/ jueves 25 de enero de 2018

Sin Gafete

La escena parecía sacada de otros tiempos, casi en blanco y negro de tan precisa: Alfonso Navarrete Prida y Javier Corral se deshacían en elogios mutuos, admitían que había “diálogo”, repetían el factor respeto “inmenso” al otro, y sin solucionar un ápice de la crisis, sonreían para las cámaras.

Recordé, en automático, al profesor Enrique Olivares Santana.

De pronto, millones de mexicanos, redescubrimos que existe una secretaría que se llama “Gobernación”, que está en Bucareli, y que es el sitio donde se arreglan-discuten los problemas, justamente, políticos.

En tiempos electorales, cuando los reflectores neciamente están sobre Andrés Manuel López Obrador, al lado del pesimismo de los priistas todavía en el gobierno, apareció un nuevo protagonismo, el del titular de Gobernación.

Y, asombrosamente, con el manejo político del tema de la seguridad.

Porque si bien no hubo, no tendría por qué haberla a partir de una reunión, solución al grave conflicto del gobernador de Chihuahua con el gobierno central, específicamente con la Secretaría de Hacienda que se niega a entregarle recursos pactados, sí se estableció en términos indispensables, mínimos, la relación entre Chihuahua y la Federación.

Esto porque Navarrete Prida no condicionó el apoyo institucional al tema de la inseguridad. Es decir, no jugó a echarle más leña a una hoguera ya muy fuerte.

Ninguno puede negar que en Chihuahua hay un problema de violencia, como en otros Estados del Norte del país. Y descuidar esto, cobrar una factura de temas electorales-políticos en el apoyo indispensable, es suicida. Que Navarrete lo haya entendido así es excepcional, para lo que hemos vivido este sexenio.

La “Caravana por la Dignidad” sigue su camino. La exigencia de Javier Corral no ha sido satisfecha. Como tampoco, supongo, fueron admitidas por él las sutiles, u obvias, peticiones para bajarle el tono al asunto de la investigación penal contra el financiamiento al PRI, que es de las crisis políticas más graves de este sexenio. Así son las negociaciones.

¿Qué hizo Navarrete? De entrada enmendar la torpeza extrema de los tecnócratas, léase el titular de Hacienda, que en “represalia” a lo que sea, le quitó un dinero ya pactado, o sea ya entregado en el papel. Hecho que parecía de Kínder, además de sumamente peligroso. ¿Le dobló las manos a Corral? No lo creo. Pero me parece que tampoco era la intención del titular de Gobernación.

El gobernador de Chihuahua es un panista orgánico. Esto se traduce como experto en la “resistencia”, en la oposición al gobierno, en crecer a partir de la defensa de sus banderas contra todo. Eso lo hace muy bien. Eso fue lo que ignoraron quienes dieron pie a tantos equívocos. Y surge la pregunta: ¿Vale la pena proteger a César Duarte a este precio?

Lo que consiguió Alfonso Navarrete fue detener la espiral de confrontación entre Chihuahua y el gobierno de Peña Nieto, donde metieron sin necesidad a José Antonio Meade, que no podía, no puede conducirnos a ninguna parte. Y sí abría las puertas a una “revolución” como tantas en nuestra historia que han comenzado en Chihuahua. Lo que no es poca cosa.

Que ambos salieran a elogiarse, con gesto amable, es ganancia. No olvidemos que en el gobierno federal mandaron decir que Corral era un mentiroso y un torturador, que no son adjetivos suaves.

Ninguno ha salido perdiendo, y muchos habitantes de Chihuahua salieron ganando con el tema de seguridad. La lección, la más importante, es que todavía hay espacios para la negociación política cuando la realidad parecía decir lo contrario… A estas alturas del partido, una verdadera hazaña…

 

@isabelarvide Blog: EstadoMayor.mx Blog: CambioQRR.com

La escena parecía sacada de otros tiempos, casi en blanco y negro de tan precisa: Alfonso Navarrete Prida y Javier Corral se deshacían en elogios mutuos, admitían que había “diálogo”, repetían el factor respeto “inmenso” al otro, y sin solucionar un ápice de la crisis, sonreían para las cámaras.

Recordé, en automático, al profesor Enrique Olivares Santana.

De pronto, millones de mexicanos, redescubrimos que existe una secretaría que se llama “Gobernación”, que está en Bucareli, y que es el sitio donde se arreglan-discuten los problemas, justamente, políticos.

En tiempos electorales, cuando los reflectores neciamente están sobre Andrés Manuel López Obrador, al lado del pesimismo de los priistas todavía en el gobierno, apareció un nuevo protagonismo, el del titular de Gobernación.

Y, asombrosamente, con el manejo político del tema de la seguridad.

Porque si bien no hubo, no tendría por qué haberla a partir de una reunión, solución al grave conflicto del gobernador de Chihuahua con el gobierno central, específicamente con la Secretaría de Hacienda que se niega a entregarle recursos pactados, sí se estableció en términos indispensables, mínimos, la relación entre Chihuahua y la Federación.

Esto porque Navarrete Prida no condicionó el apoyo institucional al tema de la inseguridad. Es decir, no jugó a echarle más leña a una hoguera ya muy fuerte.

Ninguno puede negar que en Chihuahua hay un problema de violencia, como en otros Estados del Norte del país. Y descuidar esto, cobrar una factura de temas electorales-políticos en el apoyo indispensable, es suicida. Que Navarrete lo haya entendido así es excepcional, para lo que hemos vivido este sexenio.

La “Caravana por la Dignidad” sigue su camino. La exigencia de Javier Corral no ha sido satisfecha. Como tampoco, supongo, fueron admitidas por él las sutiles, u obvias, peticiones para bajarle el tono al asunto de la investigación penal contra el financiamiento al PRI, que es de las crisis políticas más graves de este sexenio. Así son las negociaciones.

¿Qué hizo Navarrete? De entrada enmendar la torpeza extrema de los tecnócratas, léase el titular de Hacienda, que en “represalia” a lo que sea, le quitó un dinero ya pactado, o sea ya entregado en el papel. Hecho que parecía de Kínder, además de sumamente peligroso. ¿Le dobló las manos a Corral? No lo creo. Pero me parece que tampoco era la intención del titular de Gobernación.

El gobernador de Chihuahua es un panista orgánico. Esto se traduce como experto en la “resistencia”, en la oposición al gobierno, en crecer a partir de la defensa de sus banderas contra todo. Eso lo hace muy bien. Eso fue lo que ignoraron quienes dieron pie a tantos equívocos. Y surge la pregunta: ¿Vale la pena proteger a César Duarte a este precio?

Lo que consiguió Alfonso Navarrete fue detener la espiral de confrontación entre Chihuahua y el gobierno de Peña Nieto, donde metieron sin necesidad a José Antonio Meade, que no podía, no puede conducirnos a ninguna parte. Y sí abría las puertas a una “revolución” como tantas en nuestra historia que han comenzado en Chihuahua. Lo que no es poca cosa.

Que ambos salieran a elogiarse, con gesto amable, es ganancia. No olvidemos que en el gobierno federal mandaron decir que Corral era un mentiroso y un torturador, que no son adjetivos suaves.

Ninguno ha salido perdiendo, y muchos habitantes de Chihuahua salieron ganando con el tema de seguridad. La lección, la más importante, es que todavía hay espacios para la negociación política cuando la realidad parecía decir lo contrario… A estas alturas del partido, una verdadera hazaña…

 

@isabelarvide Blog: EstadoMayor.mx Blog: CambioQRR.com