/ lunes 25 de septiembre de 2017

Sin gafete | El gobierno dos pasos atrás de la sociedad

¿Quién está al mando?

Y, sobre todo, preguntémonos quién informa.

Quienes vivimos el sismo del 85 tenemos grabada la ausencia de los soldados en las labores de rescate.  Y la explicación que nos dieron: Estaban ahí para salvaguardar los edificios.

Es decir, para que no hubiese rapiña.  Es decir, cuidar los escombros. Es decir, parados como adorno mientras los demás levantaban piedras buscando sobrevivientes o cadáveres.

Y recordemos, también, cuando en la conferencia de prensa diaria, los días posteriores al sismo, se le preguntó al secretario particular de Ramón Aguirre, que lo había sido con López Mateos, político guanajuatense, Humberto Romero Pérez, sobre el número de muertos. Y éste dijo equis miles.  Para que un reportero lo confrontase, afirmando que ese número correspondía a los muertos del día anterior.

Romero Pérez, priista, respondió que daba igual, que le pusieran otros mil.

Han pasado treinta y dos años para que, en otro sismo, en la Ciudad de México nos encontremos con escenas semejantes.  Con voluntarios casi golpeados por autoridades porque quieren continuar con labores de rescate que, oficialmente, ya no tienen sentido.  Soldados portando armas largas para impedir, otra vez, la “rapiña”.

Grandes círculos de “seguridad” que impiden que los familiares de las personas que están, que estuvieron por muchas horas, sepultadas en los edificios colapsados se puedan acercar.

Ejemplo grotesco es el edificio de Álvaro Obregón, donde solo dieron permiso a que una persona por cada familia pudiese permanecer en sus inmediaciones… ¿qué sentido tiene?

Lo que, además, sucede mientras periodistas utilizan uniformes institucionales para moverse con entera libertad, como la reportera de Televisa en el colegio Enrique Rébsamen, con un chaleco de la Semar.

Y la prensa.  O, para ser más exacta, la prensa consentida como Televisa que está literalmente dentro de los escombros.  ¿Qué tal el productor favorito del presidente Peña Nieto, Pedro Torres, que también trabaja para Televisa, con un chaleco de la policía federal que le entregó Luis Felipe Puente?

Ninguna institución se ha hecho cargo de la información.  De decirnos por qué razones hay responsables de la Marina o del Ejército en determinado edificio, qué hacen los cientos, miles de elementos de estas instituciones, en que consiste su responsabilidad, si los expertos extranjeros están bajo sus órdenes o no, si los voluntarios obedecen a su propia organización o deben acatar sus lineamientos.

¿Por qué unos dentro y otros fuera?  De vez en vez Miguel Mancera cambia el número de muertos en la Ciudad de México…  ¿Esto corresponde a la realidad, de dónde sacan la lista de muertos, quién proporciona los nombres?  Porque en el caso de un edificio colapsado en el centro, los familiares de una joven taiwanesa estuvieron esperando información por varios días ahí… hasta que decidieron buscarla en el Semefo. Y encontraron su cadáver.

La información está en la televisión.  A modo de los intereses de la televisora o de sus razones de audiencia, de su competencia.  Ejemplo, desastroso, es el invento de una niña llamada “Frida Sofía” que nunca existió.  Siempre fragmentada.

Si en el 85 una de las grandes fallas del gobierno fue no implementar, de inmediato, el Plan DNIII, ahora ha sido dejar todo en manos del desorden y la improvisación con el Plan MX que no tiene un mando, que no cuenta con un vocero. Sí, no se puede negar, hay menos muertos.  Hay un movimiento igual de importante de la sociedad civil.  Y, sobre todo, hay un gran desorden que permite que cada edificio colapsado de la Ciudad esté en manos de distintas instituciones, y que cada cual se maneje a su propio albedrio. Junto a esto van a permanecer dos imágenes: la de los jóvenes con un pico y la de los soldados, una vez más, con un arma para “impedir la rapiña”, parados vigilando… parados de lejos…

En Tuiter: @isabelarvide

 Blog: EstadoMayor.mx 

Blog: CambioQRR.com

¿Quién está al mando?

