/ miércoles 30 de enero de 2019

Sin gafete | Nino Canún en la mañanera...

En las “mañaneras” hay de todo. Sin orden. Son un escenario propicio al caos que suele estar aparejado con la libertad. Una oportunidad que muchos reporteros desperdician.

Llevamos menos de dos meses de gobierno de López Obrador, de sus conferencias de prensa “mañaneras” y ya son parte de nuestra cultura popular. Son esenciales para entender este gobierno, y para comprender la estructura mental, así como las acciones y omisiones de López Obrador. Que se ha confirmado como un comunicador excepcional.

Hoy sabemos mucho más de la realidad política nacional. Podemos convertirla en un “meme”, podemos llenar las “benditas redes sociales” con lo que ahí se dice, y hasta con los retruécanos para evadir trampas. Aunque la vocación de abrir la información de López Obrador, con todos sus asegunes, no haya permeado hacía sus colaboradores.

Instalados en tiempos pasados, la mayoría de los miembros del Gabinete, se esconden, no responden llamadas, no atienden solicitudes de periodistas, son herméticos… hasta que el primer mandatario los coloca a su lado y los hace hablar.

Así tenemos un primer mandatario que responde. Rodeado del silencio de sus colaboradores. Lo que no habíamos vivido en los últimos 40 años.

En una de estas “mañaneras”, esta semana, Nino Canún acaparó la atención hablando de su realidad.

Los reporteros, periodistas, o simples enviados de los medios de comunicación a “cubrir” estos eventos, se burlaron. Le pidieron que se callase. Y en redes sociales, en muchos espacios mediáticos han cuestionado sus palabras, supuestamente parciales, halagadoras hacía López Obrador.

Poco, muy poco han confrontado la realidad del poder sus críticos.

Lo cierto es que Nino agradeció, de forma efusiva, su regreso a los medios de comunicación después de haber estado vetado.

Uno entiende. Al menos quienes hemos estado “vetados” entendemos cabalmente lo que significa tener un medio de comunicación donde trabajar, donde expresarnos. Así de simple. Tener un espacio.

Ser vetado significa, ha significado en nuestro país, en nuestro sistema político, un castigo infringido por los poderosos, que son poderosos políticos y poderosos empresarios, a lo que uno dice o escribe. Es una forma corrupta e inmoral de atacar la libertad de expresión.

Ser vetado es, también, la peor de las orfandades. Porque dejas de existir, de ser visible. Y todas las puertas se cierran.

Confrontarse con el poder tiene un precio muy alto. Ser víctima del poder tiene todos los precios a imaginar. Y Nino, como muchos otros, fue víctima de ese poder que, hasta hace poco tiempo, muy poco, todo lo podía contra los periodistas incómodos.

¿Tiene razón en agradecer a López Obrador que ese inmenso, lapidario veto haya terminado? Cada uno tiene sus formas de expresión y de mostrar gratitud. A mí, primera persona del singular, me parece que las palabras de Nino Canún corresponden al agobio, a la angustia, al desamparo que vivió.

Y estas expresiones, de un periodista, también tienen espacio en las “mañaneras” porque de eso trata la libertad. A la que nos vamos acostumbrando, unos más pronto que otros…



En las “mañaneras” hay de todo. Sin orden. Son un escenario propicio al caos que suele estar aparejado con la libertad. Una oportunidad que muchos reporteros desperdician.

Llevamos menos de dos meses de gobierno de López Obrador, de sus conferencias de prensa “mañaneras” y ya son parte de nuestra cultura popular. Son esenciales para entender este gobierno, y para comprender la estructura mental, así como las acciones y omisiones de López Obrador. Que se ha confirmado como un comunicador excepcional.

Hoy sabemos mucho más de la realidad política nacional. Podemos convertirla en un “meme”, podemos llenar las “benditas redes sociales” con lo que ahí se dice, y hasta con los retruécanos para evadir trampas. Aunque la vocación de abrir la información de López Obrador, con todos sus asegunes, no haya permeado hacía sus colaboradores.

Instalados en tiempos pasados, la mayoría de los miembros del Gabinete, se esconden, no responden llamadas, no atienden solicitudes de periodistas, son herméticos… hasta que el primer mandatario los coloca a su lado y los hace hablar.

Así tenemos un primer mandatario que responde. Rodeado del silencio de sus colaboradores. Lo que no habíamos vivido en los últimos 40 años.

En una de estas “mañaneras”, esta semana, Nino Canún acaparó la atención hablando de su realidad.

Los reporteros, periodistas, o simples enviados de los medios de comunicación a “cubrir” estos eventos, se burlaron. Le pidieron que se callase. Y en redes sociales, en muchos espacios mediáticos han cuestionado sus palabras, supuestamente parciales, halagadoras hacía López Obrador.

Poco, muy poco han confrontado la realidad del poder sus críticos.

Lo cierto es que Nino agradeció, de forma efusiva, su regreso a los medios de comunicación después de haber estado vetado.

Uno entiende. Al menos quienes hemos estado “vetados” entendemos cabalmente lo que significa tener un medio de comunicación donde trabajar, donde expresarnos. Así de simple. Tener un espacio.

Ser vetado significa, ha significado en nuestro país, en nuestro sistema político, un castigo infringido por los poderosos, que son poderosos políticos y poderosos empresarios, a lo que uno dice o escribe. Es una forma corrupta e inmoral de atacar la libertad de expresión.

Ser vetado es, también, la peor de las orfandades. Porque dejas de existir, de ser visible. Y todas las puertas se cierran.

Confrontarse con el poder tiene un precio muy alto. Ser víctima del poder tiene todos los precios a imaginar. Y Nino, como muchos otros, fue víctima de ese poder que, hasta hace poco tiempo, muy poco, todo lo podía contra los periodistas incómodos.

¿Tiene razón en agradecer a López Obrador que ese inmenso, lapidario veto haya terminado? Cada uno tiene sus formas de expresión y de mostrar gratitud. A mí, primera persona del singular, me parece que las palabras de Nino Canún corresponden al agobio, a la angustia, al desamparo que vivió.

Y estas expresiones, de un periodista, también tienen espacio en las “mañaneras” porque de eso trata la libertad. A la que nos vamos acostumbrando, unos más pronto que otros…