/ lunes 15 de noviembre de 2021

Secretaría de Turismo de la CDMX la nueva gestora de la 4T

El pasado 06 de noviembre la entonces Secretaria de Turismo del Gobierno de la Ciudad de México fue objeto de crítica y escrutinio público por haber sido sorprendida al querer ingresar a Guatemala en avión privado y con varios miles de dólares sin declarar.


Las reacciones fueron de todo tipo ante semejante suceso, al grado que la ex funcionaria presentó su renuncia a la Jefa de Gobierno quien sin pensarlo dos veces aceptó la dimisión del cargo.


Lo realmente preocupante es que, en entrevistas posteriores Claudia Sheinbaum expresó que el error de la entonces titular de la dependencia fue subirse a un avión privado, lo cual va en contra de los principios de austeridad y moderación que son la columna vertebral de la cuatroté, “hasta el presidente viaja en vuelos comerciales”.


La frivolidad en estas declaraciones es indignante por decir lo menos, ya que ese no es el problema de fondo y lo que hace con ese tipo de comentarios es minimizar y tratar de desviar la atención del verdadero impacto; la Secretaría de Turismo de la Ciudad está siendo utilizada como un trampolín político que facilita el tráfico de influencias, por lo menos durante la gestión de sus dos últimos titulares, ambos funcionarios de confianza en el gabinete de la favorita del presidente para sucederlo en el cargo.


Cómo olvidar que hace unos meses, el anterior secretario Carlos Mackinlay, se convirtió en el gestor personal del sector inmobiliario en la capital, pagado con recursos públicos, pues bajo el argumento de reactivación económica se dedicó a impulsar y cabildear los cambios de uso de suelo para hoteles en las Granadas y promover la creación de un teatro/bar de ocho niveles en la colonia Roma, poniendo en riesgo la protección al patrimonio urbano; aunque si pensamos en retrospectiva todo va cobrando sentido en el escenario actual.


Ahora bien, analizando la gestión fugaz de la ex funcionaria Paola Félix, resulta interesante que en el polémico viaje de hace unos días se encontraba en compañía de un importante productor de teatro, a quien por asignación directa (cabe aclarar) se le otorgó el contrato por más de 15 millones de pesos para realizar el desfile de día de muertos, ¿casualidad?


Y dicho sea de paso, mientras estaba de viaje, en la Ciudad se desarrollaba un evento con alto impacto turístico, ¿no será que debió estar al pendiente de su trabajo, cumpliendo sus funciones encomendadas?


Además, esta noticia que, más que política parece salida de una revista de chismes, el evento social al que se dirigía la anterior Secretaria era ni más ni menos que la boda del ahora también ex titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), Santiago Nieto; por lo que resulta tragicómico que uno de los personajes que ha dado seguimiento de forma bastante agresiva al rastreo de cada peso que ingresa al sistema financiero para “combatir la corrupción”(entre comillas, porque a veces parece más un instrumento de intimidación política) se vea envuelto en semejante escándalo, a tal grado, que también optó por separarse del cargo.


Me gustaría concluir esta reflexión diciendo que en política no hay casualidades. No es la primera vez que expreso que cuando se ven este tipo de cosas aisladas parecieran insignificantes, pero al ir vinculando unas con otras, ampliamos el panorama y podemos observar que verdaderamente se trata de un tejido fino que poco a poco la Jefa de Gobierno y sus aliados han ido construyendo en favor de unos cuantos.


Lo hacen de esta manera para guardar las apariencias, pero más allá del discurso, hemos visto que su actuar es igual o incluso peor que el de aquellos a los que señalan de traicionar a la nación. Hoy los grandes abusos del pasado son insignificantes comparados con lo que la cuatroté le ha hecho al país en tan sólo unos años.


El pasado 06 de noviembre la entonces Secretaria de Turismo del Gobierno de la Ciudad de México fue objeto de crítica y escrutinio público por haber sido sorprendida al querer ingresar a Guatemala en avión privado y con varios miles de dólares sin declarar.


Las reacciones fueron de todo tipo ante semejante suceso, al grado que la ex funcionaria presentó su renuncia a la Jefa de Gobierno quien sin pensarlo dos veces aceptó la dimisión del cargo.


Lo realmente preocupante es que, en entrevistas posteriores Claudia Sheinbaum expresó que el error de la entonces titular de la dependencia fue subirse a un avión privado, lo cual va en contra de los principios de austeridad y moderación que son la columna vertebral de la cuatroté, “hasta el presidente viaja en vuelos comerciales”.


La frivolidad en estas declaraciones es indignante por decir lo menos, ya que ese no es el problema de fondo y lo que hace con ese tipo de comentarios es minimizar y tratar de desviar la atención del verdadero impacto; la Secretaría de Turismo de la Ciudad está siendo utilizada como un trampolín político que facilita el tráfico de influencias, por lo menos durante la gestión de sus dos últimos titulares, ambos funcionarios de confianza en el gabinete de la favorita del presidente para sucederlo en el cargo.


Cómo olvidar que hace unos meses, el anterior secretario Carlos Mackinlay, se convirtió en el gestor personal del sector inmobiliario en la capital, pagado con recursos públicos, pues bajo el argumento de reactivación económica se dedicó a impulsar y cabildear los cambios de uso de suelo para hoteles en las Granadas y promover la creación de un teatro/bar de ocho niveles en la colonia Roma, poniendo en riesgo la protección al patrimonio urbano; aunque si pensamos en retrospectiva todo va cobrando sentido en el escenario actual.


Ahora bien, analizando la gestión fugaz de la ex funcionaria Paola Félix, resulta interesante que en el polémico viaje de hace unos días se encontraba en compañía de un importante productor de teatro, a quien por asignación directa (cabe aclarar) se le otorgó el contrato por más de 15 millones de pesos para realizar el desfile de día de muertos, ¿casualidad?


Y dicho sea de paso, mientras estaba de viaje, en la Ciudad se desarrollaba un evento con alto impacto turístico, ¿no será que debió estar al pendiente de su trabajo, cumpliendo sus funciones encomendadas?


Además, esta noticia que, más que política parece salida de una revista de chismes, el evento social al que se dirigía la anterior Secretaria era ni más ni menos que la boda del ahora también ex titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), Santiago Nieto; por lo que resulta tragicómico que uno de los personajes que ha dado seguimiento de forma bastante agresiva al rastreo de cada peso que ingresa al sistema financiero para “combatir la corrupción”(entre comillas, porque a veces parece más un instrumento de intimidación política) se vea envuelto en semejante escándalo, a tal grado, que también optó por separarse del cargo.


Me gustaría concluir esta reflexión diciendo que en política no hay casualidades. No es la primera vez que expreso que cuando se ven este tipo de cosas aisladas parecieran insignificantes, pero al ir vinculando unas con otras, ampliamos el panorama y podemos observar que verdaderamente se trata de un tejido fino que poco a poco la Jefa de Gobierno y sus aliados han ido construyendo en favor de unos cuantos.


Lo hacen de esta manera para guardar las apariencias, pero más allá del discurso, hemos visto que su actuar es igual o incluso peor que el de aquellos a los que señalan de traicionar a la nación. Hoy los grandes abusos del pasado son insignificantes comparados con lo que la cuatroté le ha hecho al país en tan sólo unos años.