/ martes 21 de enero de 2020

T-MEC. Estrategia y compromiso

CARLOS CAMACHO GAOS

La entrada en vigor del TMEC se espera para el verano, una vez que se lleve a cabo la promulgación por parte del presidente Trump, el Parlamento canadiense lo apruebe y sea decretado por el primer ministro Trudeau. Es una noticia relevante y un balón de oxígeno para la magra situación de la economía mexicana, pues significa una inyección de confianza por la estabilidad que proporciona en las relaciones comerciales y de inversión no sólo con Estados Unidos y Canadá, sino para el resto del mundo, y en especial por establecer parámetros de respeto al estado de derecho.

La amplia aprobación mayoritaria en el Senado 89 vs. 10 (37 demócratas acompañaron a 51 republicanos, incluyendo a oponentes del TLACN original y que por lo general son adversos a la apertura comercial), aunque bienvenida, debe ser considerada como algo que se da circunstancialmente, no siempre se cuenta con una visión integracionista de tal magnitud, por lo que habrá que alimentar permanentemente los elementos que llevaron al resultado mencionado. Las críticas al TMEC en el apartado ambiental continuarán independientemente de que la política de la Casa Blanca no atienda las necesidades para combatir el cambio climático.

Ciertamente lo logrado es una conquista, pues la alternativa era desastrosa para las perspectivas del país en el corto y largo plazos. Desde luego no es lo totalmente deseable, pero aplica “que lo perfecto es enemigo de lo bueno”, y exigirá un esfuerzo adicional por parte de empresarios y gobierno en México y en las economías de nuestros socios comerciales para que se detone el potencial productivo de Norteamérica.

Tener una región competitiva globalmente dependerá de la colaboración entre gobiernos y empresas y la visión de una verdadera integración. Para ello es necesario evitar los errores cometidos después de la aprobación del TLCAN en 1993. Particularmente es importante establecer y mantener el esfuerzo y el equipo humano necesario que salvaguarde la relación con productores y autoridades locales en Estados Unidos y Canadá, que permitan un cabildeo efectivo y eficiente de manera permanente, para aprovechar oportunidades o bien para defender nuestra posición en situaciones de conflicto comercial. Hay que recordar que se tienen periodos perentorios de revalidación.

La negociación del TMEC hizo necesario reconstruir todo el aparato que exitosamente logró el TLCAN en su momento. Una exigencia para gobierno federal como para las empresas y sus asociaciones. Tanto la Secretaría de Relaciones Exteriores como la de Comercio requieren del apoyo presupuestal para contar con el personal que específicamente necesiten los consulados y embajadas. El sector privado debe contribuir teniendo una presencia productiva en el ánimo de nuestros socios. De darse la esperada reelección de Trump la incertidumbre permanecerá en el ambiente.

México debe contar con una política económica que lleve a una eficaz creación de cadenas productivas en regiones que en el pasado no recibieron los beneficios de una política comercial abierta. Para ello el compromiso y actuación de los gobiernos locales en México es indudablemente una condición necesaria. Esto último es primordial para el bien de nuestro país.

*Director de la Facultad de Estudios Globales. Universidad Anáhuac México

CARLOS CAMACHO GAOS

La entrada en vigor del TMEC se espera para el verano, una vez que se lleve a cabo la promulgación por parte del presidente Trump, el Parlamento canadiense lo apruebe y sea decretado por el primer ministro Trudeau. Es una noticia relevante y un balón de oxígeno para la magra situación de la economía mexicana, pues significa una inyección de confianza por la estabilidad que proporciona en las relaciones comerciales y de inversión no sólo con Estados Unidos y Canadá, sino para el resto del mundo, y en especial por establecer parámetros de respeto al estado de derecho.

La amplia aprobación mayoritaria en el Senado 89 vs. 10 (37 demócratas acompañaron a 51 republicanos, incluyendo a oponentes del TLACN original y que por lo general son adversos a la apertura comercial), aunque bienvenida, debe ser considerada como algo que se da circunstancialmente, no siempre se cuenta con una visión integracionista de tal magnitud, por lo que habrá que alimentar permanentemente los elementos que llevaron al resultado mencionado. Las críticas al TMEC en el apartado ambiental continuarán independientemente de que la política de la Casa Blanca no atienda las necesidades para combatir el cambio climático.

Ciertamente lo logrado es una conquista, pues la alternativa era desastrosa para las perspectivas del país en el corto y largo plazos. Desde luego no es lo totalmente deseable, pero aplica “que lo perfecto es enemigo de lo bueno”, y exigirá un esfuerzo adicional por parte de empresarios y gobierno en México y en las economías de nuestros socios comerciales para que se detone el potencial productivo de Norteamérica.

Tener una región competitiva globalmente dependerá de la colaboración entre gobiernos y empresas y la visión de una verdadera integración. Para ello es necesario evitar los errores cometidos después de la aprobación del TLCAN en 1993. Particularmente es importante establecer y mantener el esfuerzo y el equipo humano necesario que salvaguarde la relación con productores y autoridades locales en Estados Unidos y Canadá, que permitan un cabildeo efectivo y eficiente de manera permanente, para aprovechar oportunidades o bien para defender nuestra posición en situaciones de conflicto comercial. Hay que recordar que se tienen periodos perentorios de revalidación.

La negociación del TMEC hizo necesario reconstruir todo el aparato que exitosamente logró el TLCAN en su momento. Una exigencia para gobierno federal como para las empresas y sus asociaciones. Tanto la Secretaría de Relaciones Exteriores como la de Comercio requieren del apoyo presupuestal para contar con el personal que específicamente necesiten los consulados y embajadas. El sector privado debe contribuir teniendo una presencia productiva en el ánimo de nuestros socios. De darse la esperada reelección de Trump la incertidumbre permanecerá en el ambiente.

México debe contar con una política económica que lleve a una eficaz creación de cadenas productivas en regiones que en el pasado no recibieron los beneficios de una política comercial abierta. Para ello el compromiso y actuación de los gobiernos locales en México es indudablemente una condición necesaria. Esto último es primordial para el bien de nuestro país.

*Director de la Facultad de Estudios Globales. Universidad Anáhuac México