/ domingo 17 de septiembre de 2017

Sine Mutatis Mutandis

1.- “Los asesores jurídicos del señor López –en caso de que existan-, le iluminaron la sinrazón sustentando su causa en el derecho que le asiste a través del Artículo 39 de nuestra Ley Fundamental. En efecto, según el postulado, la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno. Lo que dedujo nuestro MAO de cabecera, quizás imbuido de su inquebrantable humildad, es que sin duda el pueblo es él, y que su dictado es la suprema Ley de la Nación.

2.- “Lo que posiblemente no le hicieron notar sus asistentes, arropados en la túnica inconsútil de la justicia y, como ella, cubiertos los ojos con el paño inmaculado de la ecuanimidad, es el enunciado del Artículo 136, según el cual la Constitución no perderá su fuerza y vigor, aún cuando por alguna rebelión se interrumpa su observancia, y que en caso de que por cualquier trastorno público se establezca un gobierno contrario a los principios que ella sanciona, tan luego como el pueblo recobre su libertad, se restablecerá su observancia, y con arreglo a ella y a las leyes que en su virtud se hubieran expedido, serán juzgados, así los que hubieren figurado en el gobierno emanado de la rebelión, como los que hubieren cooperado a ésta.

3.- “De igual manera, sus artistas pictóricos podrán haberle dibujado la imagen de la justicia con una balanza dispareja: cargada de un lado con los espléndidos haberes públicos del gobierno del Distrito Federal, y ligera del otro con las ideas y la razón que el viento se ha llevado. En la otra mano, le habrán trazado una espada de hoja damasquina que blande impertérrita contra el orden público y contra todo juicio sereno que se oponga a la suprema voluntad de este advenedizo redentor de su propio dogma, de su propia autorreciclante adoración a su persona y de su indubitable enfoque de la vida.

4.- “Entre el gabinete de nuestro Kim Il Sung municipal figuran destacados historiadores y teoricistas del Estado como el Mosh, Ímaz y su distinguida esposa la señora Sheinbaum; Bejarano y su fina dama la señora Padierna; los laureados humanistas Camacho y Noroña, así como estrategas de renombre como Pablo Gómez y Leonel Cota. Ya sus artesanos detallan los camafeos que, al estilo del líder norcoreano que tanto lo ha inspirado, deberán portar todos los mexicanos con la figura imperial e imponente de López Obrador prendido sobre sus corazones. Ya no quiere a Fidel Castro ni a Chávez, por pusilánimes y blandengues, y entrena a su chofer Nico para que lo suceda en el poder, por si sus hijos no quieren.

5.- “Como parte de su esquema revolucionario de dictadura unipersonal, la única religión que el pueblo profesará es el obradorismo fanático e irrefrenado, y el único culto permitido será a su persona; quedan abolidos todos los símbolos que sugieran otra figura, y esa iglesia que se halla cerca del Tepeyac se llamará desde ahora Basílica de Andrés Manuel, la calle ancha aquella que tiene árboles se conocerá como Paseo de la Desobediencia López Obrador, y sólo quedará como se llama la calle de López. (…)”.

6.- Así publicaron los Soles estos Numerados el 21 de agosto de 2006. Salvo los muertos que han sido sustituidos por sus designados, serían válidos hoy, y en lugar de su chofer su sucesor será su hijo que sí quiere, dentro de unas dos o tres campañas. México ha cambiado: López Obrador no.

 

camilo@kawage.com

1.- “Los asesores jurídicos del señor López –en caso de que existan-, le iluminaron la sinrazón sustentando su causa en el derecho que le asiste a través del Artículo 39 de nuestra Ley Fundamental. En efecto, según el postulado, la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno. Lo que dedujo nuestro MAO de cabecera, quizás imbuido de su inquebrantable humildad, es que sin duda el pueblo es él, y que su dictado es la suprema Ley de la Nación.

2.- “Lo que posiblemente no le hicieron notar sus asistentes, arropados en la túnica inconsútil de la justicia y, como ella, cubiertos los ojos con el paño inmaculado de la ecuanimidad, es el enunciado del Artículo 136, según el cual la Constitución no perderá su fuerza y vigor, aún cuando por alguna rebelión se interrumpa su observancia, y que en caso de que por cualquier trastorno público se establezca un gobierno contrario a los principios que ella sanciona, tan luego como el pueblo recobre su libertad, se restablecerá su observancia, y con arreglo a ella y a las leyes que en su virtud se hubieran expedido, serán juzgados, así los que hubieren figurado en el gobierno emanado de la rebelión, como los que hubieren cooperado a ésta.

3.- “De igual manera, sus artistas pictóricos podrán haberle dibujado la imagen de la justicia con una balanza dispareja: cargada de un lado con los espléndidos haberes públicos del gobierno del Distrito Federal, y ligera del otro con las ideas y la razón que el viento se ha llevado. En la otra mano, le habrán trazado una espada de hoja damasquina que blande impertérrita contra el orden público y contra todo juicio sereno que se oponga a la suprema voluntad de este advenedizo redentor de su propio dogma, de su propia autorreciclante adoración a su persona y de su indubitable enfoque de la vida.

4.- “Entre el gabinete de nuestro Kim Il Sung municipal figuran destacados historiadores y teoricistas del Estado como el Mosh, Ímaz y su distinguida esposa la señora Sheinbaum; Bejarano y su fina dama la señora Padierna; los laureados humanistas Camacho y Noroña, así como estrategas de renombre como Pablo Gómez y Leonel Cota. Ya sus artesanos detallan los camafeos que, al estilo del líder norcoreano que tanto lo ha inspirado, deberán portar todos los mexicanos con la figura imperial e imponente de López Obrador prendido sobre sus corazones. Ya no quiere a Fidel Castro ni a Chávez, por pusilánimes y blandengues, y entrena a su chofer Nico para que lo suceda en el poder, por si sus hijos no quieren.

5.- “Como parte de su esquema revolucionario de dictadura unipersonal, la única religión que el pueblo profesará es el obradorismo fanático e irrefrenado, y el único culto permitido será a su persona; quedan abolidos todos los símbolos que sugieran otra figura, y esa iglesia que se halla cerca del Tepeyac se llamará desde ahora Basílica de Andrés Manuel, la calle ancha aquella que tiene árboles se conocerá como Paseo de la Desobediencia López Obrador, y sólo quedará como se llama la calle de López. (…)”.

6.- Así publicaron los Soles estos Numerados el 21 de agosto de 2006. Salvo los muertos que han sido sustituidos por sus designados, serían válidos hoy, y en lugar de su chofer su sucesor será su hijo que sí quiere, dentro de unas dos o tres campañas. México ha cambiado: López Obrador no.

 

camilo@kawage.com

ÚLTIMASCOLUMNAS