/ sábado 19 de enero de 2019

Sí a la Guardia Nacional

Desde la explicación de motivos de la iniciativa para crearla, se hace alusión a la crisis de inseguridad pública que se vive en varias partes del país. No hay institución local, estatal o federal civil, que pueda hacerle frente a las dimensiones del antagonismo que el crimen organizado representa. Tan solo observemos los sucedido con el robo de combustible en los ductos de Petróleos Mexicanos. Es evidente que las autoridades civiles en los órdenes de gobierno, reclaman o bien, exigen, la asistencia de las Fuerzas Armadas para contener y someter al crimen organizado.

Como lo ha señalado Javier Santiago Castillo, la dimensión del antagonismo que implica el crimen organizado, es capaz de cuestionar la viabilidad y perspectiva del Estado mexicano. De allí que para responder, pero sobre todo, responder a semejante desafío, es que las Fuerzas Armadas, son las únicas capacitadas, adoctrinadas y eficientes, para contener y someter a la situación que vive el país.

Si la Guardia Nacional recibe el trato de una dependencia más, de una estructura aledaña o de una oficina anexa, el poder civil no ha comprendido la dimensión de la crisis en el país. Por eso, es de llamar la atención la forma displicente en que los legisladores convocan a foros, seminarios, conferencias, mientras que en amplias zonas del país los militares integrantes del Ejército Mexicano, la Fuerza Aérea Mexicana y la Armada de México, arriesgan la vida sin otro privilegio que servir a la Patria.

Es muy probable que la Ley de la Guardia Nacional, se vaya hasta el siguiente periodo ordinario de sesiones. Pero, la violencia seguirá su marcha incremental (ojalá y me equivoque). Por lo tanto, si las autoridades civiles persisten en su acusada actitud de demandar a las Fuerzas Armadas en las labores de seguridad pública, lo menos que pueden hacer, es darles las herramientas jurídicas para mejor hacer su trabajo. No hay duda, de que la creación de la Guardia Nacional, es una consecuencia directa de la declaratoria de inconstitucionalidad de la Ley de Seguridad Interior, decretada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

El Presidente López Obrador ha reconocido los valores y servicios que las Fuerzas Armadas aportan a la democracia del país; ni los más fervientes críticos de estás supusieron un cambio tan evidente como necesario. La Guardia Nacional debe quedar como una Fuerza Armada más. No hay militarización, cuando ni el presupuesto asignado, ni posiciones políticas, prácticas sociales o imposición de conductas, forman parte de los programas de gobierno.

Los legisladores, integrantes del Congreso de la Unión, tendrán que asumir que la crisis de inseguridad pública ha rebasado a las autoridades locales en general. De allí que los valores cívicos y patrióticos de los elementos de las Fuerzas Armadas, mucho pueden hacer por el país. De ese tamaño es el reto, proporcional al compromiso para hacer de México una Patria a la altura de nuestra expectativas.



javierolivaposada@gmail.com

@JOPso

Desde la explicación de motivos de la iniciativa para crearla, se hace alusión a la crisis de inseguridad pública que se vive en varias partes del país. No hay institución local, estatal o federal civil, que pueda hacerle frente a las dimensiones del antagonismo que el crimen organizado representa. Tan solo observemos los sucedido con el robo de combustible en los ductos de Petróleos Mexicanos. Es evidente que las autoridades civiles en los órdenes de gobierno, reclaman o bien, exigen, la asistencia de las Fuerzas Armadas para contener y someter al crimen organizado.

Como lo ha señalado Javier Santiago Castillo, la dimensión del antagonismo que implica el crimen organizado, es capaz de cuestionar la viabilidad y perspectiva del Estado mexicano. De allí que para responder, pero sobre todo, responder a semejante desafío, es que las Fuerzas Armadas, son las únicas capacitadas, adoctrinadas y eficientes, para contener y someter a la situación que vive el país.

Si la Guardia Nacional recibe el trato de una dependencia más, de una estructura aledaña o de una oficina anexa, el poder civil no ha comprendido la dimensión de la crisis en el país. Por eso, es de llamar la atención la forma displicente en que los legisladores convocan a foros, seminarios, conferencias, mientras que en amplias zonas del país los militares integrantes del Ejército Mexicano, la Fuerza Aérea Mexicana y la Armada de México, arriesgan la vida sin otro privilegio que servir a la Patria.

Es muy probable que la Ley de la Guardia Nacional, se vaya hasta el siguiente periodo ordinario de sesiones. Pero, la violencia seguirá su marcha incremental (ojalá y me equivoque). Por lo tanto, si las autoridades civiles persisten en su acusada actitud de demandar a las Fuerzas Armadas en las labores de seguridad pública, lo menos que pueden hacer, es darles las herramientas jurídicas para mejor hacer su trabajo. No hay duda, de que la creación de la Guardia Nacional, es una consecuencia directa de la declaratoria de inconstitucionalidad de la Ley de Seguridad Interior, decretada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

El Presidente López Obrador ha reconocido los valores y servicios que las Fuerzas Armadas aportan a la democracia del país; ni los más fervientes críticos de estás supusieron un cambio tan evidente como necesario. La Guardia Nacional debe quedar como una Fuerza Armada más. No hay militarización, cuando ni el presupuesto asignado, ni posiciones políticas, prácticas sociales o imposición de conductas, forman parte de los programas de gobierno.

Los legisladores, integrantes del Congreso de la Unión, tendrán que asumir que la crisis de inseguridad pública ha rebasado a las autoridades locales en general. De allí que los valores cívicos y patrióticos de los elementos de las Fuerzas Armadas, mucho pueden hacer por el país. De ese tamaño es el reto, proporcional al compromiso para hacer de México una Patria a la altura de nuestra expectativas.



javierolivaposada@gmail.com

@JOPso