/ miércoles 22 de diciembre de 2021

Solidaridad global

En este mundo interconectado, en el que podemos comunicarnos inmediatamente, prácticamente en cualquier parte, debemos repensar algunas cosas como la importancia que le damos al trabajo en equipo, a la comunidad en la que vivimos y a la familia. El pasado 2020 nos dejó claro qué tanto nos necesitamos, así como qué tan vulnerables somos si no trabajamos juntos para nuestra supervivencia.

Cuando la pandemia llegó, en un ejercicio de solidaridad se formó el Fondo de Acceso Global para vacunas Covid-19, conocido como COVAX por sus siglas en inglés, mismo que dio forma al gran ideal de proporcionar vacunas gratuitas para todas las naciones. 190 países se adhirieron, sin embargo, a año y medio de su creación, los resultados anhelados siguen pendientes ante la devastadora realidad. Solo 5% de las vacunas que se han aplicado en el mundo provienen de este mecanismo.

Mientras los países más desarrollados y con capacidad económica aplican terceras dosis y vacunan a niñas y niños, Haití ha logrado inmunizar solo al 0.3% de su población. Frente a Reino Unido (71.1%), Israel (68.9%), Brasil (67.5%) Estados Unidos (62.6%) e incluso la India (41.8%) abismales contrastes.

La distribución de vacunas obedece la misma lógica de acaparamiento y desigualdad que rige a los mercados. Hay más oportunidades para los pocos que más tienen, mientras millones de personas esperan en línea a que los mecanismos de apoyo funcionen y les permitan acceder a una vacuna contra un virus que sigue evolucionando y retando a la ciencia.

Esta claro que estamos juntos en el mismo barco y que lo que ocurra a algunos, tiene su manera de afectarnos a todas y todos, una sequía en Etiopía, puede derivar en una crisis de mercado que afecte la economía en América, un incendio forestal en Australia deriva en nubes de ceniza que llegan a Japón, y por supuesto, un enemigo invisible puede propagarse por el mundo y amenazar la vida de la humanidad entera.

Así es, estamos conectados, y solo uniendo nuestras voluntades, colaborando, buscando la cooperación y la paz por encima de otros intereses y formando frentes unidos, podemos prosperar en el contexto global en el que nos encontramos. La crisis climática está en todas partes, múltiples crisis económicas golpean a los países y crecen las amenazas a nuestra salud y nuestra forma de vida.

Ante la incertidumbre que impera en la complejidad contemporánea, la solidaridad ha sido, es y será la respuesta. El mecanismo COVAX no está mal en los objetivos que se propuso, pero sí subestimó a la maquinaria que operaría el sector privado frente al público. Debemos replantear la forma de dispersar vacunas por todo el mundo para esta crisis y las que pudieran ocurrir, así como, rediseñar la forma en la que las naciones implementan mecanismos de cooperación para emergencias globales.


#Solidaridad

#COVAX

#Cooperación



@ClauCorichi



En este mundo interconectado, en el que podemos comunicarnos inmediatamente, prácticamente en cualquier parte, debemos repensar algunas cosas como la importancia que le damos al trabajo en equipo, a la comunidad en la que vivimos y a la familia. El pasado 2020 nos dejó claro qué tanto nos necesitamos, así como qué tan vulnerables somos si no trabajamos juntos para nuestra supervivencia.

Cuando la pandemia llegó, en un ejercicio de solidaridad se formó el Fondo de Acceso Global para vacunas Covid-19, conocido como COVAX por sus siglas en inglés, mismo que dio forma al gran ideal de proporcionar vacunas gratuitas para todas las naciones. 190 países se adhirieron, sin embargo, a año y medio de su creación, los resultados anhelados siguen pendientes ante la devastadora realidad. Solo 5% de las vacunas que se han aplicado en el mundo provienen de este mecanismo.

Mientras los países más desarrollados y con capacidad económica aplican terceras dosis y vacunan a niñas y niños, Haití ha logrado inmunizar solo al 0.3% de su población. Frente a Reino Unido (71.1%), Israel (68.9%), Brasil (67.5%) Estados Unidos (62.6%) e incluso la India (41.8%) abismales contrastes.

La distribución de vacunas obedece la misma lógica de acaparamiento y desigualdad que rige a los mercados. Hay más oportunidades para los pocos que más tienen, mientras millones de personas esperan en línea a que los mecanismos de apoyo funcionen y les permitan acceder a una vacuna contra un virus que sigue evolucionando y retando a la ciencia.

Esta claro que estamos juntos en el mismo barco y que lo que ocurra a algunos, tiene su manera de afectarnos a todas y todos, una sequía en Etiopía, puede derivar en una crisis de mercado que afecte la economía en América, un incendio forestal en Australia deriva en nubes de ceniza que llegan a Japón, y por supuesto, un enemigo invisible puede propagarse por el mundo y amenazar la vida de la humanidad entera.

Así es, estamos conectados, y solo uniendo nuestras voluntades, colaborando, buscando la cooperación y la paz por encima de otros intereses y formando frentes unidos, podemos prosperar en el contexto global en el que nos encontramos. La crisis climática está en todas partes, múltiples crisis económicas golpean a los países y crecen las amenazas a nuestra salud y nuestra forma de vida.

Ante la incertidumbre que impera en la complejidad contemporánea, la solidaridad ha sido, es y será la respuesta. El mecanismo COVAX no está mal en los objetivos que se propuso, pero sí subestimó a la maquinaria que operaría el sector privado frente al público. Debemos replantear la forma de dispersar vacunas por todo el mundo para esta crisis y las que pudieran ocurrir, así como, rediseñar la forma en la que las naciones implementan mecanismos de cooperación para emergencias globales.


#Solidaridad

#COVAX

#Cooperación



@ClauCorichi