/ martes 12 de octubre de 2021

Si algo puede salir mal

*Santiago Fernández Sordo

Conforme nos acercamos al invierno, comienza a hacerse patente una crisis de energía. Los precios del Gas Natural en Europa se han elevado poco más de 130% en el último mes, mientras que en Asia el incremento ha sido de 85%. El Gas Natural es uno de los principales insumos para la producción de energía eléctrica en ambos continentes y su disponibilidad es relativamente escaza, una vez que el invierno pasado fue inusualmente frio y agotó los inventarios del energético. Al mismo tiempo, la creciente demanda por energía conforme el mundo se recupera aceleradamente de la pandemia, ha limitado mucho la capacidad para reponer esos inventarios.

El panorama se complica aún más por las regulaciones ambientales y las intenciones de transitar hacia fuentes de energía limpia. Condiciones climáticas poco favorables durante 2021, pusieron en evidencia la intermitencia en la generación de electricidad a través de fuentes renovables: en China, menores precipitaciones a lo largo del año provocaron baja producción en las hidroeléctricas del país, mientras que en Europa el verano fue menos ventoso y menos productivo para los parques eólicos del continente. Ante estos problemas, los precios de la electricidad en Europa se han comenzado a elevar sustancialmente y en China se presentan disrupciones en el suministro, con apagones que han afectado a industrias completas y a la población en general.

Como respuesta ante la situación, el gobierno chino ha ordenado a las empresas estatales de energía hacerse de los suministros necesarios a cualquier costo para garantizar la oferta de electricidad, por lo que fuentes alternativas como el carbón y el petróleo han visto también alzas importantes en los precios. Tan sólo la semana pasada, los precios del petróleo alcanzaron los $80 dólares por abril por primera vez desde 2014. Esto, a su vez, ha repercutido en los precios de las gasolinas en Estados Unidos y se teme que la economía más grande del mundo no será ajena a la crisis de energía que se asoma para el invierno. En Reino Unido, los altos precios se han conjugado con problemas en el transporte de gasolinas, resultado en compras de pánico y escasez para todo el país; mientras que, en India, las plantas productoras de electricidad han asegurado que cuentan con menos de cuatro días de inventarios de carbón para la producción eléctrica. Finalmente, en México también hemos sufrido las consecuencias, con persistentes alzas en los precios del gas LP para uso doméstico, que obligaron al gobierno federal a implementar controles sobre los precios en su comercialización durante el último mes.

Los mayores costos de la energía tienen dos consecuencias inmediatas. Una política, en tanto que pueden provocar descontento social por la falta de electricidad a precios accesibles durante una temporada tan importante como el invierno; y otra económica, al reforzar las presiones inflacionarias que amenazan con precipitar una recesión y generar inestabilidad financiera. En suma, la pandemia sigue poniendo en evidencia tanto nuestra fragilidad biológica como la fragilidad de nuestra organización social; y parece como si estuviéramos viviendo una demostración de la Ley de Murphy: si algo puede salir mal, saldrá mal.

*Profesor de la Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México.

*Santiago Fernández Sordo

Conforme nos acercamos al invierno, comienza a hacerse patente una crisis de energía. Los precios del Gas Natural en Europa se han elevado poco más de 130% en el último mes, mientras que en Asia el incremento ha sido de 85%. El Gas Natural es uno de los principales insumos para la producción de energía eléctrica en ambos continentes y su disponibilidad es relativamente escaza, una vez que el invierno pasado fue inusualmente frio y agotó los inventarios del energético. Al mismo tiempo, la creciente demanda por energía conforme el mundo se recupera aceleradamente de la pandemia, ha limitado mucho la capacidad para reponer esos inventarios.

El panorama se complica aún más por las regulaciones ambientales y las intenciones de transitar hacia fuentes de energía limpia. Condiciones climáticas poco favorables durante 2021, pusieron en evidencia la intermitencia en la generación de electricidad a través de fuentes renovables: en China, menores precipitaciones a lo largo del año provocaron baja producción en las hidroeléctricas del país, mientras que en Europa el verano fue menos ventoso y menos productivo para los parques eólicos del continente. Ante estos problemas, los precios de la electricidad en Europa se han comenzado a elevar sustancialmente y en China se presentan disrupciones en el suministro, con apagones que han afectado a industrias completas y a la población en general.

Como respuesta ante la situación, el gobierno chino ha ordenado a las empresas estatales de energía hacerse de los suministros necesarios a cualquier costo para garantizar la oferta de electricidad, por lo que fuentes alternativas como el carbón y el petróleo han visto también alzas importantes en los precios. Tan sólo la semana pasada, los precios del petróleo alcanzaron los $80 dólares por abril por primera vez desde 2014. Esto, a su vez, ha repercutido en los precios de las gasolinas en Estados Unidos y se teme que la economía más grande del mundo no será ajena a la crisis de energía que se asoma para el invierno. En Reino Unido, los altos precios se han conjugado con problemas en el transporte de gasolinas, resultado en compras de pánico y escasez para todo el país; mientras que, en India, las plantas productoras de electricidad han asegurado que cuentan con menos de cuatro días de inventarios de carbón para la producción eléctrica. Finalmente, en México también hemos sufrido las consecuencias, con persistentes alzas en los precios del gas LP para uso doméstico, que obligaron al gobierno federal a implementar controles sobre los precios en su comercialización durante el último mes.

Los mayores costos de la energía tienen dos consecuencias inmediatas. Una política, en tanto que pueden provocar descontento social por la falta de electricidad a precios accesibles durante una temporada tan importante como el invierno; y otra económica, al reforzar las presiones inflacionarias que amenazan con precipitar una recesión y generar inestabilidad financiera. En suma, la pandemia sigue poniendo en evidencia tanto nuestra fragilidad biológica como la fragilidad de nuestra organización social; y parece como si estuviéramos viviendo una demostración de la Ley de Murphy: si algo puede salir mal, saldrá mal.

*Profesor de la Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México.