/ viernes 6 de julio de 2018

Sin Gafete | Todos quisimos al Peje...

Durante largos meses, por instrucciones del entonces gobernador, Román Trejo, un seudo “columnista” local de Quintana Roo, agravió con insultos y calumnias a Carlos Joaquín en sus publicaciones. Lo llamó con los peores calificativos, le inventó apodos, se metió en temas de su vida privada con mentiras, acusó a su padre de ser narcotraficante.

Un ejemplo del “periodismo” más horripilante a imaginar, previo pago. Porque cobraba cada mes 200 mil pesos en el gobierno.

El día que tomó posesión como gobernador Carlos Joaquín, meses después de estos ataques rutinarios, Trejo se apareció en el desayuno oficial con periodistas y le pidió, con total cinismo, tomarse una “selfie” al ya gobernador.

Me quedó grabada su conducta porque ejemplifica la estulticia de quienes se amparan en un oficio para extorsionar, para lucrar, para ofender previo pago.

Y me he acordado mucho de esto porque los críticos más severos de Andrés Manuel López Obrador parecen querer tomarse una fotografía con el futuro mandatario, como hizo Trejo con Carlos Joaquín.

Olvidando que existe una memoria social. Valga el ejemplo de Enrique Krauze que hoy se muestra, desde el mismo día 1 de julio en que era entrevistado por Televisa, tan contento con la llegada de López Obrador a Los Pinos. Negando, en automático, que le apodó Mesías tropical y mucho más.

La constancia en los medios de comunicación, en el ámbito del análisis político, fue por muchos meses la crítica más virulenta contra López Obrador. A quién se le pretendió crear una imagen de monstruo cuyo arribo al poder presidencial obligaría a millones de mexicanos a irse a vivir a otro país. Se distorsionaron sus palabras. Se respondió a sus promesas de campaña con palabras muy duras. Incluyendo declaraciones inusuales del titular de la Sedena. Participaron muchos analistas políticos, aparentemente respetables.

Y de pronto todos están fascinados con el político tabasqueño. Hasta Vicente Fox. Todos, incluso sus más duros críticos, están reculando. Unos pagan desplegados en los diarios de circulación nacional como el Sindicato Petrolero, o los dueños del dinero. Es asunto político y previsible, una cargada tristísima. No es aceptable, en cambio, que periodistas reculen sobre sus palabras en los mismos espacios donde le tundieron.

Como espectadores vivimos un momento de estulticia periodística. Porque hay límites a lo que alguien que escribe, que publica, que firma sus comentarios puede negarse a sí mismo. Límites de una mínima dignidad personal que hoy no se respetan.

¿Hay un interés económico, un miedo a perder privilegios en estas conductas? No importa, hay una falta de profesionalismo inmensa.

Afortunadamente, quiero creer, López Obrador es una Chucha cuerera muy curtida en las expresiones del poder, y goza todavía de memoria.

Ojalá cuando corran, quienes lo llamaron de todo, a tomarse una selfie como hiciera Trejo en Chetumal, los reconozca, por el bien de la República…

Twitter: @isabelarvide

Blog: EstadoMayor.mx

Blog: CambioQRR.com

Durante largos meses, por instrucciones del entonces gobernador, Román Trejo, un seudo “columnista” local de Quintana Roo, agravió con insultos y calumnias a Carlos Joaquín en sus publicaciones. Lo llamó con los peores calificativos, le inventó apodos, se metió en temas de su vida privada con mentiras, acusó a su padre de ser narcotraficante.

Un ejemplo del “periodismo” más horripilante a imaginar, previo pago. Porque cobraba cada mes 200 mil pesos en el gobierno.

El día que tomó posesión como gobernador Carlos Joaquín, meses después de estos ataques rutinarios, Trejo se apareció en el desayuno oficial con periodistas y le pidió, con total cinismo, tomarse una “selfie” al ya gobernador.

Me quedó grabada su conducta porque ejemplifica la estulticia de quienes se amparan en un oficio para extorsionar, para lucrar, para ofender previo pago.

Y me he acordado mucho de esto porque los críticos más severos de Andrés Manuel López Obrador parecen querer tomarse una fotografía con el futuro mandatario, como hizo Trejo con Carlos Joaquín.

Olvidando que existe una memoria social. Valga el ejemplo de Enrique Krauze que hoy se muestra, desde el mismo día 1 de julio en que era entrevistado por Televisa, tan contento con la llegada de López Obrador a Los Pinos. Negando, en automático, que le apodó Mesías tropical y mucho más.

La constancia en los medios de comunicación, en el ámbito del análisis político, fue por muchos meses la crítica más virulenta contra López Obrador. A quién se le pretendió crear una imagen de monstruo cuyo arribo al poder presidencial obligaría a millones de mexicanos a irse a vivir a otro país. Se distorsionaron sus palabras. Se respondió a sus promesas de campaña con palabras muy duras. Incluyendo declaraciones inusuales del titular de la Sedena. Participaron muchos analistas políticos, aparentemente respetables.

Y de pronto todos están fascinados con el político tabasqueño. Hasta Vicente Fox. Todos, incluso sus más duros críticos, están reculando. Unos pagan desplegados en los diarios de circulación nacional como el Sindicato Petrolero, o los dueños del dinero. Es asunto político y previsible, una cargada tristísima. No es aceptable, en cambio, que periodistas reculen sobre sus palabras en los mismos espacios donde le tundieron.

Como espectadores vivimos un momento de estulticia periodística. Porque hay límites a lo que alguien que escribe, que publica, que firma sus comentarios puede negarse a sí mismo. Límites de una mínima dignidad personal que hoy no se respetan.

¿Hay un interés económico, un miedo a perder privilegios en estas conductas? No importa, hay una falta de profesionalismo inmensa.

Afortunadamente, quiero creer, López Obrador es una Chucha cuerera muy curtida en las expresiones del poder, y goza todavía de memoria.

Ojalá cuando corran, quienes lo llamaron de todo, a tomarse una selfie como hiciera Trejo en Chetumal, los reconozca, por el bien de la República…

Twitter: @isabelarvide

Blog: EstadoMayor.mx

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