/ lunes 8 de enero de 2018

Sin gafete | La cuesta de enero electorero

¿Quiénes van a votar el primer domingo del próximo julio?

¿Quiénes van a querer votar y por qué?

Estas deben ser las grandes preguntas, sin respuesta fidedigna, que tienen que estarse haciendo los candidatos de todos los partidos.

¿De qué manera va a expresarse la gran irritación social en las urnas?

Lo ideal, materia de civismo incluida, es que todos los mexicanos en edad de hacerlo fuésemos a votar, por cualquiera de los candidatos, pero que ejerciésemos nuestros derechos ciudadanos, el primero de ellos: Elegir a los gobernantes.

No va a ser así. Esperar una votación superior al 60 % del patrón electoral es ambicioso, y vendría a tambalear muchas suposiciones electorales. ¿Por qué? Por el enojo social. Porque millones de mexicanos sienten, piensan que ninguna de las opciones políticas merece el esfuerzo. Porque millones y más millones de mexicanos están hartos de todos los gobiernos, los partidos políticos, los liderazgos públicos bajo cualquier sigla.

A estos millones y más millones de mexicanos les harta que su moneda valga menos. Es decir, que no puedan cambiar su coche porque ahora valen cientos de miles de pesos más por la devaluación. Les enoja profundamente que hayan tenido que sacar a sus hijos de las escuelas privadas por no poder pagar las colegiaturas. Les enferma el cuerpo que cada recibo de la luz, del gas, de todos los servicios traiga una cifra más, que vivir como antes les sea imposible.

Y no se diga el entripado que hacen cada vez que tienen que cargar gasolina. A lo que debe sumarse el gasto de seguros, así sean los mínimos, de tenencia vehicular, de emplacamiento o lo que se les ocurra a las autoridades del lugar donde viven.

Son los millones y millones de mexicanos que ya dejaron de vivir a la quinta pregunta. Que ya se hartaron de preguntarse cómo le hacen para que alcance el sueldo, para llegar a la primera semana de cada mes. Son los millones y millones de mexicanos que ya no tienen qué llevar a empeñar para transitar la cuesta de enero.

A esos millones y millones de mexicanos que viven enojados a perpetuidad no les hablan los candidatos presidenciales. No pueden hacerlo porque su furia, su rabia interior les ha bloqueado la capacidad de confiar, de creer. De esperar un cambio.

Ni siquiera están pensando en un nuevo gobierno, la esperanza no les da para tanto.

Y como estos millones y millones de mexicanos no van a ir a votar por su enojo… nos quedan los mismos de siempre. Los que creen en el PRI quién sabe por qué razones, los que siguen aferrados al PAN, y los que insisten en llevar a Los Pinos a Andrés Manuel López Obrador.

Es inútil hacer la ecuación de manera distinta cada vez, son cuotas. Que permanecen firmes, leales a sus líderes. Pero, al fin y al cabo, son cuotas que apenas llegan a un tercio.

Los jóvenes que votan por primera vez, si es que lo hacen, pueden sumar a cualquiera de estos “tercios”. Igual las mujeres fastidiadas por no ser tomadas en cuenta. Al menos una parte de ese conglomerado llamado “las mujeres”.

¿Cómo van a completar el número de electores que necesitan para ganar los candidatos?

Es obvio que andan desesperados, que están sumando a cualquier costo, que están ofreciendo las “perlas de la Virgen” a cambio del voto, que están utilizando hasta las esposas para atraer simpatizantes. Y que van a gastar millonadas quién sabe de dónde.

TODO MENOS LA VERDAD

Es decir, la verdad de todo lo que no van a poder hacer, cambiar, al llegar al poder. Porque será imposible cambiar los temas más sensibles como el costo de la gasolina, de la luz, de los gastos mensuales que es lo que más preocupa a millones y millones de mexicanos. Porque no podrá, ninguno de los candidatos convertido en mandatario, cambiar la devaluación del peso o recuperar la paz social por decreto. Porque no terminarán con la violencia ni habrá mejores policías ni regresarán a los militares a sus cuarteles.

Y eso, todo lo que no podrán cambiar, todo lo que seguirá igual, es lo que tendrían que decirnos en este enero. En este enero donde la cuesta es tal, tan imposible, tan empinada, que estaríamos dispuestos a escuchar la verdad. Y tal vez así, con la verdad por delante, esos millones de millones de mexicanos, querrían votar…

En Twitter: @isabelarvide

Blog: EstadoMayor.mx

Blog: CambioQRR.com

¿Quiénes van a votar el primer domingo del próximo julio?

