/ lunes 25 de septiembre de 2017

Sociedad organizada y cultura de protección civil

El pasado 19 de septiembre, una vez más, nuestro país se vio envuelto en la tragedia al registrarse un sismo de 7.1 en escala Richter, cuyo epicentro se localizó en el límite entre los estados de Puebla y Morelos, exactamente 32 años después del terremoto de magnitud 8.1 en escala Richter, uno de los más devastadores en la historia contemporánea de México.

Apenas el día 7 de septiembre, se había presentado un sismo de 8.2 en la escala de Richter, con epicentro en las costas de Chiapas, el más fuerte de los últimos 100 años ocurridos en el territorio nacional.

A estos lamentables acontecimientos se suma el paso del huracán Katia, fenómenos que en conjunto, han dejado como saldo el fallecimiento de cientos de personas, decenas de heridos, de viviendas total o parcialmente destruidas e infraestructura urbana severamente dañada en distintas entidades.

Como sabemos, México se encuentra altamente expuesto a la presencia de una gran diversidad de fenómenos geológicos e hidro-metereológicos; pues está catalogado como uno de los de mayor actividad sísmica en todo el mundo y aproximadamente el 40% del territorio nacional y más de una cuarta parte de su población están expuesto a tormentas, huracanes e inundaciones.

Para poner en su justa dimensión esta problemática, basta mencionar que de septiembre de 2016 a junio de 2017 se emitieron 42 Declaratorias de Emergencia en 15 entidades federativas, a través de las cuales se apoyó a 469 mil 356 personas afectadas por la ocurrencia de diversos fenómenos naturales. En el mismo periodo, se emitieron 20 declaratorias de desastre en 14 entidades.

Consecuentemente, el gobierno de la República, en coordinación con los gobiernos de las entidades afectadas y la activa participación de la sociedad civil, ha desplegado una amplia estrategia y acciones para atender la emergencia, reconstruir la infraestructura y restituir la normalidad en la vida de la población.

En el contexto de tragedia que ha vivido y vive el país, me parecen fundamentales dos aspectos: la organización de la sociedad civil y el fortalecimiento de la cultura de Protección Civil.

Desde 1985 la sociedad civil emerge como un nuevo concepto en la esfera pública nacional, como un actor relevante, cuya actuación en las tareas de apoyo a la población en las situaciones de tragedia ha sido medular.

Ello se confirma, hoy más que nunca, en el despliegue voluntario de miles de personas, destacadamente jóvenes de todos los niveles económicos, que con una gran capacidad de organización y en coordinación con autoridades de los tres niveles de gobierno, se han despegado a las diferentes zonas afectadas para remover escombros, brindar ayuda en las labores de rescate, distribuir víveres, en una palabra, para mostrar su solidaridad al pueblo mexicano.

Por otra parte, son incuestionables los avances en materia de prevención de los fenómenos naturales, lo cual ha sentado las bases para consolidar una cultura de Protección Civil.  Hoy, la Política de Protección Civil es una Política de Estado, que articula el esfuerzo de los Poderes de la Unión, los estados, los municipios y, desde luego, la sociedad en su conjunto.

Sin embargo, es necesario seguir fortaleciendo las políticas de prevención con el objeto de salvaguardar la integridad y patrimonio de los mexicanos, ya que estos fenómenos naturales han afectado la vida y el patrimonio de la población, a la que expresamos nuestra solidaridad y pugnamos por que se continúe el auxilio a las víctimas y se provean los mayores recursos para la reconstrucción, sin olvidar por supuesto los lugares más alejados, lo que será sin duda una tarea titánica.

Estoy segura que la inquebrantable voluntad de la sociedad, con el apoyo decidido de las instituciones y de quienes formamos parte de ellas, se conseguirá superar la tragedia, así lo decidimos en el Senado con la instauración de un fondo de reconstrucción de vivienda de 50 millones de pesos y la determinación de mi partido de destinar 258 millones para esos fines. Es solo un grano de arena ante la inmensa necesidad, pero la suma de éstos es lo que hace grande el apoyo a quienes están urgidos en esta situación de emergencia nacional.

graciela.ortiz.glez@gog.org.mx

Twitter:@GOrtizGlez      

Facebook: graciela.ortizgonzalez

El pasado 19 de septiembre, una vez más, nuestro país se vio envuelto en la tragedia al registrarse un sismo de 7.1 en escala Richter, cuyo epicentro se localizó en el límite entre los estados de Puebla y Morelos, exactamente 32 años después del terremoto de magnitud 8.1 en escala Richter, uno de los más devastadores en la historia contemporánea de México.

