/ jueves 29 de marzo de 2018

Semana Santa, momento de reflexión

Nos encontramos en plena Semana Santa, días de guardar que le llaman algunos, momentos de reflexión personal o espiritual para otros y ¿por qué no decirlo?, vacaciones, jornadas de descanso para muchos más, algo que tampoco hay que ver cómo menos, ya que el descanso es parte importante de la muy necesaria reposición de fuerzas, a fin de volver con bríos a nuestras obligaciones laborales, escolares, familiares y otras.

En lo personal y dados los momentos históricos que vivimos en este México nuestro, en los años recientes, he buscado hacer de estos llamados “días santos”, momentos de reflexión, en los que bien puedo aprovechar para meditar, por momentos orar y muy especialmente, para hacer planeación, definir siguientes acciones a llevar a cabo y buscar la mejor forma de influir en el devenir de nuestro país.

Fechas como éstas son aprovechadas por muchos para salir de sus lugares de origen y viajar, sea a sitios desconocidos o volver a visitar aquellos que se conocen, en los que se pueden encontrar alternativas ya conocidas para diversión, deporte, descanso y como ya les he mencionado líneas arriba, la reflexión.

Para quienes trabajamos lejos de nuestros lugares de origen, la Semana Santa, es ocasión propicia para regresar al hogar, respirar el aire de nuestro terruño, estar con nuestra familia, tanto cercana como extendida, al tiempo que aprovechamos también para ver amigos, para reforzar aquello de poner los pies en la tierra y hacer una evaluación profunda de cuánto ocurre a nuestro alrededor, dentro de lo que sometemos a consideración, en qué medida llegamos a influir en lo que sucede y la forma en que podemos expandir nuestros alcances, a fin de dejar una huella positiva a través de nuestras acciones.

Comparado con naciones europeas e incluso algunas latinoamericanas, México no es un país en el que se goce de extensos períodos vacacionales, lo cual constituye un tema sobre el que habrá de hacerse una reflexión profunda, particularmente en la medida en que se consolide la productividad general. Pero si actualmente las alternativas para tomar días de descanso son contadas, haremos un mejor uso de éstas, en la medida en que las aprovechemos para enriquecernos en cuerpo y alma, algo que nos permitirá tener una mayor capacidad de contribuir a nuestra sociedad y por supuesto a nuestro propio desarrollo.

Por supuesto, tampoco es necesario ser absolutistas. Por ejemplo, pasar unos días en la playa, puede permitirnos tomar el sol con precaución junto al mar, al tiempo que nos relajamos y meditamos al escuchar el choque de las olas tanto con rocas como con la arena. Dar largas caminatas con los pies descalzos sobre el suelo del litoral mojado, puede ser profundamente relajante y de una gran ayuda para profundizar en nuestros pensamientos.

Si la opción que elegimos para estos días es estar en algún bosque o quizá en alguna de las ciudades coloniales que nos honra tener en México, además de poder vivir momentos de unión con nuestras familias y amigos, habrá mucho que podamos aprender sobre nuestra flora y fauna o bien de la rica historia de nuestro país.

Incluso permanecer en nuestros lugares de origen, nos puede llevar a conocer más de éstos y gozarlos en momentos en que se encuentren más vacíos y carentes del tráfico y el acelere diarios, con la posibilidad de visitar sitios de interés, museos y entrar en contacto con seres queridos a los que no podemos ver en medio de la vorágine cotidiana.

Sin duda, la Semana Santa, además de días de guardar o descansar, nos representa momentos dignos de aprovechar para nuestro crecimiento personal y espiritual.

Senadora del PRI

correo: yolandadelatorre@senado.gob.mx

FB: YolandaDeLaTorreV

Tw: @Yoladelatorre

Nos encontramos en plena Semana Santa, días de guardar que le llaman algunos, momentos de reflexión personal o espiritual para otros y ¿por qué no decirlo?, vacaciones, jornadas de descanso para muchos más, algo que tampoco hay que ver cómo menos, ya que el descanso es parte importante de la muy necesaria reposición de fuerzas, a fin de volver con bríos a nuestras obligaciones laborales, escolares, familiares y otras.

En lo personal y dados los momentos históricos que vivimos en este México nuestro, en los años recientes, he buscado hacer de estos llamados “días santos”, momentos de reflexión, en los que bien puedo aprovechar para meditar, por momentos orar y muy especialmente, para hacer planeación, definir siguientes acciones a llevar a cabo y buscar la mejor forma de influir en el devenir de nuestro país.

Fechas como éstas son aprovechadas por muchos para salir de sus lugares de origen y viajar, sea a sitios desconocidos o volver a visitar aquellos que se conocen, en los que se pueden encontrar alternativas ya conocidas para diversión, deporte, descanso y como ya les he mencionado líneas arriba, la reflexión.

Para quienes trabajamos lejos de nuestros lugares de origen, la Semana Santa, es ocasión propicia para regresar al hogar, respirar el aire de nuestro terruño, estar con nuestra familia, tanto cercana como extendida, al tiempo que aprovechamos también para ver amigos, para reforzar aquello de poner los pies en la tierra y hacer una evaluación profunda de cuánto ocurre a nuestro alrededor, dentro de lo que sometemos a consideración, en qué medida llegamos a influir en lo que sucede y la forma en que podemos expandir nuestros alcances, a fin de dejar una huella positiva a través de nuestras acciones.

Comparado con naciones europeas e incluso algunas latinoamericanas, México no es un país en el que se goce de extensos períodos vacacionales, lo cual constituye un tema sobre el que habrá de hacerse una reflexión profunda, particularmente en la medida en que se consolide la productividad general. Pero si actualmente las alternativas para tomar días de descanso son contadas, haremos un mejor uso de éstas, en la medida en que las aprovechemos para enriquecernos en cuerpo y alma, algo que nos permitirá tener una mayor capacidad de contribuir a nuestra sociedad y por supuesto a nuestro propio desarrollo.

Por supuesto, tampoco es necesario ser absolutistas. Por ejemplo, pasar unos días en la playa, puede permitirnos tomar el sol con precaución junto al mar, al tiempo que nos relajamos y meditamos al escuchar el choque de las olas tanto con rocas como con la arena. Dar largas caminatas con los pies descalzos sobre el suelo del litoral mojado, puede ser profundamente relajante y de una gran ayuda para profundizar en nuestros pensamientos.

Si la opción que elegimos para estos días es estar en algún bosque o quizá en alguna de las ciudades coloniales que nos honra tener en México, además de poder vivir momentos de unión con nuestras familias y amigos, habrá mucho que podamos aprender sobre nuestra flora y fauna o bien de la rica historia de nuestro país.

Incluso permanecer en nuestros lugares de origen, nos puede llevar a conocer más de éstos y gozarlos en momentos en que se encuentren más vacíos y carentes del tráfico y el acelere diarios, con la posibilidad de visitar sitios de interés, museos y entrar en contacto con seres queridos a los que no podemos ver en medio de la vorágine cotidiana.

Sin duda, la Semana Santa, además de días de guardar o descansar, nos representa momentos dignos de aprovechar para nuestro crecimiento personal y espiritual.

Senadora del PRI

correo: yolandadelatorre@senado.gob.mx

FB: YolandaDeLaTorreV

Tw: @Yoladelatorre