Y, sobre todo, preguntémonos quién informa.

Quienes vivimos el sismo del 85 tenemos grabada la ausencia de los soldados en las labores de rescate.  Y la explicación que nos dieron: Estaban ahí para salvaguardar los edificios.

Es decir, para que no hubiese rapiña.  Es decir, cuidar los escombros. Es decir, parados como adorno mientras los demás levantaban piedras buscando sobrevivientes o cadáveres.

Y recordemos, también, cuando en la conferencia de prensa diaria, los días posteriores al sismo, se le preguntó al secretario particular de Ramón Aguirre, que lo había sido con López Mateos, político guanajuatense, Humberto Romero Pérez, sobre el número de muertos. Y éste dijo equis miles.  Para que un reportero lo confrontase, afirmando que ese número correspondía a los muertos del día anterior.

Romero Pérez, priista, respondió que daba igual, que le pusieran otros mil.

Han pasado treinta y dos años para que, en otro sismo, en la Ciudad de México nos encontremos con escenas semejantes.  Con voluntarios casi golpeados por autoridades porque quieren continuar con labores de rescate que, oficialmente, ya no tienen sentido.  Soldados portando armas largas para impedir, otra vez, la “rapiña”.

Grandes círculos de “seguridad” que impiden que los familiares de las personas que están, que estuvieron por muchas horas, sepultadas en los edificios colapsados se puedan acercar.

Ejemplo grotesco es el edificio de Álvaro Obregón, donde solo dieron permiso a que una persona por cada familia pudiese permanecer en sus inmediaciones… ¿qué sentido tiene?

Lo que, además, sucede mientras periodistas utilizan uniformes institucionales para moverse con entera libertad, como la reportera de Televisa en el colegio Enrique Rébsamen, con un chaleco de la Semar.

Y la prensa.  O, para ser más exacta, la prensa consentida como Televisa que está literalmente dentro de los escombros.  ¿Qué tal el productor favorito del presidente Peña Nieto, Pedro Torres, que también trabaja para Televisa, con un chaleco de la policía federal que le entregó Luis Felipe Puente?

Ninguna institución se ha hecho cargo de la información.  De decirnos por qué razones hay responsables de la Marina o del Ejército en determinado edificio, qué hacen los cientos, miles de elementos de estas instituciones, en que consiste su responsabilidad, si los expertos extranjeros están bajo sus órdenes o no, si los voluntarios obedecen a su propia organización o deben acatar sus lineamientos.

¿Por qué unos dentro y otros fuera?  De vez en vez Miguel Mancera cambia el número de muertos en la Ciudad de México…  ¿Esto corresponde a la realidad, de dónde sacan la lista de muertos, quién proporciona los nombres?  Porque en el caso de un edificio colapsado en el centro, los familiares de una joven taiwanesa estuvieron esperando información por varios días ahí… hasta que decidieron buscarla en el Semefo. Y encontraron su cadáver.

La información está en la televisión.  A modo de los intereses de la televisora o de sus razones de audiencia, de su competencia.  Ejemplo, desastroso, es el invento de una niña llamada “Frida Sofía” que nunca existió.  Siempre fragmentada.

Si en el 85 una de las grandes fallas del gobierno fue no implementar, de inmediato, el Plan DNIII, ahora ha sido dejar todo en manos del desorden y la improvisación con el Plan MX que no tiene un mando, que no cuenta con un vocero. Sí, no se puede negar, hay menos muertos.  Hay un movimiento igual de importante de la sociedad civil.  Y, sobre todo, hay un gran desorden que permite que cada edificio colapsado de la Ciudad esté en manos de distintas instituciones, y que cada cual se maneje a su propio albedrio. Junto a esto van a permanecer dos imágenes: la de los jóvenes con un pico y la de los soldados, una vez más, con un arma para “impedir la rapiña”, parados vigilando… parados de lejos…

En Tuiter: @isabelarvide

 Blog: EstadoMayor.mx 

Blog: CambioQRR.com