/ viernes 13 de julio de 2018

Sin Gafete

Cómo surgió la pensión para expresidentes


Flora Mariscal me buscó porque quería que le ayudase a vender uno de los veleros de José López Portillo, con quien vivía en ese tiempo.

La razón era que no alcanzaba el cheque que mandaba cada mes Carlos Hank González, su amigo. Único ingreso con el que contaban.

Asombroso por tratarse de un expresidente. No había espacio para la duda porque, como sucede en tantas familias de clase media-baja, recurrían a vender sus bienes materiales para “completar el gasto”.

Todavía más excepcional porque yo sabía el apego que tenía el expresidente por sus veleros, construidos especialmente para él, uno en el Caribe y otro en Europa.

Acudí a mi querido amigo, entonces secretario de Hacienda, Gustavo Petricioli, que además era compadre y una voz que escuchaba mucho el presidente Miguel de la Madrid.

Compartió mi asombro. Le dije que no existía duda. Era la “pareja” de don José quien hablaba de las carencias económicas en esa casa, aparentemente, de lujo. Por una parte, ayudó a vender el velero, a un amigo empresario de aceites para automóvil, y por la otra habló con Miguel de la Madrid porque le pareció que era denigrante que un expresidente de la República no tuviese dinero para pagar sus gastos.

Y de esta plática entre dos amigos, uno titular de Hacienda, surgió la pensión para expresidentes.

Ya existía la seguridad, el que tuviesen a su servicio alrededor de 30 soldados de Guardias Presidenciales y a cinco jefes-oficiales de Estado Mayor Presidencial, que podía incluir al mismo titular.

El general Miguel Ángel Godínez había decidido regresar al activo e irse a una Zona Militar, pero su sucesor, el general Carlos Bermúdez Dávila se quedó al servicio de Miguel de la Madrid.

Lo que se agregó en ese momento fue el pago a auxiliares. Que después aumentó en número, tal vez también en sueldos.

Paradójicamente, por los tiempos del divorcio, la beneficiaria de esa pensión fue una mujer que, según consta, maltrataba y humillaba al expresidente.

¿Puede un primer mandatario quedarse en la miseria?

No fue el caso de Luis Echeverría que regresó a vivir a su casa de San Jerónimo. Ni de Miguel de la Madrid que tenía su pensión del Banco de México. No lo es de Ernesto Zedillo que trabaja y vive en el extranjero. No lo ha sido de Carlos Salinas de Gortari ni tampoco de Felipe Calderón.

Ahora corresponderá que cada uno de ellos haga una petición, o se ampare, lo que corresponda, para evitar que les sea cancelada la pensión, y todo lo demás, sobre todo el tema de la seguridad que tendría, tal vez, que pasar por otro tamiz ya que es obvio que en su paso por Los Pinos tuvieron que dañar intereses muy poderosos.

No creo, además, que el pueblo esté dispuesto a “cuidarlos”…

Lo cierto es que la pensión a expresidentes comenzó por la urgencia de vender un velero…


@isabelarvide / EstadoMayor.mx / CambioQRR.com

Cómo surgió la pensión para expresidentes


Flora Mariscal me buscó porque quería que le ayudase a vender uno de los veleros de José López Portillo, con quien vivía en ese tiempo.

La razón era que no alcanzaba el cheque que mandaba cada mes Carlos Hank González, su amigo. Único ingreso con el que contaban.

Asombroso por tratarse de un expresidente. No había espacio para la duda porque, como sucede en tantas familias de clase media-baja, recurrían a vender sus bienes materiales para “completar el gasto”.

Todavía más excepcional porque yo sabía el apego que tenía el expresidente por sus veleros, construidos especialmente para él, uno en el Caribe y otro en Europa.

Acudí a mi querido amigo, entonces secretario de Hacienda, Gustavo Petricioli, que además era compadre y una voz que escuchaba mucho el presidente Miguel de la Madrid.

Compartió mi asombro. Le dije que no existía duda. Era la “pareja” de don José quien hablaba de las carencias económicas en esa casa, aparentemente, de lujo. Por una parte, ayudó a vender el velero, a un amigo empresario de aceites para automóvil, y por la otra habló con Miguel de la Madrid porque le pareció que era denigrante que un expresidente de la República no tuviese dinero para pagar sus gastos.

Y de esta plática entre dos amigos, uno titular de Hacienda, surgió la pensión para expresidentes.

Ya existía la seguridad, el que tuviesen a su servicio alrededor de 30 soldados de Guardias Presidenciales y a cinco jefes-oficiales de Estado Mayor Presidencial, que podía incluir al mismo titular.

El general Miguel Ángel Godínez había decidido regresar al activo e irse a una Zona Militar, pero su sucesor, el general Carlos Bermúdez Dávila se quedó al servicio de Miguel de la Madrid.

Lo que se agregó en ese momento fue el pago a auxiliares. Que después aumentó en número, tal vez también en sueldos.

Paradójicamente, por los tiempos del divorcio, la beneficiaria de esa pensión fue una mujer que, según consta, maltrataba y humillaba al expresidente.

¿Puede un primer mandatario quedarse en la miseria?

No fue el caso de Luis Echeverría que regresó a vivir a su casa de San Jerónimo. Ni de Miguel de la Madrid que tenía su pensión del Banco de México. No lo es de Ernesto Zedillo que trabaja y vive en el extranjero. No lo ha sido de Carlos Salinas de Gortari ni tampoco de Felipe Calderón.

Ahora corresponderá que cada uno de ellos haga una petición, o se ampare, lo que corresponda, para evitar que les sea cancelada la pensión, y todo lo demás, sobre todo el tema de la seguridad que tendría, tal vez, que pasar por otro tamiz ya que es obvio que en su paso por Los Pinos tuvieron que dañar intereses muy poderosos.

No creo, además, que el pueblo esté dispuesto a “cuidarlos”…

Lo cierto es que la pensión a expresidentes comenzó por la urgencia de vender un velero…


@isabelarvide / EstadoMayor.mx / CambioQRR.com