntos tan importantes como la seguridad pública, la fortaleza de las instituciones y la reproducción de pautas democráticas de comportamiento se vuelven cada vez más difícil de mantener a salvo. Y en ese sentido, el diálogo y la negociación- en el buen sentido de la expresión- demandan ganar y ceder, lo que se ha ido des internalizando dentro de los grupos sociales, de los gobernantes y de los gobernados.

Esta ruta de colisión de suma cero no es la solución para ver quién gana todo y quien pierde todo. Ni duda cabe, que hay muchos rubros donde deben llevarse a cabo cirugías mayores por la sistemática desigualdad social, pero ese camino, que debe transitar por el método de aproximaciones sucesivas, requiere tomar en cuenta a los más distintos actores sociales para mantener la identidad de los mexicanos, un valor que no debe perderse nunca. El reto que México tiene frente a sí no es fácil de resolver, pero tampoco es imposible de ponerlo en marcha gradualmente sin que nadie ceda en sus legítimas aspiraciones. Ojalá exista eco a esta realidad que a nadie conviene y se privilegie el acuerdo en los puntos esenciales que es necesario atender y detener esta espiral de polarización que no cede, sino crece día con día en perjuicio de la comunidad toda.

Sumario. El distinguido jurista Jorge Witker, investigador del IIJ UNAM, ha publicado un interesante libro sobre Derecho minero (IIJ UNAM. México. 2019) que explica la importancia de la soberanía nacional en esta materia y plantea reflexiones de gran calado, con un enfoque más puntual y menos academicista como un aporte significativo a los problemas que el país enfrenta en esta compleja temática.

@evillanuevamx

ernestovillanueva@hushmail.com