¿Quiénes van a querer votar y por qué?

Estas deben ser las grandes preguntas, sin respuesta fidedigna, que tienen que estarse haciendo los candidatos de todos los partidos.

¿De qué manera va a expresarse la gran irritación social en las urnas?

Lo ideal, materia de civismo incluida, es que todos los mexicanos en edad de hacerlo fuésemos a votar, por cualquiera de los candidatos, pero que ejerciésemos nuestros derechos ciudadanos, el primero de ellos: Elegir a los gobernantes.

No va a ser así. Esperar una votación superior al 60 % del patrón electoral es ambicioso, y vendría a tambalear muchas suposiciones electorales. ¿Por qué? Por el enojo social. Porque millones de mexicanos sienten, piensan que ninguna de las opciones políticas merece el esfuerzo. Porque millones y más millones de mexicanos están hartos de todos los gobiernos, los partidos políticos, los liderazgos públicos bajo cualquier sigla.

A estos millones y más millones de mexicanos les harta que su moneda valga menos. Es decir, que no puedan cambiar su coche porque ahora valen cientos de miles de pesos más por la devaluación. Les enoja profundamente que hayan tenido que sacar a sus hijos de las escuelas privadas por no poder pagar las colegiaturas. Les enferma el cuerpo que cada recibo de la luz, del gas, de todos los servicios traiga una cifra más, que vivir como antes les sea imposible.

Y no se diga el entripado que hacen cada vez que tienen que cargar gasolina. A lo que debe sumarse el gasto de seguros, así sean los mínimos, de tenencia vehicular, de emplacamiento o lo que se les ocurra a las autoridades del lugar donde viven.

Son los millones y millones de mexicanos que ya dejaron de vivir a la quinta pregunta. Que ya se hartaron de preguntarse cómo le hacen para que alcance el sueldo, para llegar a la primera semana de cada mes. Son los millones y millones de mexicanos que ya no tienen qué llevar a empeñar para transitar la cuesta de enero.

A esos millones y millones de mexicanos que viven enojados a perpetuidad no les hablan los candidatos presidenciales. No pueden hacerlo porque su furia, su rabia interior les ha bloqueado la capacidad de confiar, de creer. De esperar un cambio.

Ni siquiera están pensando en un nuevo gobierno, la esperanza no les da para tanto.

Y como estos millones y millones de mexicanos no van a ir a votar por su enojo… nos quedan los mismos de siempre. Los que creen en el PRI quién sabe por qué razones, los que siguen aferrados al PAN, y los que insisten en llevar a Los Pinos a Andrés Manuel López Obrador.

Es inútil hacer la ecuación de manera distinta cada vez, son cuotas. Que permanecen firmes, leales a sus líderes. Pero, al fin y al cabo, son cuotas que apenas llegan a un tercio.

Los jóvenes que votan por primera vez, si es que lo hacen, pueden sumar a cualquiera de estos “tercios”. Igual las mujeres fastidiadas por no ser tomadas en cuenta. Al menos una parte de ese conglomerado llamado “las mujeres”.

¿Cómo van a completar el número de electores que necesitan para ganar los candidatos?

Es obvio que andan desesperados, que están sumando a cualquier costo, que están ofreciendo las “perlas de la Virgen” a cambio del voto, que están utilizando hasta las esposas para atraer simpatizantes. Y que van a gastar millonadas quién sabe de dónde.

TODO MENOS LA VERDAD

Es decir, la verdad de todo lo que no van a poder hacer, cambiar, al llegar al poder. Porque será imposible cambiar los temas más sensibles como el costo de la gasolina, de la luz, de los gastos mensuales que es lo que más preocupa a millones y millones de mexicanos. Porque no podrá, ninguno de los candidatos convertido en mandatario, cambiar la devaluación del peso o recuperar la paz social por decreto. Porque no terminarán con la violencia ni habrá mejores policías ni regresarán a los militares a sus cuarteles.

Y eso, todo lo que no podrán cambiar, todo lo que seguirá igual, es lo que tendrían que decirnos en este enero. En este enero donde la cuesta es tal, tan imposible, tan empinada, que estaríamos dispuestos a escuchar la verdad. Y tal vez así, con la verdad por delante, esos millones de millones de mexicanos, querrían votar…

En Twitter: @isabelarvide

Blog: EstadoMayor.mx

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