/ viernes 20 de abril de 2018

Sin Gafete | La lección del avión

Todos quieren encontrar una fisura en la fuerza política-electoral de López Obrador. Y, todos también, se estrellan contra la fortaleza de su empatía social, su bonhomía, su manejo de la comunicación. En esto, definitivo, hay una lección que debemos, todos, aprender.

La importancia de comunicar o de no saber hacerlo tiene que ser uno de los graves pendientes de la administración que está por terminar, con el agregado de los muchos millones de pesos. Recordemos, es sano, que cuando Enrique Peña Nieto fue destapado como candidato al gobierno del Estado de México su popularidad estaba tan baja como hoy, tanto así que el líder del PRI en ese tiempo se dio el lujo de no asistir a su protesta.

¿Qué sucedió para que terminase la campaña local con una aceptación superior al 70 por ciento? Sucedió, que lo estudien los desmemoriados, Jesús Murillo Karam que se hizo cargo de la campaña, de la imagen, de todo en ese tiempo. Junto con su jefe de prensa, David López.

¿Y hoy? Sobran asesores, sobran especialistas, sobran “intocables”, sobran sombras como la de Videgaray. Y no alcanza para convencer a la gente de las bondades presidenciales.

Ha habido un error prolongado que ya no tienen tiempo de enmendar.

En el ámbito de Andrés Manuel sucede exactamente lo contrario. Es leal a su gente que, a su vez, le es leal a él. Su jefe de prensa, que está junto a él día y noche hace muchos calendarios, César Yáñez, es impecable. No ha sumado, nunca, negativos. Lo entiende, lo acompaña, hace su chamba.

Exactamente lo que no sucedido en el gobierno de Peña Nieto. Y, obvio decirlo, menos todavía con la campaña de José Antonio Meade.

Y López Obrador, ya lo hemos dicho, es un comunicador de excelencia. Un estratega de comunicación singular, con resultados de éxito sin límite. Baste ver el tema del avión. O, mejor dicho, del avioncito, que utilizó en su viaje por el Norte.

El mismo subió un video burlándose de ir en esa avioneta, bastante vieja. Era obvio que iban a tomarle fotografías a su llegada, e igual de obvio que iban a tratar de usarlas para magnificar su “incongruencia”. Y como en manada, un gran número de periodistas que parecen estar tan desesperados como Meade, todos se le fueron a la yugular. Para que López Obrador aguantase tiempos. Hasta que soltó, ya casi en la noche, por medio de Alfonso Durazo los datos de la avioneta, la factura, todo lo que invalidaba los rumores que habían llegado hasta la injerencia de un empresario contrario a Morena.

¿Por qué? Estrategia de comunicación. Que consiguió, con excelencia, bajar el tono a las declaraciones de Carlos Slim sobre la construcción del nuevo aeropuerto, que habían sido ocho columnas en 11 de los 12 diarios nacionales. Y, de pasadita, quitarle cualquier fuerza a la encuesta o como quiera que se le llame de los estudiantes universitarios que, supuestamente habrían de votar por Anaya.

Ocupo todos los espacios. Con un tema que podía haber invalidado desde el inicio. Dejo que las redes sociales se llenasen de defensas y ataques. Dio espacio para que sus oponentes hicieran declaraciones… de un tema que era, desde el inicio, inofensivo. Y lo de Slim, fuerte, quedo muy rebasado.

Si Peña Nieto hubiese tenido esta capacidad de comunicación social…


@isabelarvide / EstadoMayor.mx / CambioQRR.com

Todos quieren encontrar una fisura en la fuerza política-electoral de López Obrador. Y, todos también, se estrellan contra la fortaleza de su empatía social, su bonhomía, su manejo de la comunicación. En esto, definitivo, hay una lección que debemos, todos, aprender.

La importancia de comunicar o de no saber hacerlo tiene que ser uno de los graves pendientes de la administración que está por terminar, con el agregado de los muchos millones de pesos. Recordemos, es sano, que cuando Enrique Peña Nieto fue destapado como candidato al gobierno del Estado de México su popularidad estaba tan baja como hoy, tanto así que el líder del PRI en ese tiempo se dio el lujo de no asistir a su protesta.

¿Qué sucedió para que terminase la campaña local con una aceptación superior al 70 por ciento? Sucedió, que lo estudien los desmemoriados, Jesús Murillo Karam que se hizo cargo de la campaña, de la imagen, de todo en ese tiempo. Junto con su jefe de prensa, David López.

¿Y hoy? Sobran asesores, sobran especialistas, sobran “intocables”, sobran sombras como la de Videgaray. Y no alcanza para convencer a la gente de las bondades presidenciales.

Ha habido un error prolongado que ya no tienen tiempo de enmendar.

En el ámbito de Andrés Manuel sucede exactamente lo contrario. Es leal a su gente que, a su vez, le es leal a él. Su jefe de prensa, que está junto a él día y noche hace muchos calendarios, César Yáñez, es impecable. No ha sumado, nunca, negativos. Lo entiende, lo acompaña, hace su chamba.

Exactamente lo que no sucedido en el gobierno de Peña Nieto. Y, obvio decirlo, menos todavía con la campaña de José Antonio Meade.

Y López Obrador, ya lo hemos dicho, es un comunicador de excelencia. Un estratega de comunicación singular, con resultados de éxito sin límite. Baste ver el tema del avión. O, mejor dicho, del avioncito, que utilizó en su viaje por el Norte.

El mismo subió un video burlándose de ir en esa avioneta, bastante vieja. Era obvio que iban a tomarle fotografías a su llegada, e igual de obvio que iban a tratar de usarlas para magnificar su “incongruencia”. Y como en manada, un gran número de periodistas que parecen estar tan desesperados como Meade, todos se le fueron a la yugular. Para que López Obrador aguantase tiempos. Hasta que soltó, ya casi en la noche, por medio de Alfonso Durazo los datos de la avioneta, la factura, todo lo que invalidaba los rumores que habían llegado hasta la injerencia de un empresario contrario a Morena.

¿Por qué? Estrategia de comunicación. Que consiguió, con excelencia, bajar el tono a las declaraciones de Carlos Slim sobre la construcción del nuevo aeropuerto, que habían sido ocho columnas en 11 de los 12 diarios nacionales. Y, de pasadita, quitarle cualquier fuerza a la encuesta o como quiera que se le llame de los estudiantes universitarios que, supuestamente habrían de votar por Anaya.

Ocupo todos los espacios. Con un tema que podía haber invalidado desde el inicio. Dejo que las redes sociales se llenasen de defensas y ataques. Dio espacio para que sus oponentes hicieran declaraciones… de un tema que era, desde el inicio, inofensivo. Y lo de Slim, fuerte, quedo muy rebasado.

Si Peña Nieto hubiese tenido esta capacidad de comunicación social…


@isabelarvide / EstadoMayor.mx / CambioQRR.com