/ martes 21 de junio de 2022

Talareñas Digitales | Plataformas e ingresos: entre el contenido y los impuestos

Los últimos tres años han sido convulsospor lo que respecta a la crisis sanitaria que enfrentamos como humanidad, pero también a consecuencia de las diferentes formas de enfrentarla que vieron surgir nuevos modelos educativos y laborales a los que, si bien ya nos íbamos acostumbrando, vimos crecer de manera inimaginada. Mientras que las empresas se adaptaron al teletrabajo, la producción de contenido vendible y el trabajo directo incentivado por las plataformas, modificó la relación entre el productor y el consumidor de contenido o servicio, permitiendo eliminar otrosintermediarios y cobrar de manera directa.

La plataforma OnlyFans, es hoy en día la máxima exponente de la venta de contenido, la mayor parte para adultos, que permite a quien lo produce ganar enormes sumas de dinero, dejando a la plataforma una cantidad establecida que es mucho menor a la que cobrarían las productoras tradicionales, encargadas de producir y explotar el trabajo de terceros. Si bien, la plataforma no surgió como un destino para el contenido para adultos, sin duda la mayor parte de él lo es y aunque muchos de los usuarios son personajes que ya gozaban de cierta popularidad, también ha permitido a otros nuevos darse a conocer y generar ingresos fijos con un mínimo de suscriptores.

También existen las plataformas que permiten trabajar como asistente virtual prácticamente a cualquiera, siempre y cuando domine un mínimo de paquetería y reglas gramaticales; para aquellos que dominan más de un idioma las posibilidades son motores. Lo mismo ocurre con el stock de textos, música, video e imágenes que paga por el contenido exhibido, ya sea por descarga o por número de visualizaciones. Las plataformas de autoedición de libros, siendo Kindle de Amazon la más popular, permiten a las personas que comparten su contenido ganar dinero con la publicación de sus textos, considerando la compra del ejemplar o el número de páginas leídas. La popular TikTokes una plataforma que paga por el número de visualizaciones y ha lanzado a la fama a personas de todo el globo.

Estas transacciones, traen consigo obligaciones fiscales que muchos usuarios desconocen, o ante las que simplemente prefieren hacer oídos sordos. Como las plataformas depositan directamente en las cuentas de los creadores de contenido, el depósito—al menos en México—es visto por el SAT como un ingreso, cuyo origen debe ser declarado y se requiere pagar el impuesto correspondiente. Vale la pena ser especialmente cuidadosos con ello, sobre todo considerando las nuevas medidas que tomará Hacienda para evitar el lavado de dinero.

Con todo, lo verdaderamente interesante ante este fenómeno, es la generación de capital intelectual y de servicios de parte de particulares y consumido a nivel usuario, modificando la relación donde intervienen grandes empresas que tradicionalmente gestionabantales relaciones, desde las televisoras o las cadenas restauranteras, hasta las compañías dedicadas al contenido para adultos. Esto no significa que los monopolios se agoten, sino que están cambiando de manos: el trabajo de las plataformas se basa en proporcionar un soporte, es decir, en generar espacios de encuentro para la compra y venta a cambio de comisiones, pero al no ser ellas las responsables de su producción o gestión, la responsabilidad sobre la calidad o la eficacia tampoco es enteramente suya.

Este nuevo modelo de negocio es el más extendido entre las plataformasde servicios y contenidos: Uber, Rappi, Didi, Amazon, Mercado Libre, OnlyFans, Netflix; la mayoría de ellas se encargan de la comercialización de servicios que no siempre ofrecen garantías a los trabajadores (como en el caso de las aplicaciones de transporte) o al consumidor final (en especial las encargadas de ventas entre terceros). Las plataformas cuentan sus ganancias en ingresos millonarios, que no sólo son distribuidos de manera desigual, sino que además han acarreado obligaciones difusas que dejan en el limbo a las operaciones. Sus obligaciones fiscales como empresa son diferentes en cada país y a menudo tampoco son justas, pues a menudo se encargan de cargar los impuestos al consumidor final. Este cambio parece imparable, pero el usuario es una fuerza de resistencia que puede generar contrapesos.

