/ lunes 9 de abril de 2018

Sin gafete

La fotografía era impactante. Tres cadáveres en los asientos de una camioneta. Dos niñas, una mujer.

Estaban, literalmente, abatidas.

Que es el termino castrense que se usa para referirse a la meta a cumplir con los “enemigos”. Que equivale, en lenguaje coloquial, a matar.

Desde el primer momento hubo una confrontación absurda frente a la realidad. Por una parte, los testimonios, de los mismos protagonistas-víctimas, de sus familiares, y por la otra la versión oficial que no aceptaba la realidad. Una vez más teníamos, son muchos en este sexenio, “daños colaterales” en una absurda guerra contra el crimen organizado que ni siquiera se ha admitido como tal.

Por razones todavía más irracionales, decidieron enviar a Juan Velázquez un controvertido abogado que se erigido como “defensor” de las fuerzas armadas, a los medios de comunicación para declarar en contra de las víctimas, para decir que buscaban ser indemnizados, que era mentira todo lo que decían, que los marinos no dispararon.

Ahí comenzó un desgaste en la imagen de la SEMAR sin paralelo, grande incluso para las proporciones que se han dado en los últimos meses. Los marinos habían vivido una jornada terrible. Habían sido emboscados varias veces, con el resultado de un jefe, capitán de corbeta que iba al mando, muerto y doce heridos. La adrenalina estaba al máximo. Estaban en combate. Y, por la hora, cansados, temerosos.

Y aquí habrá que analizar cómo pudieron emboscarlos, cómo acabaron en una situación de gran desventaja frente a los criminales. Cómo están inmersos en estrategias que no funcionan, ni siquiera para estos “combates”.

Dispararon. Y la madre, las niñas, murieron. El problema es que lo negaron. Y lo volvieron a negar, y mandaron a decir que lo seguían negando. De acuerdo con el nuevo boletín oficial de la SEMAR, que marca una gran diferencia, fue porque tenían solamente esa “información” incompleta.

Lo que tendría que preocupar mucho al alto mando de la SEMAR, porque era tan obvio como “descubrió” la PGR con pruebas científicas, que habían disparado… desde un helicóptero, no utilizando la metralla del helicóptero conste. ¿Por qué no informaron de esto a sus jefes, de inmediato?

Ahora, oficialmente, sabemos lo que ya sabíamos: fue un error. Los marinos dispararon contra civiles y mataron a la madre y sus dos hijas.

Lo que no sabemos es qué va a cambiar para que esto no vuelva a suceder. O si, simplemente, se va a archivar como un “daño colateral” más en esta guerra, que protagonizan los militares por ordenes civiles. ¿Van a ir a juicio los que dispararon? ¿Qué peso específico tienen los hechos en el ánimo de los militares? ¿Quiénes ponen los muertos y, también, los que van a la cárcel? ¿Dónde está el error del que se parte para llegar a estas víctimas?

Y si hubiese que agregar un elemento más, Andrés Manuel López Obrador declaró que ya basta de que disparen “a diestra y siniestra”…

Una guerra mal planeada que ya se perdió para las fuerzas armadas…

En Tuiter: @isabelarvide Blog: EstadoMayor.mx Blog: CambioQRR.com

La fotografía era impactante. Tres cadáveres en los asientos de una camioneta. Dos niñas, una mujer.

Estaban, literalmente, abatidas.

Que es el termino castrense que se usa para referirse a la meta a cumplir con los “enemigos”. Que equivale, en lenguaje coloquial, a matar.

Desde el primer momento hubo una confrontación absurda frente a la realidad. Por una parte, los testimonios, de los mismos protagonistas-víctimas, de sus familiares, y por la otra la versión oficial que no aceptaba la realidad. Una vez más teníamos, son muchos en este sexenio, “daños colaterales” en una absurda guerra contra el crimen organizado que ni siquiera se ha admitido como tal.

Por razones todavía más irracionales, decidieron enviar a Juan Velázquez un controvertido abogado que se erigido como “defensor” de las fuerzas armadas, a los medios de comunicación para declarar en contra de las víctimas, para decir que buscaban ser indemnizados, que era mentira todo lo que decían, que los marinos no dispararon.

Ahí comenzó un desgaste en la imagen de la SEMAR sin paralelo, grande incluso para las proporciones que se han dado en los últimos meses. Los marinos habían vivido una jornada terrible. Habían sido emboscados varias veces, con el resultado de un jefe, capitán de corbeta que iba al mando, muerto y doce heridos. La adrenalina estaba al máximo. Estaban en combate. Y, por la hora, cansados, temerosos.

Y aquí habrá que analizar cómo pudieron emboscarlos, cómo acabaron en una situación de gran desventaja frente a los criminales. Cómo están inmersos en estrategias que no funcionan, ni siquiera para estos “combates”.

Dispararon. Y la madre, las niñas, murieron. El problema es que lo negaron. Y lo volvieron a negar, y mandaron a decir que lo seguían negando. De acuerdo con el nuevo boletín oficial de la SEMAR, que marca una gran diferencia, fue porque tenían solamente esa “información” incompleta.

Lo que tendría que preocupar mucho al alto mando de la SEMAR, porque era tan obvio como “descubrió” la PGR con pruebas científicas, que habían disparado… desde un helicóptero, no utilizando la metralla del helicóptero conste. ¿Por qué no informaron de esto a sus jefes, de inmediato?

Ahora, oficialmente, sabemos lo que ya sabíamos: fue un error. Los marinos dispararon contra civiles y mataron a la madre y sus dos hijas.

Lo que no sabemos es qué va a cambiar para que esto no vuelva a suceder. O si, simplemente, se va a archivar como un “daño colateral” más en esta guerra, que protagonizan los militares por ordenes civiles. ¿Van a ir a juicio los que dispararon? ¿Qué peso específico tienen los hechos en el ánimo de los militares? ¿Quiénes ponen los muertos y, también, los que van a la cárcel? ¿Dónde está el error del que se parte para llegar a estas víctimas?

Y si hubiese que agregar un elemento más, Andrés Manuel López Obrador declaró que ya basta de que disparen “a diestra y siniestra”…

Una guerra mal planeada que ya se perdió para las fuerzas armadas…

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