/ viernes 30 de septiembre de 2022

Se trata de tener autonomía y poder decidir, eso es paz

Por: Tania Hundorf

No es coincidencia que las mujeres en Irán están luchando por su derecho a no usar el hijab, mientras que las mujeres en la India están luchando por su derecho a usar uno.

Ambas luchan por lo mismo: su derecho a elegir.

El pasado 16 de septiembre, Masha Amini, una joven kurda de 22 años fue violentamente detenida por “la policía de la moral” en Teherán. El motivo de su detención fue el incumplimiento de las leyes estatales sobre el uso correcto del hiyab. Tres días después de ser detenida, falleció en el hospital.

A partir de esto, se desataron numerosas protestas en todo Irán lideradas por mujeres. Buscando la libertad moral y religiosa en la sociedad, salieron a las calles coreando el nombre de Masha, quitándose, quemando sus velos y cortándose el pelo.

“Mujer, vida y libertad”, este era el lema principal de los manifestantes, en un intento de llamar hacia una sociedad igualitaria y libre del fundamentalismo religioso. Para las mujeres iraníes, quienes han sido discriminadas y segregadas por el gobierno bajo la bandera religiosa durante décadas, la muerte de Masha Amini significó un parteaguas, fue de alguna manera, la gota que derramó el vaso.

Estas protestas tuvieron un carácter e impacto distinto a los movimientos sociales del pasado. Según Amnistía Internacional (2021) en 1979 la revolución islámica no logró un cambio real en la sociedad iraní. Incluso, las iraníes fueron obligadas a usar el hiyab poco después de la revolución y se perdieron muchos de sus derechos, tales como viajar, trabajar y la posesión de la custodia de sus hijos mayores de 7 años.

El efecto que han tenido estos levantamientos sociales nos permite afirmar que la sociedad iraní está cambiando, ha habido un despertar. El hecho de que hombres formen parte de las protestas y apoyen a las mujeres representa un movimiento progresista de la sociedad.

Estamos ante un movimiento liderado por jóvenes mujeres que ha logrado captar la atención y apoyo de distintos sectores de la población y la comunidad internacional. Lo más valioso es que la quema simbólica del hiyab ha logrado irrumpir la imagen de un régimen que parecía inquebrantable.

La imposición del hiyab, no es otra cosa más que una violación hacia la autonomía de las mujeres y sus cuerpos.

A pesar de que estos movimientos se originaron en Irán, esta imposición no es exclusiva de dicho país. La lucha de las mujeres contra el hiyab obligatorio o la prohibición de su uso en distintas partes del mundo, evidencia una represión interseccional que atenta contra la construcción de paz.

El discurso en torno al hiyab y las condiciones que perpetúan su uso obligatorio debe ser analizado a la luz de los derechos humanos y la libertad, no bajo un discurso religioso, ni cultural, de lo local frente a lo occidental.

Por: Tania Hundorf

No es coincidencia que las mujeres en Irán están luchando por su derecho a no usar el hijab, mientras que las mujeres en la India están luchando por su derecho a usar uno.

Ambas luchan por lo mismo: su derecho a elegir.

El pasado 16 de septiembre, Masha Amini, una joven kurda de 22 años fue violentamente detenida por “la policía de la moral” en Teherán. El motivo de su detención fue el incumplimiento de las leyes estatales sobre el uso correcto del hiyab. Tres días después de ser detenida, falleció en el hospital.

A partir de esto, se desataron numerosas protestas en todo Irán lideradas por mujeres. Buscando la libertad moral y religiosa en la sociedad, salieron a las calles coreando el nombre de Masha, quitándose, quemando sus velos y cortándose el pelo.

“Mujer, vida y libertad”, este era el lema principal de los manifestantes, en un intento de llamar hacia una sociedad igualitaria y libre del fundamentalismo religioso. Para las mujeres iraníes, quienes han sido discriminadas y segregadas por el gobierno bajo la bandera religiosa durante décadas, la muerte de Masha Amini significó un parteaguas, fue de alguna manera, la gota que derramó el vaso.

Estas protestas tuvieron un carácter e impacto distinto a los movimientos sociales del pasado. Según Amnistía Internacional (2021) en 1979 la revolución islámica no logró un cambio real en la sociedad iraní. Incluso, las iraníes fueron obligadas a usar el hiyab poco después de la revolución y se perdieron muchos de sus derechos, tales como viajar, trabajar y la posesión de la custodia de sus hijos mayores de 7 años.

El efecto que han tenido estos levantamientos sociales nos permite afirmar que la sociedad iraní está cambiando, ha habido un despertar. El hecho de que hombres formen parte de las protestas y apoyen a las mujeres representa un movimiento progresista de la sociedad.

Estamos ante un movimiento liderado por jóvenes mujeres que ha logrado captar la atención y apoyo de distintos sectores de la población y la comunidad internacional. Lo más valioso es que la quema simbólica del hiyab ha logrado irrumpir la imagen de un régimen que parecía inquebrantable.

La imposición del hiyab, no es otra cosa más que una violación hacia la autonomía de las mujeres y sus cuerpos.

A pesar de que estos movimientos se originaron en Irán, esta imposición no es exclusiva de dicho país. La lucha de las mujeres contra el hiyab obligatorio o la prohibición de su uso en distintas partes del mundo, evidencia una represión interseccional que atenta contra la construcción de paz.

El discurso en torno al hiyab y las condiciones que perpetúan su uso obligatorio debe ser analizado a la luz de los derechos humanos y la libertad, no bajo un discurso religioso, ni cultural, de lo local frente a lo occidental.