/ lunes 22 de abril de 2019

Sin Gafete | Ese oficio doloroso del periodismo

¿Una historia que comienza con una ceremonia luctuosa donde se nombran a los periodistas asesinados en nuestro país? ¿Una serie de televisión, Netflix, extranjera, que termina con la contabilidad de los reporteros asesinados mientras la filmaron?

Una ficción que, además, tiene como protagonista a Tijuana. Y que se burla, cuestiona, fustiga con excelencia a Jorge Hank Rohn.

Al terminar el primer capítulo, en automático, uno regresa la imagen para buscar quién la produce, a quién se le ocurrió filmar una historia de periodistas con la veracidad, y hasta el amor tremendo por el oficio. Y el nombre que aparece te convulsiona: Hammudi Al-Rahmoun Font. Te obliga a imaginar que un extranjero, árabe, pueda recrear una redacción en provincia, agobiada por la falta de dinero, apegada a la investigación seria, resuelta a divulgar la verdad con el costo que sea.

Y resulta que no es extranjero. Es un mexicano. Un cineasta joven con inmenso talento que se cansó de recrear el mundo de los narcos. El elenco, encabezado por Damián Alcázar, es excepcional. Ver a Claudette Maillé como la directora-fundadora del semanario, sin sus chinos y su desnudo, cincuentona, es entender la magia de la creación de un personaje. No se diga la personificación del monstruo Hank Rohn, una especie de patrón que todo lo puede, tal vez hasta mandar asesinar a un periodista incómodo. Con la carga de seducción inherente al dinero. Con la violenta expresión de todo lo que puede significar, en una frontera, la corrupción.

¿Qué cuenta la historia? Narra, por eso es tan excepcional, la esencia del periodismo. Nos muestra la vocación a prueba presente en todos los periodistas. El miedo. La violencia. La vulnerabilidad de quiénes tienen la deformación existencial de contar verdades.

El riesgo, único, de comenzar a verla es que no puedes apagar la televisión. Porque, además, los escritores nos llevan a la intimidad, con pudor, de los personajes. Y tenemos un asesinato. La colusión de sindicatos con narcotraficantes. Y las autoridades al servicio de los criminales que no tienen rostro pero que todos conocemos.

El hijo ausente que sufre la vocación, ajena para él, del padre periodista, editor, director. Que se deja manipular por el personaje nefasto que representa a Hank. La esposa en segundo plano que terminará llorando a mares, impotente, testigo secundario de la realidad que la rebasa, víctima también de esa vocación que no tiene horario ni límites. Cada uno nos cuenta su verdad.

Quienes quieran saber del periodismo, de su ritmo interno, de su vulnerabilidad, de sus reglas, tienen que ver esta película-serie. Que, también, es muy entretenida.

El telón de fondo es el semanario Zeta de Tijuana que está cumpliendo 40 años. Quienes conocimos, respetamos, tuvimos relación con Jesús Blancornelas vemos, con gran afecto, el trasfondo del periodismo que creó, junto con Adela Navarro que ha hecho la hazaña de sobrevivir a tanto. Si tienen algún tiempo disponible, véanla. Y pueden sentir cualquier cantidad de sentimientos en las escenas finales que, a final de cuenta, no son sino un pedazo de nuestra realidad.

En Twitter: @isabelarvide

Blog: EstadoMayor.mx

Página: isabelarvide.com

¿Una historia que comienza con una ceremonia luctuosa donde se nombran a los periodistas asesinados en nuestro país? ¿Una serie de televisión, Netflix, extranjera, que termina con la contabilidad de los reporteros asesinados mientras la filmaron?

Una ficción que, además, tiene como protagonista a Tijuana. Y que se burla, cuestiona, fustiga con excelencia a Jorge Hank Rohn.

Al terminar el primer capítulo, en automático, uno regresa la imagen para buscar quién la produce, a quién se le ocurrió filmar una historia de periodistas con la veracidad, y hasta el amor tremendo por el oficio. Y el nombre que aparece te convulsiona: Hammudi Al-Rahmoun Font. Te obliga a imaginar que un extranjero, árabe, pueda recrear una redacción en provincia, agobiada por la falta de dinero, apegada a la investigación seria, resuelta a divulgar la verdad con el costo que sea.

Y resulta que no es extranjero. Es un mexicano. Un cineasta joven con inmenso talento que se cansó de recrear el mundo de los narcos. El elenco, encabezado por Damián Alcázar, es excepcional. Ver a Claudette Maillé como la directora-fundadora del semanario, sin sus chinos y su desnudo, cincuentona, es entender la magia de la creación de un personaje. No se diga la personificación del monstruo Hank Rohn, una especie de patrón que todo lo puede, tal vez hasta mandar asesinar a un periodista incómodo. Con la carga de seducción inherente al dinero. Con la violenta expresión de todo lo que puede significar, en una frontera, la corrupción.

¿Qué cuenta la historia? Narra, por eso es tan excepcional, la esencia del periodismo. Nos muestra la vocación a prueba presente en todos los periodistas. El miedo. La violencia. La vulnerabilidad de quiénes tienen la deformación existencial de contar verdades.

El riesgo, único, de comenzar a verla es que no puedes apagar la televisión. Porque, además, los escritores nos llevan a la intimidad, con pudor, de los personajes. Y tenemos un asesinato. La colusión de sindicatos con narcotraficantes. Y las autoridades al servicio de los criminales que no tienen rostro pero que todos conocemos.

El hijo ausente que sufre la vocación, ajena para él, del padre periodista, editor, director. Que se deja manipular por el personaje nefasto que representa a Hank. La esposa en segundo plano que terminará llorando a mares, impotente, testigo secundario de la realidad que la rebasa, víctima también de esa vocación que no tiene horario ni límites. Cada uno nos cuenta su verdad.

Quienes quieran saber del periodismo, de su ritmo interno, de su vulnerabilidad, de sus reglas, tienen que ver esta película-serie. Que, también, es muy entretenida.

El telón de fondo es el semanario Zeta de Tijuana que está cumpliendo 40 años. Quienes conocimos, respetamos, tuvimos relación con Jesús Blancornelas vemos, con gran afecto, el trasfondo del periodismo que creó, junto con Adela Navarro que ha hecho la hazaña de sobrevivir a tanto. Si tienen algún tiempo disponible, véanla. Y pueden sentir cualquier cantidad de sentimientos en las escenas finales que, a final de cuenta, no son sino un pedazo de nuestra realidad.

En Twitter: @isabelarvide

Blog: EstadoMayor.mx

Página: isabelarvide.com