/ lunes 10 de septiembre de 2018

Sin gafete | Para entender a Manuel Velasco

Chiapas tiene innumerables riquezas naturales. Y, también, a los chiapanecos. Que no se parecen a los mexicanos de ninguna otra región del país. En su ancestral miseria confluyen razones tan ilógicas como asibles localmente. ¿Cómo imaginar que una comunidad deba sembrar lo mismo? Sembrar lo mismo todos, así no alcance lo cosechado ni para comer.

Hay una realidad necia en verdad. La que discrimina a las mujeres a perpetuidad. La de los guerrilleros que se apropian del territorio sin que militares, autoridades federales, se atrevan a resolverlo. La de ciudades tan opuestas entre sí que ni siquiera hablan el español de la misma manera. La de usos y costumbres que terminan por crear “expulsados” que deben vivir a pocos kilómetros de su localidad, acompañados por el miedo.

La de la violencia y el alcoholismo entre los grupos indígenas. La de las infinitas necesidades sin resolver, sin entendimiento mutuo para avanzar en su comprensión.

Y, también, la de los gobernadores que no pueden, que no quieren, que no deben terminar su mandato constitucional. Es como una maldición. El papá de Patrocinio González Garrido, don Salomón, no terminó su gobierno, como tampoco podría hacerlo años después él. Juan Sabines, padre, fue gobernador por un tiempo corto.

De ahí, de esta realidad, donde terminar es un reto, donde terminar significa poner orden, dejar la casa limpia, acompañar el cambio, es que vino Manuel Velasco Coello montado en su “necedad” de acabar el sexenio, de completar el tiempo por el que fue electo. Los chiapanecos, que tienen otro modo de relacionarse con sus gobernantes, no perdonan. Quieren poder hablar con el mismo gobernador hasta el último día de gobierno.

A lo que debe agregarse que cualquier otro, gobernador sustituto por tres meses, que no fuera Velasco Coello, iba ahacer un desastre. Por más bien intencionado que fuese.

En Chiapas, hay otras reglas de relación social, otra manera de gobernar.

¿Se vale? El gobernador-senador no tenía de otra. O lo iban a lapidar sus gobernados que, además, no suelen perdonar.

Las reglas del juego, por algo hubo una guerra ahí, no son las mismas que conocemos. ¿Ha sido un buen gobernador Velasco Coello? En la medida de sus posibilidades, contra la realidad de marginación, con el poco dinero que le otorgó la federación, ha hecho malabares, ha cambiado mucho de lo que podía cambiarse.

¿De quién fue la bronca?

Supongo que de Martí Batres que no entendió de qué lado masca la iguana en su momento.

¿Quiere ser senador Velasco, después del espectáculo político que le provocaron en el Senado al solicitar licencia?

Quién sabe.

Hoy por hoy, por si hiciera falta, le ayuda a unos “temas” urgentes al presidente electo… como dicen en mi pueblo que debe ser, por si se nos olvida en qué país vivimos… Chiapas es en el cosmos lo que una flor al viento…

@isabelarvide / EstadoMayor.mx / CambioQRR.com


Chiapas tiene innumerables riquezas naturales. Y, también, a los chiapanecos. Que no se parecen a los mexicanos de ninguna otra región del país. En su ancestral miseria confluyen razones tan ilógicas como asibles localmente. ¿Cómo imaginar que una comunidad deba sembrar lo mismo? Sembrar lo mismo todos, así no alcance lo cosechado ni para comer.

Hay una realidad necia en verdad. La que discrimina a las mujeres a perpetuidad. La de los guerrilleros que se apropian del territorio sin que militares, autoridades federales, se atrevan a resolverlo. La de ciudades tan opuestas entre sí que ni siquiera hablan el español de la misma manera. La de usos y costumbres que terminan por crear “expulsados” que deben vivir a pocos kilómetros de su localidad, acompañados por el miedo.

La de la violencia y el alcoholismo entre los grupos indígenas. La de las infinitas necesidades sin resolver, sin entendimiento mutuo para avanzar en su comprensión.

Y, también, la de los gobernadores que no pueden, que no quieren, que no deben terminar su mandato constitucional. Es como una maldición. El papá de Patrocinio González Garrido, don Salomón, no terminó su gobierno, como tampoco podría hacerlo años después él. Juan Sabines, padre, fue gobernador por un tiempo corto.

De ahí, de esta realidad, donde terminar es un reto, donde terminar significa poner orden, dejar la casa limpia, acompañar el cambio, es que vino Manuel Velasco Coello montado en su “necedad” de acabar el sexenio, de completar el tiempo por el que fue electo. Los chiapanecos, que tienen otro modo de relacionarse con sus gobernantes, no perdonan. Quieren poder hablar con el mismo gobernador hasta el último día de gobierno.

A lo que debe agregarse que cualquier otro, gobernador sustituto por tres meses, que no fuera Velasco Coello, iba ahacer un desastre. Por más bien intencionado que fuese.

En Chiapas, hay otras reglas de relación social, otra manera de gobernar.

¿Se vale? El gobernador-senador no tenía de otra. O lo iban a lapidar sus gobernados que, además, no suelen perdonar.

Las reglas del juego, por algo hubo una guerra ahí, no son las mismas que conocemos. ¿Ha sido un buen gobernador Velasco Coello? En la medida de sus posibilidades, contra la realidad de marginación, con el poco dinero que le otorgó la federación, ha hecho malabares, ha cambiado mucho de lo que podía cambiarse.

¿De quién fue la bronca?

Supongo que de Martí Batres que no entendió de qué lado masca la iguana en su momento.

¿Quiere ser senador Velasco, después del espectáculo político que le provocaron en el Senado al solicitar licencia?

Quién sabe.

Hoy por hoy, por si hiciera falta, le ayuda a unos “temas” urgentes al presidente electo… como dicen en mi pueblo que debe ser, por si se nos olvida en qué país vivimos… Chiapas es en el cosmos lo que una flor al viento…

@isabelarvide / EstadoMayor.mx / CambioQRR.com