/ jueves 2 de noviembre de 2017

Sin Gafete / Frente a la cargada por Meade

Días antes de que fuese llamado a Los Pinos, última semana de noviembre de 1993, el mismo Luis Donaldo Colosio buscó a Camacho Solís… convencido de que era el “elegido”.

Peña Nieto pretende engañar con la verdad como hiciera su antecesor. Por eso manda publicar que la “cargada” con José Antonio Meade tiene su autorización. Y después dirá, si alguien le pregunta, que para nada, que todo fue un movimiento que no estaba en sus manos frenar.

Si nada cambia, otro terremoto por ejemplo, en estas semanas otoñales, el destape priista será a favor de Aurelio Nuño. Que tiene el único voto que cuenta.

¿Por qué dejar correr las cosas? Para protección de su candidato, para que todos se vayan con la finta, para medirle el agua a los camotes, y hasta para divertirse.

El gran elector ya eligió. No son temas que se dejen al cuarto para las doce. Ni siquiera puede hacerlo Peña Nieto.

¿Y por qué no será Meade? Muy simple: Porque no es su pupilo. Su hijo político. Porque no es quien mejor entiende su concepto de país, porque no ha vivido junto con él los orígenes del poder presidencial que ha detentado este sexenio. Porque confía en su lealtad, para su persona, su familia, su proyecto político.

Porque, esto es muy importante, los suyos irán en el paquete. Suyos de Peña que no necesita recomendar porque son, también, de Aurelio Nuño. A eso agréguese el tema

generacional.

Meade, todo lo indica, se irá al Banco de México.

Y si se ha tomado en serio esto de que “ya es el favorito”, ha olvidado la regla más fuerte del sistema político mexicano: El voto que cuenta es el del Presidente.

¿Era Colosio, antes de convertirse en protagonista de todas las virtudes por su asesinato, el mejor hombre? Era, fue siempre el candidato de Carlos Salinas de Gortari. Fue su apuesta. Por eso perdió tanto con su asesinato, por eso quien lo mató buscaba dañar a Salinas de Gortari, a su proyecto político. Y vaya que lo consiguió con la llegada de Ernesto Zedillo.

En el Estado de México, donde no se mueve una hoja sin su consentimiento, hicieron una “reunión” de priistas para “destapar” a Meade, que no fue sino una más de las expresiones políticas que hemos vivido en estos días.

¿Alguien puede imaginar que el “candidato” de Claudio González, con las fricciones públicas que ha habido, pueda ser también el candidato presidencial? Parecería que Peña Nieto está obedeciendo voces ajenas a su entorno. ¿Alguna vez se ha dejado influenciar?

El único mandatario priista que ha optado por declinar su facultad de elegir a su sucesor ha sido Ernesto Zedillo. No es el caso de Peña Nieto, antes al contrario. Se juega mucho en esta elección.

¿Puede hacerlo? Es la liturgia establecida, consentida, incluso requerida por los miembros de ese partido. Es lo que conocemos como “la línea” o, más coloquialmente, como “el dedazo”.  ¿Alguno creyó que el PRI había cambiado?

¿Por qué no los demás? Es decir, el mismo Meade, el doctor Narro, o Miguel Osorio Chong… porque el más cercano, el alumno, el que ha vivido las fiestas del poder a su lado, es Aurelio Nuño. Porque habla como él, porque debe tener (no lo conocemos) un proceso mental semejante.

@isabelarvide

EstadoMayor.mx

CambioQRR.com

Días antes de que fuese llamado a Los Pinos, última semana de noviembre de 1993, el mismo Luis Donaldo Colosio buscó a Camacho Solís… convencido de que era el “elegido”.

Peña Nieto pretende engañar con la verdad como hiciera su antecesor. Por eso manda publicar que la “cargada” con José Antonio Meade tiene su autorización. Y después dirá, si alguien le pregunta, que para nada, que todo fue un movimiento que no estaba en sus manos frenar.

Si nada cambia, otro terremoto por ejemplo, en estas semanas otoñales, el destape priista será a favor de Aurelio Nuño. Que tiene el único voto que cuenta.

¿Por qué dejar correr las cosas? Para protección de su candidato, para que todos se vayan con la finta, para medirle el agua a los camotes, y hasta para divertirse.

El gran elector ya eligió. No son temas que se dejen al cuarto para las doce. Ni siquiera puede hacerlo Peña Nieto.

¿Y por qué no será Meade? Muy simple: Porque no es su pupilo. Su hijo político. Porque no es quien mejor entiende su concepto de país, porque no ha vivido junto con él los orígenes del poder presidencial que ha detentado este sexenio. Porque confía en su lealtad, para su persona, su familia, su proyecto político.

Porque, esto es muy importante, los suyos irán en el paquete. Suyos de Peña que no necesita recomendar porque son, también, de Aurelio Nuño. A eso agréguese el tema

generacional.

Meade, todo lo indica, se irá al Banco de México.

Y si se ha tomado en serio esto de que “ya es el favorito”, ha olvidado la regla más fuerte del sistema político mexicano: El voto que cuenta es el del Presidente.

¿Era Colosio, antes de convertirse en protagonista de todas las virtudes por su asesinato, el mejor hombre? Era, fue siempre el candidato de Carlos Salinas de Gortari. Fue su apuesta. Por eso perdió tanto con su asesinato, por eso quien lo mató buscaba dañar a Salinas de Gortari, a su proyecto político. Y vaya que lo consiguió con la llegada de Ernesto Zedillo.

En el Estado de México, donde no se mueve una hoja sin su consentimiento, hicieron una “reunión” de priistas para “destapar” a Meade, que no fue sino una más de las expresiones políticas que hemos vivido en estos días.

¿Alguien puede imaginar que el “candidato” de Claudio González, con las fricciones públicas que ha habido, pueda ser también el candidato presidencial? Parecería que Peña Nieto está obedeciendo voces ajenas a su entorno. ¿Alguna vez se ha dejado influenciar?

El único mandatario priista que ha optado por declinar su facultad de elegir a su sucesor ha sido Ernesto Zedillo. No es el caso de Peña Nieto, antes al contrario. Se juega mucho en esta elección.

¿Puede hacerlo? Es la liturgia establecida, consentida, incluso requerida por los miembros de ese partido. Es lo que conocemos como “la línea” o, más coloquialmente, como “el dedazo”.  ¿Alguno creyó que el PRI había cambiado?

¿Por qué no los demás? Es decir, el mismo Meade, el doctor Narro, o Miguel Osorio Chong… porque el más cercano, el alumno, el que ha vivido las fiestas del poder a su lado, es Aurelio Nuño. Porque habla como él, porque debe tener (no lo conocemos) un proceso mental semejante.

@isabelarvide

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