/ jueves 24 de enero de 2019

Seminaristas indígenas en AL

VER.- En preparación para la Jornada Mundial de la Juventud, que se realiza estos días en Panamá, se llevaron a cabo, la semana pasada, dos actividades previas: Una, con jóvenes indígenas de muchas partes del mundo, allá mismo en Panamá; la otra, en el Seminario Conciliar de la Arquidiócesis de México, con 36 seminaristas procedentes de varias culturas originarias de América Latina, todos ellos autóctonos de diversos pueblos, hablantes de sus idiomas indígenas maternos.

Participaron candidatos al sacerdocio de las culturas Guaraní (Paraguay), Aymara (Bolivia), Ashaninka (Perú), Kichwa (Ecuador), Piratapuyo y Tucano (Colombia), Bribri (Costa Rica), Miskito (Nicaragua), Q´eqchí´ y Kaqchikel (Guatemala), Náhuatl, Cora, Maya, Zoque, Mazahua, Purhépecha, Tsotsil, Ch´ol, Otomí, Zapoteca y Mixteca (México).

Este encuentro fue organizado por la Conferencia del Episcopado Mexicano, por medio de sus Dimensiones de Seminarios, Pastoral de Pueblos Originarios y Afromexicanos, en coordinación con los Departamentos de Vocaciones y Ministerios, de Cultura y Educación, del CELAM.

Resaltaron que muchos de ellos, al ingresar a un Seminario o Casa de Formación de las Congregaciones Religiosas en América Latina, pierden sus raíces culturales, pues los formadores desconocen y menosprecian los valores de sus culturas, no están preparados para dar un acompañamiento adecuado a estos jóvenes.

Por ello, en el mismo Seminario sufren discriminaciones. En contrapartida, me emocionó casi hasta las lágrimas escucharles, al final del encuentro, su compromiso por asumir sus raíces, valorar sus culturas y no acomplejarse más, sino ofrecer con humildad y valentía todo lo bueno que llevan en su corazón desde su familia y sus pueblos.

Con esta actitud, son una esperanza de ir logrando, como han pedido los Papas, unas iglesias, unas diócesis, con rostro autóctono, con rostro indígena, para que en verdad la Iglesia sea católica, no monocultural, sino pluricultural, dentro de la unidad.

ACTUAR

Transcribo algunas de las propuestas hechas por los mismos participantes en el encuentro:

1. Crear y fomentar la conciencia de la importancia y el valor de nuestra cultura, para afianzar la identidad personal en nuestra respuesta vocacional. Así mismo, que los seminaristas que no son originarios puedan conocer y valorar la cultura de los pueblos y seminaristas originarios.

2. Que sean protagonistas de la inculturación en los seminarios: que den a conocer los ritos y costumbres de su propia cultura a los demás seminaristas.

3. Dar prioridad en el acompañamiento a los seminaristas indígenas en los seminarios, sin perder la identidad de los mismos.

4. Que los formadores en los seminarios conozcan la realidad de los seminaristas indígenas, para dar un mayor acompañamiento y, así, enriquecer los valores culturales de nuestros pueblos originarios.

Obispo Emérito de SCLC

VER.- En preparación para la Jornada Mundial de la Juventud, que se realiza estos días en Panamá, se llevaron a cabo, la semana pasada, dos actividades previas: Una, con jóvenes indígenas de muchas partes del mundo, allá mismo en Panamá; la otra, en el Seminario Conciliar de la Arquidiócesis de México, con 36 seminaristas procedentes de varias culturas originarias de América Latina, todos ellos autóctonos de diversos pueblos, hablantes de sus idiomas indígenas maternos.

Participaron candidatos al sacerdocio de las culturas Guaraní (Paraguay), Aymara (Bolivia), Ashaninka (Perú), Kichwa (Ecuador), Piratapuyo y Tucano (Colombia), Bribri (Costa Rica), Miskito (Nicaragua), Q´eqchí´ y Kaqchikel (Guatemala), Náhuatl, Cora, Maya, Zoque, Mazahua, Purhépecha, Tsotsil, Ch´ol, Otomí, Zapoteca y Mixteca (México).

Este encuentro fue organizado por la Conferencia del Episcopado Mexicano, por medio de sus Dimensiones de Seminarios, Pastoral de Pueblos Originarios y Afromexicanos, en coordinación con los Departamentos de Vocaciones y Ministerios, de Cultura y Educación, del CELAM.

Resaltaron que muchos de ellos, al ingresar a un Seminario o Casa de Formación de las Congregaciones Religiosas en América Latina, pierden sus raíces culturales, pues los formadores desconocen y menosprecian los valores de sus culturas, no están preparados para dar un acompañamiento adecuado a estos jóvenes.

Por ello, en el mismo Seminario sufren discriminaciones. En contrapartida, me emocionó casi hasta las lágrimas escucharles, al final del encuentro, su compromiso por asumir sus raíces, valorar sus culturas y no acomplejarse más, sino ofrecer con humildad y valentía todo lo bueno que llevan en su corazón desde su familia y sus pueblos.

Con esta actitud, son una esperanza de ir logrando, como han pedido los Papas, unas iglesias, unas diócesis, con rostro autóctono, con rostro indígena, para que en verdad la Iglesia sea católica, no monocultural, sino pluricultural, dentro de la unidad.

ACTUAR

Transcribo algunas de las propuestas hechas por los mismos participantes en el encuentro:

1. Crear y fomentar la conciencia de la importancia y el valor de nuestra cultura, para afianzar la identidad personal en nuestra respuesta vocacional. Así mismo, que los seminaristas que no son originarios puedan conocer y valorar la cultura de los pueblos y seminaristas originarios.

2. Que sean protagonistas de la inculturación en los seminarios: que den a conocer los ritos y costumbres de su propia cultura a los demás seminaristas.

3. Dar prioridad en el acompañamiento a los seminaristas indígenas en los seminarios, sin perder la identidad de los mismos.

4. Que los formadores en los seminarios conozcan la realidad de los seminaristas indígenas, para dar un mayor acompañamiento y, así, enriquecer los valores culturales de nuestros pueblos originarios.

Obispo Emérito de SCLC