/ jueves 7 de mayo de 2020

Saldremos más fuertes

En tan sólo tres meses nuestras vidas han dado un giro casi radical. En muchos de los casos ese cambio ha sido dramático tendiendo a lo poco agradable. En el mejor de los casos nuestra movilidad se ha visto afectada, en el peor de los escenarios hemos perdido a seres queridos debido a un virus que hasta la fecha no hemos sabido controlar como humanidad.

Las imágenes que llegan de varias partes del mundo en el que la pandemia parece haber sido controlado y, con ello, se relajaron las medidas de confinamiento, demuestran la avidez de muchas personas por salir de sus casas ya sea para frecuentar personas que habían dejado de hacerlo o simplemente para disfrutar de una tarde soleada con todo lo que la naturaleza nos otorga sorprendentemente cada día.

Las enseñanzas de la pandemia de Covid-19 han sido tan duras que esperamos que prevalezcan en nuestra vida como hábitos. Desde luego, habrá quien claudique y recaiga en conductas nocivas como antes, pero de lo que no hay duda es que la vida de estas generaciones que convivimos hoy en el planeta no serán las mismas.

Valorar más a las personas y menos a los objetos; disfrutar más lo natural y menos lo construido; entender que no hay nada que reemplace a la salud ni aún tratándose del empleo más lucrativo que exija de nosotros sacrificar nuestras vidas enteras y, en algunos casos, la de nuestras familias, de nuestros hijos que suelen pedir más tiempo que cosas materiales en una sociedad que se había vuelto extremadamente monetarista.

Esto nos demuestra lo corta que es la vida y lo vulnerables que somos frente a una situación como esta. El tiempo libre que en algún momento pedíamos desesperadamente ahora, a pesar de las circunstancias, lo tenemos, por ello es fundamental saber ocuparlo en nosotros, en nuestro crecimiento, en nuestro descanso y, desde luego, con la repercusión en nuestros seres queridos a través de llamadas, mensajes y formas posibles de contacto que demuestren lo mucho que nos importan.

En los meses venideros estará a prueba nuestra resiliencia, nuestra capacidad mental para afrontar una situación límite y nuestra inteligencia para buscar alternativas de solución a una situación económica que nos tomó desprevenidos pero que aún en lo reactivo habremos de resolver con más fortaleza que habilidad.

Es momento de reinventarnos en lo personal y como sociedad, sabiendo que surgirán oportunidades distintas a las acostumbradas, las cuales debemos de capitalizar y entender, como en estos días, que se consume lo necesario y se anhela lo entrañable. El grito desesperado de la naturaleza nos arrojó el mensaje de lo mucho que podemos dañarla como especie, lo cual no debe suceder, debemos aprender no a mandar y transformar, sino a cohabitar con los demás seres vivos que nos rodean.

Si de una situación tan terrible que se vivió prácticamente en todos los rincones del mundo no aprendemos algo, entonces la reflexión deberá ser más profunda, ya que sólo de esa manera nos mantendremos realmente vivos y conectados con quienes nos rodea, ya sean nuestra familia, amigos o el entorno con todo lo que implica. Saldremos más fuertes, saldremos más sabios.

En tan sólo tres meses nuestras vidas han dado un giro casi radical. En muchos de los casos ese cambio ha sido dramático tendiendo a lo poco agradable. En el mejor de los casos nuestra movilidad se ha visto afectada, en el peor de los escenarios hemos perdido a seres queridos debido a un virus que hasta la fecha no hemos sabido controlar como humanidad.

Las imágenes que llegan de varias partes del mundo en el que la pandemia parece haber sido controlado y, con ello, se relajaron las medidas de confinamiento, demuestran la avidez de muchas personas por salir de sus casas ya sea para frecuentar personas que habían dejado de hacerlo o simplemente para disfrutar de una tarde soleada con todo lo que la naturaleza nos otorga sorprendentemente cada día.

Las enseñanzas de la pandemia de Covid-19 han sido tan duras que esperamos que prevalezcan en nuestra vida como hábitos. Desde luego, habrá quien claudique y recaiga en conductas nocivas como antes, pero de lo que no hay duda es que la vida de estas generaciones que convivimos hoy en el planeta no serán las mismas.

Valorar más a las personas y menos a los objetos; disfrutar más lo natural y menos lo construido; entender que no hay nada que reemplace a la salud ni aún tratándose del empleo más lucrativo que exija de nosotros sacrificar nuestras vidas enteras y, en algunos casos, la de nuestras familias, de nuestros hijos que suelen pedir más tiempo que cosas materiales en una sociedad que se había vuelto extremadamente monetarista.

Esto nos demuestra lo corta que es la vida y lo vulnerables que somos frente a una situación como esta. El tiempo libre que en algún momento pedíamos desesperadamente ahora, a pesar de las circunstancias, lo tenemos, por ello es fundamental saber ocuparlo en nosotros, en nuestro crecimiento, en nuestro descanso y, desde luego, con la repercusión en nuestros seres queridos a través de llamadas, mensajes y formas posibles de contacto que demuestren lo mucho que nos importan.

En los meses venideros estará a prueba nuestra resiliencia, nuestra capacidad mental para afrontar una situación límite y nuestra inteligencia para buscar alternativas de solución a una situación económica que nos tomó desprevenidos pero que aún en lo reactivo habremos de resolver con más fortaleza que habilidad.

Es momento de reinventarnos en lo personal y como sociedad, sabiendo que surgirán oportunidades distintas a las acostumbradas, las cuales debemos de capitalizar y entender, como en estos días, que se consume lo necesario y se anhela lo entrañable. El grito desesperado de la naturaleza nos arrojó el mensaje de lo mucho que podemos dañarla como especie, lo cual no debe suceder, debemos aprender no a mandar y transformar, sino a cohabitar con los demás seres vivos que nos rodean.

Si de una situación tan terrible que se vivió prácticamente en todos los rincones del mundo no aprendemos algo, entonces la reflexión deberá ser más profunda, ya que sólo de esa manera nos mantendremos realmente vivos y conectados con quienes nos rodea, ya sean nuestra familia, amigos o el entorno con todo lo que implica. Saldremos más fuertes, saldremos más sabios.