/ sábado 14 de marzo de 2020

Sólo con popularidad es imposible gobernar

Si las encuestas, y la voz del pueblo, aseguran que los expresidentes más corruptos son Enrique Peña Nieto, Carlos Salinas de Gortari, Felipe Calderón, Vicente Fox y Ernesto Zedillo, entonces ¿por qué no están en la cárcel?

Si en el discurso de su campaña por la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador ofreció acabar con la corrupción y encarcelar a los responsables del saqueo de los bienes nacionales, entonces ¿porqué se siguen paseando con el dinero mal habido?

Esta falta de severidad contra los corruptos ha provocado que las empresas encuestadoras, como Consulta Mitofsky, hayan registrado una caída de casi 12 puntos porcentuales, entre abril del año pasado y marzo del 2020.

Lo mismo ocurre con los resultados de las encuestas de opinión de la prensa escrita. Los diarios independientes publicaron la semana pasada, una pérdida de confianza ciudadana hacia AMLO de 19 puntos en un año, al pasar del 78 por ciento en marzo del 2019, a un 59 por ciento, este mes.

Aunque todavía la popularidad de López Obrador se nota en sus mítines, el aplauso en la plaza pública no significa que cuente con la confianza del pueblo en los manejos del gobierno.

Los reclamos ciudadanos hacia las malas decisiones de su gabinete, se han vuelto más comunes en sus recorridos por las distintas ciudades y poblados que acostumbra visitar cada fin de semana.

Incluso, se le ha visto más alejado del pueblo que lo apoyó, unas veces se trata de una medida de seguridad pero, muchas otras, para evitar que lo jaloneen y puedan lastimarlo.

Desde una mujer exigiendo ser restituida en su empleo en alguna dependencia del gobierno, hasta la demanda de justicia para los desaparecidos y asesinados que cada mes elevan su cifra, son las voces que escucha comúnmente el Presidente. Parece que poco ha podido hacer para satisfacer el clamor popular.

QUIÉNES SON LOS MÁS CORRUPTOS, SEGÚN EL PUEBLO La corrupción no sólo afecta a los expresidentes, también a quienes lo acompañan. Así lo demuestra la encuesta realizada por un diario de circulación nacional que ubica a Rosario Robles (encarcelada en México, donde probablemente salga) como la funcionaria más corrupta, según el pueblo. Le siguen Genaro García (preso en los Estados Unidos, de donde no saldrá), Santiago Creel y Emilio Chuayfett.

De haberse preguntado cuál es el funcionario actual peor catalogado, seguro los ciudadanos responderían que el secretario de Salud, Jorge Alcocer, porque en esta crisis del coronavirus no se le ha visto por ningún lado.

Cabe recordar que el gobierno no lo ejerce sólo el Presidente, sino en conjunto con sus colaboradores de todos los niveles.

Empero, la fuerte presencia de López Obrador ha evitado la dispersión de los secretarios de Estado, porque cada vez que hay un error, es AMLO quien sale a dar la cara y respuesta a las interrogantes.

Al evitar exponer a sus colabores ante la opinión pública, el Primer Mandatario ha desgastado su imagen, se ha metido en enredos muchas veces innecesarios y ha salido lastimado en las encuestas de aceptación popular.

A ser cuestionados sobre la confianza que tienen a sus instituciones, los ciudadanos respondieron que, en primero lugar, la familia, seguida por la iglesia católica. Después están el Ejército (con todo y los excesos permitidos por el espurio Felipe Calderón), el gobierno mexicano, el Instituto Nacional Electoral y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

El Estado se ubica en cuarto lugar de confianza ciudadana, pese a todo el descrédito que tienen los políticos y los abusos cometidos en la impartición de justicia, que a nadie deja satisfecho.

LOS MUERTOS DE AMLO Aunque decisiones como la rifa del avión presidencial, que no será rifado, han sido cuestionadas por la oposición, la aceptación de Andrés Manuel aún es aprobatoria, con un 6.53 por ciento.

Lo que rechaza el pueblo es la constante petición de “paz y amor” que hace López Obrador, como una medida para solucionar cualquier problema, incluidas las masacres, desapariciones, violaciones, amenazas y abusos.

La cifra de muertos durante la actual administración podría dispararse aún por encima de los 115 mil mexicanos muertos durante el gobierno de Felipe Calderón, que abusó de la metralla del Ejército y de la Policía Federal de García Luna. Con esos números, no hay popularidad que salve la reputación de ningún mandatario.

A16 meses del gobierno lopezobradorista, aún no se advierte ningún cambio. Ni ha terminado con la corrupción, ni ha disminuido el número de pobres. En cambio, aumentaron los reclamos por más medicamentos, protección a la mujer, la desaparición de las estancias infantiles y otras exigencias populares.

No se trata de denostar el trabajo que ha venido realizando AMLO, porque debe reconocerse que ha acabado con viejos vicios del sistema priista, que siguieron los panistas fielmente y trató de sostener Peña Nieto.

Ahora, se busca acabar con los vínculos entre narcotraficantes (que siguen operando como en su mejor momento) con las autoridades, la relación empresario y burócratas, porque aún no ha llegado nadie que detenga el flagelo de la corrupción.

El Presidente tiene pocos meses para consolidar la Cuarta Transformación ofrecida, porque el 6 de junio del próximo año habrá elecciones intermedias y será en las urnas donde el pueblo acepte o rechace al grupo de Morena, una nueva faceta de la democracia mexicana, que lo mismo puede prender en el gusto del pueblo, que ser rechazada, si es que ha hecho mal su labor al frente del país.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.

