/ domingo 25 de junio de 2023

Ser mujer en el siglo XXI 

Lo que el sentido común podría decirnos sobre la respuesta a esta sugerente afirmación, no resulta así de simple en las condiciones en las que hoy, el ser humano, ha desarrollado su quehacer y por tanto su historia.

Ser mujer en el S.XXI no es asunto fácil; los espacios en los que se le ha dado su justa dignidad muchas veces han sido victorias a través de episodios verdaderamente dolorosos (derecho a ejercer el voto democrático para elegir o ser elegida, equidad laboral, entre otros).

Ser mujer no responde de manera lineal a una interrogante, las perspectivas desde donde se cuestione y se conteste a esta pregunta, son parte de la respuesta.

Desde el contexto biológico, social, cultural, político, religioso, familiar, laboral, etcétera; el ser mujer comprende todos y cada uno de éstos pero no se reduce a ninguno.

A pesar de los avances para participar y ser protagonista en los espacios públicos y privados de los que se excluía por sólo el hecho de ser mujer, hoy por hoy, paradójicamente, se han vuelto más vulnerables, desde la propia intimidad hasta la propia identidad.

La seguridad es un flanco en el que no se ha avanzado ni consistente, ni satisfactoriamente, ejemplo de ello son los feminicidios, la trata, el acoso y abuso sexual, que constituyen un flanco en el que notablemente hay mayor indefensión.

De acuerdo a datos de la empresa T-Research International, sustentados a su vez en información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, de mayo de 2018 a mayo de 2023, han ocurrido 4391 feminicidios en México.

Por otra parte y de acuerdo a datos de la oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) “La trata de personas abarca abusos como la explotación sexual, el trabajo forzoso o la explotación en la mendicidad. En el 70% de los casos de trata, las víctimas son mujeres y niñas […] En América central y el Caribe, el 55% de las víctimas son niñas y el 25% mujeres adultas”1.

Si bien existen avances en relación a derechos elementales como educación, salud, remunneración salarial, quienes han sido testigos de los avances en esta materia, el tema de seguridad sigue aún en pausa, sigue aún deuda; si lo es para los mexicanos en general, aún más para las mujeres.

La discusión va más allá de la igualdad, que en realidad convendría señalar como equidad y trascender desde la dignidad humana, hacia las políticas públicas que se orientan a la seguridad de todos los ciudadanos.

Ser mujer en el s. XXI, responde al reto del éxito personal, desde lo familiar, lo laboral, lo social y cultural; consideramos que no es ocasión de disputa o competencia, no responde a “cobrar venganzas históricas” oprimiendo a los hombres, sino, en colaboración, buscar las mejores estrategias para gozar de una vida en paz.

Ser mujer en el s.XXI, es una oportunidad para la conciliación, para sumar y no dividir, para conjuntamente cuidar a niñas y niños en el respeto incuestionable por la mismísima dignidad de ambos.

Lo que el sentido común podría decirnos sobre la respuesta a esta sugerente afirmación, no resulta así de simple en las condiciones en las que hoy, el ser humano, ha desarrollado su quehacer y por tanto su historia.

Ser mujer en el S.XXI no es asunto fácil; los espacios en los que se le ha dado su justa dignidad muchas veces han sido victorias a través de episodios verdaderamente dolorosos (derecho a ejercer el voto democrático para elegir o ser elegida, equidad laboral, entre otros).

Ser mujer no responde de manera lineal a una interrogante, las perspectivas desde donde se cuestione y se conteste a esta pregunta, son parte de la respuesta.

Desde el contexto biológico, social, cultural, político, religioso, familiar, laboral, etcétera; el ser mujer comprende todos y cada uno de éstos pero no se reduce a ninguno.

A pesar de los avances para participar y ser protagonista en los espacios públicos y privados de los que se excluía por sólo el hecho de ser mujer, hoy por hoy, paradójicamente, se han vuelto más vulnerables, desde la propia intimidad hasta la propia identidad.

La seguridad es un flanco en el que no se ha avanzado ni consistente, ni satisfactoriamente, ejemplo de ello son los feminicidios, la trata, el acoso y abuso sexual, que constituyen un flanco en el que notablemente hay mayor indefensión.

De acuerdo a datos de la empresa T-Research International, sustentados a su vez en información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, de mayo de 2018 a mayo de 2023, han ocurrido 4391 feminicidios en México.

Por otra parte y de acuerdo a datos de la oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) “La trata de personas abarca abusos como la explotación sexual, el trabajo forzoso o la explotación en la mendicidad. En el 70% de los casos de trata, las víctimas son mujeres y niñas […] En América central y el Caribe, el 55% de las víctimas son niñas y el 25% mujeres adultas”1.

Si bien existen avances en relación a derechos elementales como educación, salud, remunneración salarial, quienes han sido testigos de los avances en esta materia, el tema de seguridad sigue aún en pausa, sigue aún deuda; si lo es para los mexicanos en general, aún más para las mujeres.

La discusión va más allá de la igualdad, que en realidad convendría señalar como equidad y trascender desde la dignidad humana, hacia las políticas públicas que se orientan a la seguridad de todos los ciudadanos.

Ser mujer en el s. XXI, responde al reto del éxito personal, desde lo familiar, lo laboral, lo social y cultural; consideramos que no es ocasión de disputa o competencia, no responde a “cobrar venganzas históricas” oprimiendo a los hombres, sino, en colaboración, buscar las mejores estrategias para gozar de una vida en paz.

Ser mujer en el s.XXI, es una oportunidad para la conciliación, para sumar y no dividir, para conjuntamente cuidar a niñas y niños en el respeto incuestionable por la mismísima dignidad de ambos.