Apenas el día 7 de septiembre, se había presentado un sismo de 8.2 en la escala de Richter, con epicentro en las costas de Chiapas, el más fuerte de los últimos 100 años ocurridos en el territorio nacional.

A estos lamentables acontecimientos se suma el paso del huracán Katia, fenómenos que en conjunto, han dejado como saldo el fallecimiento de cientos de personas, decenas de heridos, de viviendas total o parcialmente destruidas e infraestructura urbana severamente dañada en distintas entidades.

Como sabemos, México se encuentra altamente expuesto a la presencia de una gran diversidad de fenómenos geológicos e hidro-metereológicos; pues está catalogado como uno de los de mayor actividad sísmica en todo el mundo y aproximadamente el 40% del territorio nacional y más de una cuarta parte de su población están expuesto a tormentas, huracanes e inundaciones.

Para poner en su justa dimensión esta problemática, basta mencionar que de septiembre de 2016 a junio de 2017 se emitieron 42 Declaratorias de Emergencia en 15 entidades federativas, a través de las cuales se apoyó a 469 mil 356 personas afectadas por la ocurrencia de diversos fenómenos naturales. En el mismo periodo, se emitieron 20 declaratorias de desastre en 14 entidades.

Consecuentemente, el gobierno de la República, en coordinación con los gobiernos de las entidades afectadas y la activa participación de la sociedad civil, ha desplegado una amplia estrategia y acciones para atender la emergencia, reconstruir la infraestructura y restituir la normalidad en la vida de la población.

En el contexto de tragedia que ha vivido y vive el país, me parecen fundamentales dos aspectos: la organización de la sociedad civil y el fortalecimiento de la cultura de Protección Civil.

Desde 1985 la sociedad civil emerge como un nuevo concepto en la esfera pública nacional, como un actor relevante, cuya actuación en las tareas de apoyo a la población en las situaciones de tragedia ha sido medular.

Ello se confirma, hoy más que nunca, en el despliegue voluntario de miles de personas, destacadamente jóvenes de todos los niveles económicos, que con una gran capacidad de organización y en coordinación con autoridades de los tres niveles de gobierno, se han despegado a las diferentes zonas afectadas para remover escombros, brindar ayuda en las labores de rescate, distribuir víveres, en una palabra, para mostrar su solidaridad al pueblo mexicano.

Por otra parte, son incuestionables los avances en materia de prevención de los fenómenos naturales, lo cual ha sentado las bases para consolidar una cultura de Protección Civil.  Hoy, la Política de Protección Civil es una Política de Estado, que articula el esfuerzo de los Poderes de la Unión, los estados, los municipios y, desde luego, la sociedad en su conjunto.

Sin embargo, es necesario seguir fortaleciendo las políticas de prevención con el objeto de salvaguardar la integridad y patrimonio de los mexicanos, ya que estos fenómenos naturales han afectado la vida y el patrimonio de la población, a la que expresamos nuestra solidaridad y pugnamos por que se continúe el auxilio a las víctimas y se provean los mayores recursos para la reconstrucción, sin olvidar por supuesto los lugares más alejados, lo que será sin duda una tarea titánica.

Estoy segura que la inquebrantable voluntad de la sociedad, con el apoyo decidido de las instituciones y de quienes formamos parte de ellas, se conseguirá superar la tragedia, así lo decidimos en el Senado con la instauración de un fondo de reconstrucción de vivienda de 50 millones de pesos y la determinación de mi partido de destinar 258 millones para esos fines. Es solo un grano de arena ante la inmensa necesidad, pero la suma de éstos es lo que hace grande el apoyo a quienes están urgidos en esta situación de emergencia nacional.

graciela.ortiz.glez@gog.org.mx

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