/ jueves 16 de julio de 2020

¿Ser tratados como colonia?

“Usted no ha pretendido tratarnos como colonia, sino que, por el contrario, ha honrado nuestra condición de nación independiente”, le dijo el Presidente López Obrador al Presidente Trump en el jardín de las rosas de la Casa Blanca. ¿Y por qué seríamos tratados como colonia? Las palabras del Presidente mexicano dejan algo flotando en el aire, a saber, que pudimos y podríamos ser tratados como colonia, esto es, como territorio dominado y administrado por una potencia extranjera; lo cual no tendría nada de extraño en el caso si nos atenemos a la tristemente frase del periodista norteamericano John L. O´Sullivan y que dice así: “El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno… Y esta demanda está basada en el derecho de nuestro destino manifiesto a poseer todo el continente que nos ha dado la Providencia para desarrollar nuestro gran cometido de libertad y autogobierno”; defendiendo el periodista al que me refiero la anexión de Texas y Oregon.


Ahora bien, yo no digo que el “destino manifiesto” haya formado parte del pensamiento de Trump -¿cómo saberlo?- o de su política exterior, pero tal “destino” ha sido parte de la historia norteamericana en su política exterior, y particularmente en lo que atañe a Iberoamérica. Por lo tanto aludir a “colonia” me ha puesto a pensar muy seriamente, siendo algo desafortunado o no muy oportuno que estuviera incluido en lo que cito. Al respecto evoco al gran José Martí en un extraordinario discurso, conocido con el nombre de “Madre América”, y pronunciado el 19 de diciembre de 1889 ante los delegados a la Conferencia Internacional Americana, en Washington. Y nadie mejor que Martí para decirlo… a la distancia sin tiempo. He aquí parte de sus magistrales palabras: “Pero por grande que esta tierra sea, por ungida que esté para los hombres libres la América en que nació Lincoln, para nosotros, en el secreto de nuestro pecho, sin que nadie ose tachárnoslo ni nos lo pueda tener a mal, es más grande, porque es la nuestra y porque ha sido más infeliz, la América en que nació Juárez”… Surge Bolívar, con su cohorte de astros. Los volcanes, sacudiendo los flancos con estruendo, lo aclaman y publican. A caballo, la América entera. Y resuenan en la noche, con todas las estrellas encendidas, por llanos y por montes, los cascos redentores. Hablándoles a sus indios va el clérigo de México… y al alba, cuando la luz virgen se derrama por los despeñaderos, se ve a San Martín, allá sobre la nieve, cresta del monte y corona de la revolución, que va, envuelto en su capa de batalla, cruzando los Andes. ¿Adónde va la América, y quién la junta y guía? Sola, y como un solo pueblo, se levanta. Sola pelea. Vencerá, sola… ¡Y todo ese veneno lo hemos trocado en savia! Nunca, de tanta oposición y desdicha, nació un pueblo más precoz, más generoso, más firme… Por eso vivimos aquí, orgullosos de nuestra América para servirla y honrarla. No vivimos, no, como siervos futuros ni como aldeanos deslumbrados, sino con la determinación y la capacidad de contribuir a que se la estime por sus méritos, y se la respete por sus sacrificios”.


Discurso epopéyico que me ha venido a la memoria por su grandeza, elocuencia sin par y contundencia.


@RaulCarranca

www.facebook.com/despacho.raulcarranca

Profesor Emérito de la UNAM

“Usted no ha pretendido tratarnos como colonia, sino que, por el contrario, ha honrado nuestra condición de nación independiente”, le dijo el Presidente López Obrador al Presidente Trump en el jardín de las rosas de la Casa Blanca. ¿Y por qué seríamos tratados como colonia? Las palabras del Presidente mexicano dejan algo flotando en el aire, a saber, que pudimos y podríamos ser tratados como colonia, esto es, como territorio dominado y administrado por una potencia extranjera; lo cual no tendría nada de extraño en el caso si nos atenemos a la tristemente frase del periodista norteamericano John L. O´Sullivan y que dice así: “El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno… Y esta demanda está basada en el derecho de nuestro destino manifiesto a poseer todo el continente que nos ha dado la Providencia para desarrollar nuestro gran cometido de libertad y autogobierno”; defendiendo el periodista al que me refiero la anexión de Texas y Oregon.


Ahora bien, yo no digo que el “destino manifiesto” haya formado parte del pensamiento de Trump -¿cómo saberlo?- o de su política exterior, pero tal “destino” ha sido parte de la historia norteamericana en su política exterior, y particularmente en lo que atañe a Iberoamérica. Por lo tanto aludir a “colonia” me ha puesto a pensar muy seriamente, siendo algo desafortunado o no muy oportuno que estuviera incluido en lo que cito. Al respecto evoco al gran José Martí en un extraordinario discurso, conocido con el nombre de “Madre América”, y pronunciado el 19 de diciembre de 1889 ante los delegados a la Conferencia Internacional Americana, en Washington. Y nadie mejor que Martí para decirlo… a la distancia sin tiempo. He aquí parte de sus magistrales palabras: “Pero por grande que esta tierra sea, por ungida que esté para los hombres libres la América en que nació Lincoln, para nosotros, en el secreto de nuestro pecho, sin que nadie ose tachárnoslo ni nos lo pueda tener a mal, es más grande, porque es la nuestra y porque ha sido más infeliz, la América en que nació Juárez”… Surge Bolívar, con su cohorte de astros. Los volcanes, sacudiendo los flancos con estruendo, lo aclaman y publican. A caballo, la América entera. Y resuenan en la noche, con todas las estrellas encendidas, por llanos y por montes, los cascos redentores. Hablándoles a sus indios va el clérigo de México… y al alba, cuando la luz virgen se derrama por los despeñaderos, se ve a San Martín, allá sobre la nieve, cresta del monte y corona de la revolución, que va, envuelto en su capa de batalla, cruzando los Andes. ¿Adónde va la América, y quién la junta y guía? Sola, y como un solo pueblo, se levanta. Sola pelea. Vencerá, sola… ¡Y todo ese veneno lo hemos trocado en savia! Nunca, de tanta oposición y desdicha, nació un pueblo más precoz, más generoso, más firme… Por eso vivimos aquí, orgullosos de nuestra América para servirla y honrarla. No vivimos, no, como siervos futuros ni como aldeanos deslumbrados, sino con la determinación y la capacidad de contribuir a que se la estime por sus méritos, y se la respete por sus sacrificios”.


Discurso epopéyico que me ha venido a la memoria por su grandeza, elocuencia sin par y contundencia.


@RaulCarranca

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Profesor Emérito de la UNAM