/ miércoles 16 de mayo de 2018

Sin Gafete

¿No se le caerá la cara de vergüenza al gobernador Astudillo?


¿Cómo archivará los muertos el gobernador de Guerrero?

¿En qué casilla de su conciencia, de existir, podrá colocar toda su responsabilidad?

Porque, a final de cuentas, Héctor Astudillo es el gobernador responsable. Es la autoridad que no ha hecho nada para cambiar la realidad de muerte y violencia que, por el contrario, ha empeorado durante su mandato.

Por eso, al leer las declaraciones del obispo Salvador Rangel Mendoza, debe caérsele la cara de vergüenza.

No hay de otra.

Porque resulta que el obispo, de las diócesis de Chilpancingo y Chilapa, está dedicado a buscar un “entendimiento” entre grupos criminales para que dejen de matarse entre sí, para que dejen de matar a ciudadanos inocentes. Para que la violencia disminuya. Para que no asesinen a candidatos.

Lo hace, definitivo, porque existe un inmenso vacío de las autoridades, porque éstas no cumplen con su obligación de mantener la paz social. Si lo que imperase en Guerrero fuese la Ley, no habría necesidad de que un obispo vaya a los lugares más lejanos para “suplicar” a los jefes criminales.

Como en una novela costumbrista.

El obispo Rangel lo hace convencido de que es lo correcto. Piensa que es su obligación como sacerdote. ¿Tiene miedo? Tiene miedo, lo admite, no tiene seguridad, no utiliza un vehículo blindado como todos los funcionarios del gobierno de Astudillo. Y sabe que no todos los grupos criminales son “amigables”. Dice que Guerrero es su patria, su gente, que por eso busca ayudar a una solución.

Una solución a una realidad que rebasa todas las imaginaciones, tan sólo en 2017 hubo 2 mil 529 homicidios dolosos, convirtiéndose en el Estado más violento del país. ¿Cuántos asesinos fueron detenidos por estos crímenes?

Con cifras del 2018, Guerrero encabeza la mortalidad más alta en varones del país, y tiene un deshonroso tercer lugar mundial, con una tasa de 102.2 asesinados por cada 100 mil hombres.

¿Por qué las autoridades no escuchan la hartura inmensa de la gente que vive asustada?

Dice el obispo que la violencia provoca violencia… ¿suena familiar? Y que la solución no es militarizar el país, que ya es tiempo de buscar otras alternativas y que una de ellas sería usar la “Inteligencia”. Fustiga a los políticos que gastan “millones” en imagen pública, y no quieren gastar un “poquito” en una escuela…

Mentada de madre para decir lo menos.

Mentada que también va para el gobernador porque afirma que “hay un gran vacío de autoridad, la mayoría del territorio está en manos del narcotráfico”.

Insiste en que no hay opciones para los campesinos de la Sierra de Guerrero, no hay trabajo, no hay industrias, no hay diversidad de cultivos. Hay, lo sabemos, lo sabe Astudillo y no parece interesarle, miseria. Mucha miseria.

¿Qué lleva a un obispo a convertirse en mediador con los criminales, a suplicarles que cesen los asesinatos? Obvia respuesta: Autoridades omisas, corruptas, ineficientes. Autoridades que no han hecho nada por cambiar la realidad.

Por eso, porque Astudillo es del PRI, toda la hartura de la gente va a reflejarse en las boletas electorales…


@isabelarvide / EstadoMayor.mx / CambioQRR.com

¿No se le caerá la cara de vergüenza al gobernador Astudillo?


¿Cómo archivará los muertos el gobernador de Guerrero?

¿En qué casilla de su conciencia, de existir, podrá colocar toda su responsabilidad?

Porque, a final de cuentas, Héctor Astudillo es el gobernador responsable. Es la autoridad que no ha hecho nada para cambiar la realidad de muerte y violencia que, por el contrario, ha empeorado durante su mandato.

Por eso, al leer las declaraciones del obispo Salvador Rangel Mendoza, debe caérsele la cara de vergüenza.

No hay de otra.

Porque resulta que el obispo, de las diócesis de Chilpancingo y Chilapa, está dedicado a buscar un “entendimiento” entre grupos criminales para que dejen de matarse entre sí, para que dejen de matar a ciudadanos inocentes. Para que la violencia disminuya. Para que no asesinen a candidatos.

Lo hace, definitivo, porque existe un inmenso vacío de las autoridades, porque éstas no cumplen con su obligación de mantener la paz social. Si lo que imperase en Guerrero fuese la Ley, no habría necesidad de que un obispo vaya a los lugares más lejanos para “suplicar” a los jefes criminales.

Como en una novela costumbrista.

El obispo Rangel lo hace convencido de que es lo correcto. Piensa que es su obligación como sacerdote. ¿Tiene miedo? Tiene miedo, lo admite, no tiene seguridad, no utiliza un vehículo blindado como todos los funcionarios del gobierno de Astudillo. Y sabe que no todos los grupos criminales son “amigables”. Dice que Guerrero es su patria, su gente, que por eso busca ayudar a una solución.

Una solución a una realidad que rebasa todas las imaginaciones, tan sólo en 2017 hubo 2 mil 529 homicidios dolosos, convirtiéndose en el Estado más violento del país. ¿Cuántos asesinos fueron detenidos por estos crímenes?

Con cifras del 2018, Guerrero encabeza la mortalidad más alta en varones del país, y tiene un deshonroso tercer lugar mundial, con una tasa de 102.2 asesinados por cada 100 mil hombres.

¿Por qué las autoridades no escuchan la hartura inmensa de la gente que vive asustada?

Dice el obispo que la violencia provoca violencia… ¿suena familiar? Y que la solución no es militarizar el país, que ya es tiempo de buscar otras alternativas y que una de ellas sería usar la “Inteligencia”. Fustiga a los políticos que gastan “millones” en imagen pública, y no quieren gastar un “poquito” en una escuela…

Mentada de madre para decir lo menos.

Mentada que también va para el gobernador porque afirma que “hay un gran vacío de autoridad, la mayoría del territorio está en manos del narcotráfico”.

Insiste en que no hay opciones para los campesinos de la Sierra de Guerrero, no hay trabajo, no hay industrias, no hay diversidad de cultivos. Hay, lo sabemos, lo sabe Astudillo y no parece interesarle, miseria. Mucha miseria.

¿Qué lleva a un obispo a convertirse en mediador con los criminales, a suplicarles que cesen los asesinatos? Obvia respuesta: Autoridades omisas, corruptas, ineficientes. Autoridades que no han hecho nada por cambiar la realidad.

Por eso, porque Astudillo es del PRI, toda la hartura de la gente va a reflejarse en las boletas electorales…


@isabelarvide / EstadoMayor.mx / CambioQRR.com