Los últimos tres años han sido convulsospor lo que respecta a la crisis sanitaria que enfrentamos como humanidad, pero también a consecuencia de las diferentes formas de enfrentarla que vieron surgir nuevos modelos educativos y laborales a los que, si bien ya nos íbamos acostumbrando, vimos crecer de manera inimaginada. Mientras que las empresas se adaptaron al teletrabajo, la producción de contenido vendible y el trabajo directo incentivado por las plataformas, modificó la relación entre el productor y el consumidor de contenido o servicio, permitiendo eliminar otrosintermediarios y cobrar de manera directa.

La plataforma OnlyFans, es hoy en día la máxima exponente de la venta de contenido, la mayor parte para adultos, que permite a quien lo produce ganar enormes sumas de dinero, dejando a la plataforma una cantidad establecida que es mucho menor a la que cobrarían las productoras tradicionales, encargadas de producir y explotar el trabajo de terceros. Si bien, la plataforma no surgió como un destino para el contenido para adultos, sin duda la mayor parte de él lo es y aunque muchos de los usuarios son personajes que ya gozaban de cierta popularidad, también ha permitido a otros nuevos darse a conocer y generar ingresos fijos con un mínimo de suscriptores.

También existen las plataformas que permiten trabajar como asistente virtual prácticamente a cualquiera, siempre y cuando domine un mínimo de paquetería y reglas gramaticales; para aquellos que dominan más de un idioma las posibilidades son motores. Lo mismo ocurre con el stock de textos, música, video e imágenes que paga por el contenido exhibido, ya sea por descarga o por número de visualizaciones. Las plataformas de autoedición de libros, siendo Kindle de Amazon la más popular, permiten a las personas que comparten su contenido ganar dinero con la publicación de sus textos, considerando la compra del ejemplar o el número de páginas leídas. La popular TikTokes una plataforma que paga por el número de visualizaciones y ha lanzado a la fama a personas de todo el globo.

Estas transacciones, traen consigo obligaciones fiscales que muchos usuarios desconocen, o ante las que simplemente prefieren hacer oídos sordos. Como las plataformas depositan directamente en las cuentas de los creadores de contenido, el depósito—al menos en México—es visto por el SAT como un ingreso, cuyo origen debe ser declarado y se requiere pagar el impuesto correspondiente. Vale la pena ser especialmente cuidadosos con ello, sobre todo considerando las nuevas medidas que tomará Hacienda para evitar el lavado de dinero.

Con todo, lo verdaderamente interesante ante este fenómeno, es la generación de capital intelectual y de servicios de parte de particulares y consumido a nivel usuario, modificando la relación donde intervienen grandes empresas que tradicionalmente gestionabantales relaciones, desde las televisoras o las cadenas restauranteras, hasta las compañías dedicadas al contenido para adultos. Esto no significa que los monopolios se agoten, sino que están cambiando de manos: el trabajo de las plataformas se basa en proporcionar un soporte, es decir, en generar espacios de encuentro para la compra y venta a cambio de comisiones, pero al no ser ellas las responsables de su producción o gestión, la responsabilidad sobre la calidad o la eficacia tampoco es enteramente suya.

Este nuevo modelo de negocio es el más extendido entre las plataformasde servicios y contenidos: Uber, Rappi, Didi, Amazon, Mercado Libre, OnlyFans, Netflix; la mayoría de ellas se encargan de la comercialización de servicios que no siempre ofrecen garantías a los trabajadores (como en el caso de las aplicaciones de transporte) o al consumidor final (en especial las encargadas de ventas entre terceros). Las plataformas cuentan sus ganancias en ingresos millonarios, que no sólo son distribuidos de manera desigual, sino que además han acarreado obligaciones difusas que dejan en el limbo a las operaciones. Sus obligaciones fiscales como empresa son diferentes en cada país y a menudo tampoco son justas, pues a menudo se encargan de cargar los impuestos al consumidor final. Este cambio parece imparable, pero el usuario es una fuerza de resistencia que puede generar contrapesos.