/ domingo 6 de febrero de 2022

Spotify en la era del simbolismo político

Twitter: @cons_gentil


Los últimos días han puesto a Spotify, la plataforma más grande de servicio de transmisión de música en línea, en una posición en la que no se había encontrado antes.

Spotify se convirtió en el centro de un debate sobre la libertad de expresión y la propagación de desinformación -específicamente de la clase que podría representar un riesgo para la salud- después de que los artistas Neil Young y Joni Mitchell retiraran su música de la plataforma la semana pasada debido a las afirmaciones difundidas por el comediante Joe Rogan, el anfitrión del podcast más popular en Spotify y probablemente en el mundo (se estima que tiene una media de 11 millones de escuchas). El problema se originó en dos episodios en los que Rogan recibió como sus invitados a dos médicos y en los que se pone en duda la eficacia y seguridad de las vacunas contra el COVID-19.


Esta controversia ha tenido un impacto tangible en la opinión pública provocando discusiones en redes sociales criticando la responsabilidad social de la plataforma -muchas de ellas llamando a cancelar suscripciones-, notablemente por parte de la comunidad médica. Aunado a esto la plataforma perdió alrededor de 2 mil millones de dólares en valor comercial durante la última semana. El CEO de la compañía, Daniel Ek, publicó una explicación sobre la postura de la compañía y medidas que estarán implementando. Una de ellas es incluir un aviso de contenido para cualquier episodio de podcast que incluya una discusión sobre COVID-19 que redirigirá a los usuarios a un sitio de información verificada.


El problema puede leerse desde distintas ópticas. Una de ellas es la transición de Spotify de plataforma de transmisión de música a uno de difusión de contenido y, consecuentemente, las responsabilidades que vienen con ello. En este caso, Spotify ofreció 100 MDD a Rogan en 2020 por un contrato de exclusividad por este podcast, de manera que le otorga a la compañía aún más responsabilidad por encima de otros podcasts que transmiten en la plataforma. Casos como éste pueden no tener tanto impacto en términos de pérdida de suscriptores pero sí en términos de publicidad pagada en los podcasts exclusivos de Spotify.


Por otro lado, es importante analizar la reacción de las partes involucradas, principalmente de la opinión pública. Además de la declaración de Daniel Ek, Joe Rogan publicó un video en su cuenta de Instagram disculpándose y reflexionando sobre las cosas que puede hacer mejor, declarando que hay mucho que él mismo no sabe y simplemente intenta dar voz a diferentes opiniones en su podcast para continuar su aprendizaje sobre diferentes temas.


Vivimos en una era en la que es fácil politizar absolutamente todo, incluso algo que parecería ajeno al ámbito político -como dónde decidimos escuchar música- adquiere un tinte político. La desinformación en tiempos de COVID-19 cuesta vidas, eso es un hecho. Y el distribuirla a diestra y siniestra es algo que no debería suceder. Sin embargo, este conflicto deja claro el poco espacio que existe para el desacuerdo civil y el diálogo, ya que dificulta la existencia de matices en el diálogo público, que son esenciales para llegar a acuerdos funcionales en la vida social. Visibiliza cómo las cosas, incluso las que no considerábamos políticas, adquieren un tono polarizante en cuestión de poco tiempo y las personas se ven forzadas a tomar un partido que inevitablemente imputará cualidades morales a su postura. Una por la que podrán ser potencialmente juzgados.

Twitter: @cons_gentil


Los últimos días han puesto a Spotify, la plataforma más grande de servicio de transmisión de música en línea, en una posición en la que no se había encontrado antes.

Spotify se convirtió en el centro de un debate sobre la libertad de expresión y la propagación de desinformación -específicamente de la clase que podría representar un riesgo para la salud- después de que los artistas Neil Young y Joni Mitchell retiraran su música de la plataforma la semana pasada debido a las afirmaciones difundidas por el comediante Joe Rogan, el anfitrión del podcast más popular en Spotify y probablemente en el mundo (se estima que tiene una media de 11 millones de escuchas). El problema se originó en dos episodios en los que Rogan recibió como sus invitados a dos médicos y en los que se pone en duda la eficacia y seguridad de las vacunas contra el COVID-19.


Esta controversia ha tenido un impacto tangible en la opinión pública provocando discusiones en redes sociales criticando la responsabilidad social de la plataforma -muchas de ellas llamando a cancelar suscripciones-, notablemente por parte de la comunidad médica. Aunado a esto la plataforma perdió alrededor de 2 mil millones de dólares en valor comercial durante la última semana. El CEO de la compañía, Daniel Ek, publicó una explicación sobre la postura de la compañía y medidas que estarán implementando. Una de ellas es incluir un aviso de contenido para cualquier episodio de podcast que incluya una discusión sobre COVID-19 que redirigirá a los usuarios a un sitio de información verificada.


El problema puede leerse desde distintas ópticas. Una de ellas es la transición de Spotify de plataforma de transmisión de música a uno de difusión de contenido y, consecuentemente, las responsabilidades que vienen con ello. En este caso, Spotify ofreció 100 MDD a Rogan en 2020 por un contrato de exclusividad por este podcast, de manera que le otorga a la compañía aún más responsabilidad por encima de otros podcasts que transmiten en la plataforma. Casos como éste pueden no tener tanto impacto en términos de pérdida de suscriptores pero sí en términos de publicidad pagada en los podcasts exclusivos de Spotify.


Por otro lado, es importante analizar la reacción de las partes involucradas, principalmente de la opinión pública. Además de la declaración de Daniel Ek, Joe Rogan publicó un video en su cuenta de Instagram disculpándose y reflexionando sobre las cosas que puede hacer mejor, declarando que hay mucho que él mismo no sabe y simplemente intenta dar voz a diferentes opiniones en su podcast para continuar su aprendizaje sobre diferentes temas.


Vivimos en una era en la que es fácil politizar absolutamente todo, incluso algo que parecería ajeno al ámbito político -como dónde decidimos escuchar música- adquiere un tinte político. La desinformación en tiempos de COVID-19 cuesta vidas, eso es un hecho. Y el distribuirla a diestra y siniestra es algo que no debería suceder. Sin embargo, este conflicto deja claro el poco espacio que existe para el desacuerdo civil y el diálogo, ya que dificulta la existencia de matices en el diálogo público, que son esenciales para llegar a acuerdos funcionales en la vida social. Visibiliza cómo las cosas, incluso las que no considerábamos políticas, adquieren un tono polarizante en cuestión de poco tiempo y las personas se ven forzadas a tomar un partido que inevitablemente imputará cualidades morales a su postura. Una por la que podrán ser potencialmente juzgados.