/ lunes 4 de marzo de 2019

Sin diálogo e inversión no hay crecimiento

La economía ha enviado una señal que debe atenderse, de lo contrario México vivirá una nueva desaceleración con un desenlace poco afortunado. El gobierno federal no puede dudar: el desempeño del sector productivo está encaminado hacia tasas de crecimiento marginales que en algunos meses podrían tornarse negativas.

Ante la evidencia que se acumula hay dos aspectos positivos que pueden contribuir a evitar que el menor ritmo de actividad productiva se profundice y prolongue.

El primero es la creación del Consejo para el Fomento a la Inversión, el Empleo y el Crecimiento Económico.

Sin duda las tres variables que le dan nombre al consejo son las pertinentes en este momento: sin inversión no hay crecimiento ni generación de nuevo empleo.

De acuerdo con el Inegi, la inversión creció 1.5 por ciento en promedio anual en los primeros 11 meses de 2018. Sus registros fueron negativos en tres de los últimos cuatro meses de los que hay evidencia y por ello prácticamente todos sus componentes vienen a la baja. La implicación es directa, los sectores público y privado frenaron la renovación de maquinaria, equipo y construcción.

En este contexto fue afortunado que el nuevo presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Carlos Salazar Lomelín, haya planteado que México debe tener una obsesión por la inversión. Básicamente corresponde a la idea de buscar reactivar el crecimiento de México y con ello atender la necesidad de empleo de la sociedad.

Vinculado con ello fue favorable que Salazar Lomelín señalará el compromiso que el sector privado tiene para abatir la pobreza a través de la inversión y la creación de empleo. Bienestar con bases productivas representa la única forma sostenible de alcanzar mayor progreso.

La visión propositiva del nuevo dirigente del CCE provocó que el presidente Andrés Manuel López Obrador hiciera a un lado su discurso y aceptara la propuesta de colaboración. Ahora falta avanzar en acuerdos concretos, tanto de cambio estructural como de coyuntura.

El tiempo apremia. Mientras los primeros pasos en materia económica de la actual administración encaminaron el gasto e inversión públicas a la austeridad, la economía mexicana heredó una desaceleración del gobierno anterior y un modelo económico obsoleto que ha guiado las directrices del sector en los últimos 30 años y que sólo alcanza para que el PIB crezca 2 por ciento.

¿Por dónde comenzar? La conformación del Consejo para el Fomento a la Inversión, el Empleo y el Crecimiento Económico deberá convertirse en el lugar en donde los sectores público y privado dialoguen sobre las acciones a emprender en el corto plazo, al mismo tiempo que se avanza en una nueva arquitectura institucional y de modelo económico para México. Centrarse únicamente en la coyuntura sería un parche que se agotaría rápidamente.

La conformación del Consejo deberá completarse con el sector académico y el laboral. Ahí se deberán construir los acuerdos que México requiere para enfrentar la desaceleración productiva que ya se vive.

A diferencia de otras épocas el Consejo deberá constituirse e institucionalizarse más allá de intereses políticos y sectarios, es momento de que el país encuentre puentes de diálogo y colaboración, la división y confrontación ha dejado un saldo de pobreza y baja productividad que han frenado el desarrollo nacional.

La economía ha enviado una señal que debe atenderse, de lo contrario México vivirá una nueva desaceleración con un desenlace poco afortunado. El gobierno federal no puede dudar: el desempeño del sector productivo está encaminado hacia tasas de crecimiento marginales que en algunos meses podrían tornarse negativas.

Ante la evidencia que se acumula hay dos aspectos positivos que pueden contribuir a evitar que el menor ritmo de actividad productiva se profundice y prolongue.

El primero es la creación del Consejo para el Fomento a la Inversión, el Empleo y el Crecimiento Económico.

Sin duda las tres variables que le dan nombre al consejo son las pertinentes en este momento: sin inversión no hay crecimiento ni generación de nuevo empleo.

De acuerdo con el Inegi, la inversión creció 1.5 por ciento en promedio anual en los primeros 11 meses de 2018. Sus registros fueron negativos en tres de los últimos cuatro meses de los que hay evidencia y por ello prácticamente todos sus componentes vienen a la baja. La implicación es directa, los sectores público y privado frenaron la renovación de maquinaria, equipo y construcción.

En este contexto fue afortunado que el nuevo presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Carlos Salazar Lomelín, haya planteado que México debe tener una obsesión por la inversión. Básicamente corresponde a la idea de buscar reactivar el crecimiento de México y con ello atender la necesidad de empleo de la sociedad.

Vinculado con ello fue favorable que Salazar Lomelín señalará el compromiso que el sector privado tiene para abatir la pobreza a través de la inversión y la creación de empleo. Bienestar con bases productivas representa la única forma sostenible de alcanzar mayor progreso.

La visión propositiva del nuevo dirigente del CCE provocó que el presidente Andrés Manuel López Obrador hiciera a un lado su discurso y aceptara la propuesta de colaboración. Ahora falta avanzar en acuerdos concretos, tanto de cambio estructural como de coyuntura.

El tiempo apremia. Mientras los primeros pasos en materia económica de la actual administración encaminaron el gasto e inversión públicas a la austeridad, la economía mexicana heredó una desaceleración del gobierno anterior y un modelo económico obsoleto que ha guiado las directrices del sector en los últimos 30 años y que sólo alcanza para que el PIB crezca 2 por ciento.

¿Por dónde comenzar? La conformación del Consejo para el Fomento a la Inversión, el Empleo y el Crecimiento Económico deberá convertirse en el lugar en donde los sectores público y privado dialoguen sobre las acciones a emprender en el corto plazo, al mismo tiempo que se avanza en una nueva arquitectura institucional y de modelo económico para México. Centrarse únicamente en la coyuntura sería un parche que se agotaría rápidamente.

La conformación del Consejo deberá completarse con el sector académico y el laboral. Ahí se deberán construir los acuerdos que México requiere para enfrentar la desaceleración productiva que ya se vive.

A diferencia de otras épocas el Consejo deberá constituirse e institucionalizarse más allá de intereses políticos y sectarios, es momento de que el país encuentre puentes de diálogo y colaboración, la división y confrontación ha dejado un saldo de pobreza y baja productividad que han frenado el desarrollo nacional.