Si las encuestas, y la voz del pueblo, aseguran que los expresidentes más corruptos son Enrique Peña Nieto, Carlos Salinas de Gortari, Felipe Calderón, Vicente Fox y Ernesto Zedillo, entonces ¿por qué no están en la cárcel?

Si en el discurso de su campaña por la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador ofreció acabar con la corrupción y encarcelar a los responsables del saqueo de los bienes nacionales, entonces ¿porqué se siguen paseando con el dinero mal habido?

Esta falta de severidad contra los corruptos ha provocado que las empresas encuestadoras, como Consulta Mitofsky, hayan registrado una caída de casi 12 puntos porcentuales, entre abril del año pasado y marzo del 2020.

Lo mismo ocurre con los resultados de las encuestas de opinión de la prensa escrita. Los diarios independientes publicaron la semana pasada, una pérdida de confianza ciudadana hacia AMLO de 19 puntos en un año, al pasar del 78 por ciento en marzo del 2019, a un 59 por ciento, este mes.

Aunque todavía la popularidad de López Obrador se nota en sus mítines, el aplauso en la plaza pública no significa que cuente con la confianza del pueblo en los manejos del gobierno.

Los reclamos ciudadanos hacia las malas decisiones de su gabinete, se han vuelto más comunes en sus recorridos por las distintas ciudades y poblados que acostumbra visitar cada fin de semana.

Incluso, se le ha visto más alejado del pueblo que lo apoyó, unas veces se trata de una medida de seguridad pero, muchas otras, para evitar que lo jaloneen y puedan lastimarlo.

Desde una mujer exigiendo ser restituida en su empleo en alguna dependencia del gobierno, hasta la demanda de justicia para los desaparecidos y asesinados que cada mes elevan su cifra, son las voces que escucha comúnmente el Presidente. Parece que poco ha podido hacer para satisfacer el clamor popular.

QUIÉNES SON LOS MÁS CORRUPTOS, SEGÚN EL PUEBLO La corrupción no sólo afecta a los expresidentes, también a quienes lo acompañan. Así lo demuestra la encuesta realizada por un diario de circulación nacional que ubica a Rosario Robles (encarcelada en México, donde probablemente salga) como la funcionaria más corrupta, según el pueblo. Le siguen Genaro García (preso en los Estados Unidos, de donde no saldrá), Santiago Creel y Emilio Chuayfett.

De haberse preguntado cuál es el funcionario actual peor catalogado, seguro los ciudadanos responderían que el secretario de Salud, Jorge Alcocer, porque en esta crisis del coronavirus no se le ha visto por ningún lado.

Cabe recordar que el gobierno no lo ejerce sólo el Presidente, sino en conjunto con sus colaboradores de todos los niveles.

Empero, la fuerte presencia de López Obrador ha evitado la dispersión de los secretarios de Estado, porque cada vez que hay un error, es AMLO quien sale a dar la cara y respuesta a las interrogantes.

Al evitar exponer a sus colabores ante la opinión pública, el Primer Mandatario ha desgastado su imagen, se ha metido en enredos muchas veces innecesarios y ha salido lastimado en las encuestas de aceptación popular.

A ser cuestionados sobre la confianza que tienen a sus instituciones, los ciudadanos respondieron que, en primero lugar, la familia, seguida por la iglesia católica. Después están el Ejército (con todo y los excesos permitidos por el espurio Felipe Calderón), el gobierno mexicano, el Instituto Nacional Electoral y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

El Estado se ubica en cuarto lugar de confianza ciudadana, pese a todo el descrédito que tienen los políticos y los abusos cometidos en la impartición de justicia, que a nadie deja satisfecho.

LOS MUERTOS DE AMLO Aunque decisiones como la rifa del avión presidencial, que no será rifado, han sido cuestionadas por la oposición, la aceptación de Andrés Manuel aún es aprobatoria, con un 6.53 por ciento.

Lo que rechaza el pueblo es la constante petición de “paz y amor” que hace López Obrador, como una medida para solucionar cualquier problema, incluidas las masacres, desapariciones, violaciones, amenazas y abusos.

La cifra de muertos durante la actual administración podría dispararse aún por encima de los 115 mil mexicanos muertos durante el gobierno de Felipe Calderón, que abusó de la metralla del Ejército y de la Policía Federal de García Luna. Con esos números, no hay popularidad que salve la reputación de ningún mandatario.

A16 meses del gobierno lopezobradorista, aún no se advierte ningún cambio. Ni ha terminado con la corrupción, ni ha disminuido el número de pobres. En cambio, aumentaron los reclamos por más medicamentos, protección a la mujer, la desaparición de las estancias infantiles y otras exigencias populares.

No se trata de denostar el trabajo que ha venido realizando AMLO, porque debe reconocerse que ha acabado con viejos vicios del sistema priista, que siguieron los panistas fielmente y trató de sostener Peña Nieto.

Ahora, se busca acabar con los vínculos entre narcotraficantes (que siguen operando como en su mejor momento) con las autoridades, la relación empresario y burócratas, porque aún no ha llegado nadie que detenga el flagelo de la corrupción.

El Presidente tiene pocos meses para consolidar la Cuarta Transformación ofrecida, porque el 6 de junio del próximo año habrá elecciones intermedias y será en las urnas donde el pueblo acepte o rechace al grupo de Morena, una nueva faceta de la democracia mexicana, que lo mismo puede prender en el gusto del pueblo, que ser rechazada, si es que ha hecho mal su labor al frente del país.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.