Uno. Somos interdependientes.
Recobremos la conciencia, de que lo que afecta a uno, nos afecta a todos; lo que sucede en la parte mas alejada del mundo, nos afecta directamente a nuestra salud, a nuestra economía y hasta nuestra convivencia diaria.
Estas son situaciones límite, exigen unirnos en acciones colectivas, para enfrentar retos que nos rebasan y atender necesidades concretas. Por eso surgen las hermosas muestras de solidaridad humana. Nadie se salva solo.
Dos. El planeta pide tregua.
No es posible continuar a este ritmo de devastación acelerada. Esta pandemia, nos obligó a poner el freno de mano al mundo humano, darle oportunidad al mundo natural, para que recupere su balance ecológico y nos caiga el veinte del mundo distópico que construimos. Escuchemos su mensaje.
Tres. No es la economía, estúpido.
La implacable maquinaria expansiva del consumismo competitivo nos remite a las sabias palabras del Papa Francisco: “hoy se tiende a considerar al ser humano como bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos comenzado a vivir la cultura del descarte, que además se promueve. No sólo se vive”.
La lógica del mercado predomina sobre el ser humano. Pongamos al ser humano en el centro.
Cuatro. Hay un mundo interior relegado.
Nuestras vidas están invadidas de estímulos y adicciones que vuelcan nuestra energía y atención hacia el mundo exterior, en detrimento de nuestra vida espiritual. Perdemos el sentido de la vida, y lo reducimos a un mero acto de fruición individual, ausente de cualquier dimensión trascendente.
La enajenación del mundo capitalista, descrita por Marx hace mas de un siglo y medio, se vuelve cada vez mas omnipresente y perniciosa. Viktor Frankl aprendió lo que lo hacía ser-humano, cuando se dio cuenta de que no tenía "nada que perder excepto su ridícula vida desnuda". El hombre en busca de sentido.
Cinco. La posverdad, patología mortal.
La megatendencia contemporánea de sociedades, regidas más por emociones y opiniones que por razones y evidencias, nos han cobrado una gran factura. Votar, elegir y decidir por impulso, menospreciar la técnica y la ciencia, nos ha salido muy caro.
El Covid 19, ha logrado convertir a los mas ecépticos, para reconocer que las decisiones de política pública deben basarse en evidencias y en argumentos, no en caprichos presidenciales. Un debido monumento a Carlos Urzúa.
Seis. El mundo cambió, actuemos distinto a partir de ahora.
Las implicaciones de esta crisis global sin parangón se darán en distintos ámbitos de nuestras vidas. Actuemos nosotros, para regresarle a la política su sentido de bien público y no de patrimonio de unos cuantos; que nos habilite para cuidar al planeta, impulsar la economía circular, de mercado, con responsabilidad y solidaridad social, hacer de la educación y la salud nuestras prioridades nacionales.
Relanzar una agenda multilateral para enfrentar problemas globales: cambio climático, migración, desigualdad económica, delincuencia organizada, cultura de la violencia y del desecho. Reactivemos nuestra participación política y votemos con conciencia, no con el hígado, la próxima elección del 2021. Un llamado a la acción.
Senador por el PAN