/ jueves 11 de junio de 2020

Si me lo ponen así...

El Presidente de la República dijo el anterior sábado 6 del mes en curso, en la refinería de Minatitlán, Veracruz, que no es tiempo de simulaciones y que o somos conservadores o somos liberales. Sostuvo que no hay medias tintas y que las posturas moderadas no tienen cabida; reiterando que se está por la transformación o se está en contra de la transformación del país, y que es tiempo de definiciones.

Planteadas de esa manera las cosas y si me lo ponen así, definitivamente soy liberal lo que incluye de suyo a la libertad y al liberalismo que, para sintetizar, es la doctrina política que postula la libertad individual y social en lo político y la iniciativa privada en lo económico y cultural, limitando o regulando en estos terrenos la intervención del Estado y de los poderes públicos; lo que en rigor consagra nuestra Constitución en sus artículos 25 y 26. Libertad, sí, pero que implica la crítica positiva y la disimilitud de pensamiento en cuanto al ejercicio de determinadas acciones o políticas, en uso del valor humano de la dignidad; siendo que en este sentido el liberalismo no es sinónimo de conformidad ni tampoco de sometimiento a una sola idea. La libertad no es un dogma, porque la conformidad se identifica con el despotismo y anula la dignidad. El liberal se aleja del conservadurismo que siempre se pliega a modelos estrictos o rigurosos, rechazando toda clase de innovaciones o de cambios.

Ahora bien y repito, si me lo ponen así, definitivamente soy liberal. No se olvide sin embargo que el liberalismo propicia la unidad -nacional, política, ideológica- y que el conservadurismo, por su cerrazón, la desunión y la discordia ya que los cambios sólo se dan en un ambiente de libertad y no de rechazo a innovaciones, o incluso a cambios radicales, rechazo que inevitablemente polariza la opinión pública dividiéndola en dos o más. La unidad que es parte substancial del liberalismo es sinónimo de libertad, porque al no aglutinar criterios en un cuerpo único, cerrado, permite el desplazamiento de la opinión dentro de una misma y común ideología. El conservadurismo, en cambio, confunde la unidad con la uniformidad que viene a ser una expresión de la tiranía ideológica.

Hay quienes piensan equivocadamente que en los grandes cambios o movimientos sociales la substitución de un estilo político por otro es equivalente a desunión, olvidando que en dicha transformación social lo que impulsa a la unidad es la diversidad de criterios unidos pero no uniformes. ¿Y porque en el conservadurismo prevalece la uniformidad? Porque políticamente hablando la forma única, uni-formidad, no permite de suyo la interrelación de criterios.

El conservadurismo es una ideología cerrada, clausurada, siendo en cambio el liberalismo una ideología abierta con predominio de libertad para expresar lo que se piensa. Y esto es lo que debe estar a salvo, absolutamente a salvo, en todo cambio liberal. SOMOS LIBERALES SIN DISCUSIÓN, PERO DISCUTIENDO. La condición o circunstancia indispensable para el auténtico ejercicio del liberalismo, es la libertad que se traduce en unidad impulsadora del cambio. Es decir, apoyamos sin ninguna clase de restricción la llamada IV Transformación; pudiendo también disentir en libertad, o sea, argumentando para así lograr la unidad y no el sometimiento. Opinar es un privilegio del hombre, juzgar y valorar.

No podemos ni queremos ser conservadores, no va de acuerdo con nuestros ideales y valores. Lucharemos siempre por un liberalismo que no anule la individualidad de disentir, buscando siempre la unidad que en esta hora difícil reclama México. Acuerdos y no desacuerdos, sumas y no restas, inclusiones y no exclusiones.


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Y Facebook: www.facebook.com/despacho.raulcarranca

El Presidente de la República dijo el anterior sábado 6 del mes en curso, en la refinería de Minatitlán, Veracruz, que no es tiempo de simulaciones y que o somos conservadores o somos liberales. Sostuvo que no hay medias tintas y que las posturas moderadas no tienen cabida; reiterando que se está por la transformación o se está en contra de la transformación del país, y que es tiempo de definiciones.

Planteadas de esa manera las cosas y si me lo ponen así, definitivamente soy liberal lo que incluye de suyo a la libertad y al liberalismo que, para sintetizar, es la doctrina política que postula la libertad individual y social en lo político y la iniciativa privada en lo económico y cultural, limitando o regulando en estos terrenos la intervención del Estado y de los poderes públicos; lo que en rigor consagra nuestra Constitución en sus artículos 25 y 26. Libertad, sí, pero que implica la crítica positiva y la disimilitud de pensamiento en cuanto al ejercicio de determinadas acciones o políticas, en uso del valor humano de la dignidad; siendo que en este sentido el liberalismo no es sinónimo de conformidad ni tampoco de sometimiento a una sola idea. La libertad no es un dogma, porque la conformidad se identifica con el despotismo y anula la dignidad. El liberal se aleja del conservadurismo que siempre se pliega a modelos estrictos o rigurosos, rechazando toda clase de innovaciones o de cambios.

Ahora bien y repito, si me lo ponen así, definitivamente soy liberal. No se olvide sin embargo que el liberalismo propicia la unidad -nacional, política, ideológica- y que el conservadurismo, por su cerrazón, la desunión y la discordia ya que los cambios sólo se dan en un ambiente de libertad y no de rechazo a innovaciones, o incluso a cambios radicales, rechazo que inevitablemente polariza la opinión pública dividiéndola en dos o más. La unidad que es parte substancial del liberalismo es sinónimo de libertad, porque al no aglutinar criterios en un cuerpo único, cerrado, permite el desplazamiento de la opinión dentro de una misma y común ideología. El conservadurismo, en cambio, confunde la unidad con la uniformidad que viene a ser una expresión de la tiranía ideológica.

Hay quienes piensan equivocadamente que en los grandes cambios o movimientos sociales la substitución de un estilo político por otro es equivalente a desunión, olvidando que en dicha transformación social lo que impulsa a la unidad es la diversidad de criterios unidos pero no uniformes. ¿Y porque en el conservadurismo prevalece la uniformidad? Porque políticamente hablando la forma única, uni-formidad, no permite de suyo la interrelación de criterios.

El conservadurismo es una ideología cerrada, clausurada, siendo en cambio el liberalismo una ideología abierta con predominio de libertad para expresar lo que se piensa. Y esto es lo que debe estar a salvo, absolutamente a salvo, en todo cambio liberal. SOMOS LIBERALES SIN DISCUSIÓN, PERO DISCUTIENDO. La condición o circunstancia indispensable para el auténtico ejercicio del liberalismo, es la libertad que se traduce en unidad impulsadora del cambio. Es decir, apoyamos sin ninguna clase de restricción la llamada IV Transformación; pudiendo también disentir en libertad, o sea, argumentando para así lograr la unidad y no el sometimiento. Opinar es un privilegio del hombre, juzgar y valorar.

No podemos ni queremos ser conservadores, no va de acuerdo con nuestros ideales y valores. Lucharemos siempre por un liberalismo que no anule la individualidad de disentir, buscando siempre la unidad que en esta hora difícil reclama México. Acuerdos y no desacuerdos, sumas y no restas, inclusiones y no exclusiones.


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