/ martes 12 de marzo de 2024

Si les molesta, elimínenme

Por Estela Casados

Ni bien había caído la noche del pasado 8 de marzo y ya había una serie de lamentaciones y “debates” en las redes sociales sobre lo acontecido en las marchas en todo el país alusivas al Día Internacional de las Mujeres.

Las lamentaciones y “debates” nada tenían que ver con los 55 feminicidios que acontecieron en México tan solo en enero de este año, de acuerdo con información oficial. Tampoco se trataba de poner en evidencia que la misma fuente informaba de 459 homicidios de mujeres acontecidos en el primer mes de 2024. No. Nada de eso importaba.

Como cada año, pese a la cifra oficial y a las estimaciones que dan a conocer la sociedad civil y la academia sobre el elevado número de asesinatos, desapariciones y agresiones contra mujeres, lo destacable para las personas usuarias de redes sociales fue denostar la movilización nacional que se llevó a cabo a propósito del Día Internacional de las Mujeres.

Desde mofas cuyo blanco eran los cuerpos de las manifestantes, su manera de vestir y las consignas que gritaron a lo largo de las marchas, nuevamente las paredes y los edificios públicos ocuparon la atención de quienes criticaban ferozmente a aquellas que realizaron pintas.

El ataque provenía de los lugares comunes del machismo que nos viste tan bien para estas ocasiones: la incapacidad que las mujeres exhiben para entender, analizar y actuar, pese a su formación universitaria, por ejemplo. “Si supieran de historia y política, entenderían que una pinta no resuelve nada”.

Desde luego, había expresiones peores que se inclinaban por la represión violenta hacia las manifestantes. Solo faltó que postearan loas por la brutal intervención de las fuerzas policiales en Zacatecas contra niñas y mujeres que se movilizaron en aquella entidad; pero de esa misoginia de Estado ningún defensor o defensora de paredes se pronunció. Tal vez porque lo “decretaron” con tanta vehemencia que fue como su sueño hecho realidad.

He de confesar que poco utilizo las redes sociales. Hay mucha podredumbre y desencanto ahí. Lo constaté en el ocaso del 8 de marzo y durante el día siguiente. “Si les molesta, elimínenme”, era la frase con la que cerraban las publicaciones que preferían dar visibilidad a sus prejuicios misóginos y voltear la cara a las violencias contra mujeres.

Los más “tibios” se escudaban en que solo compartían la información, pero que no necesariamente comulgaban con lo que ahí se señalaba. Es decir, eran cómplices por omisión. El machismo goza de buena salud, lo podemos observar en las redes sociales.

He de decir que me reanimaron las publicaciones de mis alumnas que celebraban su presencia y exigencia en las marchas del pasado viernes. Fue un bálsamo morado y verde que curó el alma. Muchas colegas docentes, activistas, sobrevivientes, familiares de desaparecidas y de víctimas de feminicidio alzaron la voz y se unieron para ser aún más poderosas.

Entonces, cuando revisaba sus post, fotos y videos, cuando las veía bailar, cantar, gritar y hacer pintas, encontré también a aquellas que anunciaban que estaban “eliminando” a sus contactos que pedían ser eliminados por sus publicaciones machistas que pretenden justificar el infinito odio que sienten por las mujeres. Sonreí. He de confesar que aún no termino de quitar “amistad” a mis contactos más misóginos.

Coordinadora del Observatorio Universitario de Violencias contra las Mujeres. Universidad Veracruzana

Por Estela Casados

Ni bien había caído la noche del pasado 8 de marzo y ya había una serie de lamentaciones y “debates” en las redes sociales sobre lo acontecido en las marchas en todo el país alusivas al Día Internacional de las Mujeres.

Las lamentaciones y “debates” nada tenían que ver con los 55 feminicidios que acontecieron en México tan solo en enero de este año, de acuerdo con información oficial. Tampoco se trataba de poner en evidencia que la misma fuente informaba de 459 homicidios de mujeres acontecidos en el primer mes de 2024. No. Nada de eso importaba.

Como cada año, pese a la cifra oficial y a las estimaciones que dan a conocer la sociedad civil y la academia sobre el elevado número de asesinatos, desapariciones y agresiones contra mujeres, lo destacable para las personas usuarias de redes sociales fue denostar la movilización nacional que se llevó a cabo a propósito del Día Internacional de las Mujeres.

Desde mofas cuyo blanco eran los cuerpos de las manifestantes, su manera de vestir y las consignas que gritaron a lo largo de las marchas, nuevamente las paredes y los edificios públicos ocuparon la atención de quienes criticaban ferozmente a aquellas que realizaron pintas.

El ataque provenía de los lugares comunes del machismo que nos viste tan bien para estas ocasiones: la incapacidad que las mujeres exhiben para entender, analizar y actuar, pese a su formación universitaria, por ejemplo. “Si supieran de historia y política, entenderían que una pinta no resuelve nada”.

Desde luego, había expresiones peores que se inclinaban por la represión violenta hacia las manifestantes. Solo faltó que postearan loas por la brutal intervención de las fuerzas policiales en Zacatecas contra niñas y mujeres que se movilizaron en aquella entidad; pero de esa misoginia de Estado ningún defensor o defensora de paredes se pronunció. Tal vez porque lo “decretaron” con tanta vehemencia que fue como su sueño hecho realidad.

He de confesar que poco utilizo las redes sociales. Hay mucha podredumbre y desencanto ahí. Lo constaté en el ocaso del 8 de marzo y durante el día siguiente. “Si les molesta, elimínenme”, era la frase con la que cerraban las publicaciones que preferían dar visibilidad a sus prejuicios misóginos y voltear la cara a las violencias contra mujeres.

Los más “tibios” se escudaban en que solo compartían la información, pero que no necesariamente comulgaban con lo que ahí se señalaba. Es decir, eran cómplices por omisión. El machismo goza de buena salud, lo podemos observar en las redes sociales.

He de decir que me reanimaron las publicaciones de mis alumnas que celebraban su presencia y exigencia en las marchas del pasado viernes. Fue un bálsamo morado y verde que curó el alma. Muchas colegas docentes, activistas, sobrevivientes, familiares de desaparecidas y de víctimas de feminicidio alzaron la voz y se unieron para ser aún más poderosas.

Entonces, cuando revisaba sus post, fotos y videos, cuando las veía bailar, cantar, gritar y hacer pintas, encontré también a aquellas que anunciaban que estaban “eliminando” a sus contactos que pedían ser eliminados por sus publicaciones machistas que pretenden justificar el infinito odio que sienten por las mujeres. Sonreí. He de confesar que aún no termino de quitar “amistad” a mis contactos más misóginos.

Coordinadora del Observatorio Universitario de Violencias contra las Mujeres. Universidad Veracruzana