/ jueves 9 de julio de 2020

Simulación y entreguismo

El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos.

Antonio Gramsci


El ciudadano presidente López Obrador ondea la bandera de intrépido y patriota. Se trata de ser estoico y valiente. Así lo demuestra al madrugar para revisar la agenda de seguridad: basta una hora para contar los muertos. Se tiene miedo, pero no cobardía. Por ello, instituir las conferencias matutinas es una necesidad terapéutica, es la catarsis comunicativa que exige una población indefensa; insultar a los opositores desde el púlpito presidencial es un claro ejemplo de que hay libertad de expresión; decir ocurrencias es una potestad constitucional avalada por ¡30 millones!; cuestionar los lujos y los excesos es cómodo y contradictorio para quien goza de vivir en un palacio resguardado por soldados; decretar y agitar que se acabó el Neoliberalismo, mientras la “minoría rapaz” no es tocada ni con el pétalo de una reforma fiscal y hasta es convidada a la cena con Trump; dar recetas de cocina y de nutrición, mientras él presume comerse una “guajolota” y otras exquisitos platillos llenos de grasas y carbohidratos; anunciar que se “está aplanando la curva”, cuando, en realidad, van en ascenso los contagios y las muertes, es un mentís a las afirmaciones de su hablantín vocero nocturno; convocar a entonar a Violeta Parra cuando el desempleo y las angustias colectivas crecen; someterse a la agenda de Trump y omitir el grotesco racismo que destila y expresa el habitante de la Casa Blanca exhibe la anemia de un nacionalismo de temporal; decir que “no son iguales”, mientras da privilegios a la prensa y se sigue beneficiando a las dos televisoras y a un tabloide citadino que es su boletín y fanático incondicional, como lo muestran los datos recientes, ratifica el manejo discrecional de los recursos públicos; aplicar una rigurosa política de austeridad, pero mantener la onerosa estructura de los “servidores de la nación”, ratifica la doble moral con claros fines electorales; declararse transparente mientras algunos miembros de su gabinete ganan más que él y, además, falsean u omiten sus propiedades e ingresos, es la reiteración de un discurso que eclipsa la practica concreta.


El encuentro con Trump, de hace unas horas, nos presenta la otra cara de AMLO. Decirle al presidente estadounidense que, “le agradece el trato respetuoso a los mexicanos”, es una afrenta a los miles de dreamers que busca expulsar y la persecución a nuestras comunidades; al mismo tiempo, ofrece como moneda de intercambio la “fuerza laboral mexicana” y su eficiencia productiva. Conclusión: simulación en la política interna y entreguismo a Estados unidos.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz



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El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos.

Antonio Gramsci


El ciudadano presidente López Obrador ondea la bandera de intrépido y patriota. Se trata de ser estoico y valiente. Así lo demuestra al madrugar para revisar la agenda de seguridad: basta una hora para contar los muertos. Se tiene miedo, pero no cobardía. Por ello, instituir las conferencias matutinas es una necesidad terapéutica, es la catarsis comunicativa que exige una población indefensa; insultar a los opositores desde el púlpito presidencial es un claro ejemplo de que hay libertad de expresión; decir ocurrencias es una potestad constitucional avalada por ¡30 millones!; cuestionar los lujos y los excesos es cómodo y contradictorio para quien goza de vivir en un palacio resguardado por soldados; decretar y agitar que se acabó el Neoliberalismo, mientras la “minoría rapaz” no es tocada ni con el pétalo de una reforma fiscal y hasta es convidada a la cena con Trump; dar recetas de cocina y de nutrición, mientras él presume comerse una “guajolota” y otras exquisitos platillos llenos de grasas y carbohidratos; anunciar que se “está aplanando la curva”, cuando, en realidad, van en ascenso los contagios y las muertes, es un mentís a las afirmaciones de su hablantín vocero nocturno; convocar a entonar a Violeta Parra cuando el desempleo y las angustias colectivas crecen; someterse a la agenda de Trump y omitir el grotesco racismo que destila y expresa el habitante de la Casa Blanca exhibe la anemia de un nacionalismo de temporal; decir que “no son iguales”, mientras da privilegios a la prensa y se sigue beneficiando a las dos televisoras y a un tabloide citadino que es su boletín y fanático incondicional, como lo muestran los datos recientes, ratifica el manejo discrecional de los recursos públicos; aplicar una rigurosa política de austeridad, pero mantener la onerosa estructura de los “servidores de la nación”, ratifica la doble moral con claros fines electorales; declararse transparente mientras algunos miembros de su gabinete ganan más que él y, además, falsean u omiten sus propiedades e ingresos, es la reiteración de un discurso que eclipsa la practica concreta.


El encuentro con Trump, de hace unas horas, nos presenta la otra cara de AMLO. Decirle al presidente estadounidense que, “le agradece el trato respetuoso a los mexicanos”, es una afrenta a los miles de dreamers que busca expulsar y la persecución a nuestras comunidades; al mismo tiempo, ofrece como moneda de intercambio la “fuerza laboral mexicana” y su eficiencia productiva. Conclusión: simulación en la política interna y entreguismo a Estados unidos.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz



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