/ jueves 28 de diciembre de 2017

Sembrar esperanza

Estamos concluyendo un año, y a punto de iniciar otro. Nos animamos unos a otros, nos abrazamos y nos deseamos lo mejor, pero en el fondo del alma, vivimos con angustia, con preocupación, con miedo e inseguridad. En los noticieros, se resaltan crímenes, asaltos, robos, secuestros, accidentes, casos de corrupción, etc. A veces ya ni ganas dan de ver noticias, pues resaltan con lujo de detalles lo malo, lo negativo. Pareciera que lo bueno no es noticia. Rara vez resaltan los avances, lo positivo, lo bonito y alentador. Los medios informativos que tienen aceptación y confianza para ciertas personas son los que solo se dedican a criticar, a culpar a medio mundo; es lo que más se vende.

Y ahora que estamos ya en plena campaña electoral, aunque oficialmente se le llame pre-campaña, todos se presentan como la solución a todos los males. Lo peor es que muchas personas se adhieren al candidato que les significa una esperanza de ascenso, un puesto en el siguiente sexenio, sin que realmente estén convencidos de sus propuestas. Lo que les importa es asegurar su futuro económico, no la transformación del país. Por ello, hay tanta gente que ya no quiere creer en partidos, sino que se buscan otras alternativas de acceder al poder y de ejercerlo. ¿Vemos el nuevo año con esperanza, o con indiferencia?

Cuando algunos nos esforzamos por alentar la esperanza y cuando, sin negar el pecado estructural en que vivimos, resaltamos lo positivo y no nos quedamos sólo en lamentos y críticas, nos tachan de ingenuos, de estar casados con el sistema. En los análisis de la realidad, ¡qué poco aparecen cosas buenas que aplaudir y apoyar!

PENSAR

El papa Francisco nos ha dicho: “El Espíritu Santo no nos hace solo capaces de tener esperanza, sino también de ser sembradores de esperanza, de ser también nosotros –como Él y gracias a Él– los ‘paráclitos’, es decir, consoladores y defensores de los hermanos. Sembradores de esperanza.

Un cristiano puede sembrar amargura, puede sembrar perplejidad y esto no es cristiano, y si tú haces esto no eres un buen cristiano. Siembra esperanza: siembra el bálsamo de esperanza, siembre el perfume de esperanza y no el vinagre de la amargura y de la falta de esperanza.

Son sobre todo los pobres, los excluidos, los no amados los que necesitan de alguien que se haga para ellos “paráclito”, es decir, consoladores y defensores, como el Espíritu Santo se hace para cada uno de nosotros consolador y defensor. Nosotros debemos hacer lo mismo por los más necesitados, por los descartados, por aquellos que tienen necesidad, aquellos que sufren más. Defensores y consoladores.

Y el don del espíritu Santo nos haga sobreabundar en la esperanza. Les diré más: nos haga derrochar esperanza con todos aquellos que están más necesitados, los más descartados y por todos aquellos que tienen necesidad” (31-V-2017).

ACTUAR

Sin ser ingenuos y sin negar lo negativo que hay, construyamos esperanza; no en el aire, no como un bonito discurso consolador, sino promovamos la justicia, la solidaridad, el respeto a los derechos humanos, la fraternidad, y de esta forma contrarrestaremos todo lo triste y doloroso que hay a nuestro alrededor.

Seamos críticos ante las ofertas de los candidatos a puestos públicos, en todos los niveles. Veamos, sin apasionamiento, si es posible que cumplan cuanto ofrecen. ¿En verdad pueden desterrar la corrupción? Todos lo prometen, pero ese cáncer carcome e invade todo. No seamos corruptos, sino justos y solidarios, y el país será otro. Así lo deseamos.

Administrador Apostólico de SCLC2

Estamos concluyendo un año, y a punto de iniciar otro. Nos animamos unos a otros, nos abrazamos y nos deseamos lo mejor, pero en el fondo del alma, vivimos con angustia, con preocupación, con miedo e inseguridad. En los noticieros, se resaltan crímenes, asaltos, robos, secuestros, accidentes, casos de corrupción, etc. A veces ya ni ganas dan de ver noticias, pues resaltan con lujo de detalles lo malo, lo negativo. Pareciera que lo bueno no es noticia. Rara vez resaltan los avances, lo positivo, lo bonito y alentador. Los medios informativos que tienen aceptación y confianza para ciertas personas son los que solo se dedican a criticar, a culpar a medio mundo; es lo que más se vende.

Y ahora que estamos ya en plena campaña electoral, aunque oficialmente se le llame pre-campaña, todos se presentan como la solución a todos los males. Lo peor es que muchas personas se adhieren al candidato que les significa una esperanza de ascenso, un puesto en el siguiente sexenio, sin que realmente estén convencidos de sus propuestas. Lo que les importa es asegurar su futuro económico, no la transformación del país. Por ello, hay tanta gente que ya no quiere creer en partidos, sino que se buscan otras alternativas de acceder al poder y de ejercerlo. ¿Vemos el nuevo año con esperanza, o con indiferencia?

Cuando algunos nos esforzamos por alentar la esperanza y cuando, sin negar el pecado estructural en que vivimos, resaltamos lo positivo y no nos quedamos sólo en lamentos y críticas, nos tachan de ingenuos, de estar casados con el sistema. En los análisis de la realidad, ¡qué poco aparecen cosas buenas que aplaudir y apoyar!

PENSAR

El papa Francisco nos ha dicho: “El Espíritu Santo no nos hace solo capaces de tener esperanza, sino también de ser sembradores de esperanza, de ser también nosotros –como Él y gracias a Él– los ‘paráclitos’, es decir, consoladores y defensores de los hermanos. Sembradores de esperanza.

Un cristiano puede sembrar amargura, puede sembrar perplejidad y esto no es cristiano, y si tú haces esto no eres un buen cristiano. Siembra esperanza: siembra el bálsamo de esperanza, siembre el perfume de esperanza y no el vinagre de la amargura y de la falta de esperanza.

Son sobre todo los pobres, los excluidos, los no amados los que necesitan de alguien que se haga para ellos “paráclito”, es decir, consoladores y defensores, como el Espíritu Santo se hace para cada uno de nosotros consolador y defensor. Nosotros debemos hacer lo mismo por los más necesitados, por los descartados, por aquellos que tienen necesidad, aquellos que sufren más. Defensores y consoladores.

Y el don del espíritu Santo nos haga sobreabundar en la esperanza. Les diré más: nos haga derrochar esperanza con todos aquellos que están más necesitados, los más descartados y por todos aquellos que tienen necesidad” (31-V-2017).

ACTUAR

Sin ser ingenuos y sin negar lo negativo que hay, construyamos esperanza; no en el aire, no como un bonito discurso consolador, sino promovamos la justicia, la solidaridad, el respeto a los derechos humanos, la fraternidad, y de esta forma contrarrestaremos todo lo triste y doloroso que hay a nuestro alrededor.

Seamos críticos ante las ofertas de los candidatos a puestos públicos, en todos los niveles. Veamos, sin apasionamiento, si es posible que cumplan cuanto ofrecen. ¿En verdad pueden desterrar la corrupción? Todos lo prometen, pero ese cáncer carcome e invade todo. No seamos corruptos, sino justos y solidarios, y el país será otro. Así lo deseamos.

Administrador Apostólico de SCLC2

ÚLTIMASCOLUMNAS