/ sábado 28 de abril de 2018

Talón de Aquiles

Todos tenemos un Talón de Aquiles. El chiste es que no te lo descubran, como le sucedió a López Obrador en el debate. Cae la aureola de invencible y, si sus adversarios saben aprovechar la coyuntura, bien podrían ganarle.

Su actitud fue un desastre. Desde su discurso repetitivo y sin propuestas, hasta los gestos y la grosería. Llegó sin saludar y se fue sin despedirse, en señal de desprecio.

Sus seguidores dicen que evitó ser hipócrita: Lo cortés no quita lo valiente. A nadie se le niega un buenos días, menos cuando intentas ser presidente, lo que implicaría gobernar para todos y no sólo, para quienes te echan flores.

Ya lo había hecho, cuando en Nayarit se encontró en el mismo restaurante con Miguel Ángel Mancera. Salió del local y despotricó contra el exjefe de gobierno capitalino, señalando que “no le cae”, le falló al pueblo”, como si fuera poseedor de la verdad (Lo dramático es que así lo siente y se lo cree).

Sus arranques lo pintan como es: cerril, vengativo, intolerante e iracundo. Ejemplifican su autoritarismo e incapacidad para escuchar. Rechazó prepararse para el encuentro, lo que revela su egocentrismo y la soberbia de pensarse imbatible.

¿Que todos se le fueron encima? Se sabía que el resto de postulantes harían la lucha por sacarlo de quicio, por exhibirlo frente a los millones de espectadores. Su defensahabrían sido las propuestas sólidas, el encararlos y defenderse de los ataques.

En lugar de presentarse como el hombre capaz de llegar a Los Pinos, por sus conocimientos, cualidades y trayectoria, sacó un triste cartelito –con muchos trabajos, pues no lo encontraba-, con las encuestas.

Su auténtica flaqueza brotó cuando le mencionaron que sus hijos cobran en Morena y que tiene tres departamentos –que luego quedaron en dos-. Si alguien ha sido crítico del nepotismo, ha sido él. Filoso a la caza de parentescos entre funcionarios, en cuanto los detecta se vuelca en críticas contra quienes favorecen a un pariente.

El trío de herederos –el cuarto, pega estampitas con su papi, siempre explotando la sensiblería autóctona- cobran de los fondos públicos. Con mala fama entre los propios militantes de su partido, alardean su poder para influir en las decisiones del progenitor. Uno de ellos “trabajaba” en la Procuraduría del entonces DF y, cuando se destapó el asunto, lo acallaron con velocidad. De otro circuló un video en redes, en el que se muestra déspota y majadero –no hurta, hereda-, en una reunión con militantes morenistas, en las que un sector estaba en desacuerdo con ciertos nombramientos.

Y son éstos mequetrefes a los que se atribuyen palomeos de candidatos, a su antojo.

Inocultable la incongruencia y peor el eludir la inclusión de las propiedades en sus declaraciones. Dice que no lo ha hecho porque hay un juicio testamentario. Así su esposa hubiera muerto intestada, el problema habría quedado resuelto, como máximo en un año. La realidad es que aparecen a su nombre, en el Registro Público de la Propiedad y debería haberlos presentado. A los ojos de la Ley el dueño es él.

El meollo de la cuestión está en la mentira y en su rechazo a obedecer las normas que rigen y que todos los ciudadanos estamos obligados a obedecer y respetar. Se siente punto y aparte, pésimo antecedente para una persona que aspira a presidir un gobierno. Si considera que la verdad y la Ley se tienen que adecuar a lo que él diga, ¡Recórcholis!, tenemos un dictador en puerta.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq





Todos tenemos un Talón de Aquiles. El chiste es que no te lo descubran, como le sucedió a López Obrador en el debate. Cae la aureola de invencible y, si sus adversarios saben aprovechar la coyuntura, bien podrían ganarle.

Su actitud fue un desastre. Desde su discurso repetitivo y sin propuestas, hasta los gestos y la grosería. Llegó sin saludar y se fue sin despedirse, en señal de desprecio.

Sus seguidores dicen que evitó ser hipócrita: Lo cortés no quita lo valiente. A nadie se le niega un buenos días, menos cuando intentas ser presidente, lo que implicaría gobernar para todos y no sólo, para quienes te echan flores.

Ya lo había hecho, cuando en Nayarit se encontró en el mismo restaurante con Miguel Ángel Mancera. Salió del local y despotricó contra el exjefe de gobierno capitalino, señalando que “no le cae”, le falló al pueblo”, como si fuera poseedor de la verdad (Lo dramático es que así lo siente y se lo cree).

Sus arranques lo pintan como es: cerril, vengativo, intolerante e iracundo. Ejemplifican su autoritarismo e incapacidad para escuchar. Rechazó prepararse para el encuentro, lo que revela su egocentrismo y la soberbia de pensarse imbatible.

¿Que todos se le fueron encima? Se sabía que el resto de postulantes harían la lucha por sacarlo de quicio, por exhibirlo frente a los millones de espectadores. Su defensahabrían sido las propuestas sólidas, el encararlos y defenderse de los ataques.

En lugar de presentarse como el hombre capaz de llegar a Los Pinos, por sus conocimientos, cualidades y trayectoria, sacó un triste cartelito –con muchos trabajos, pues no lo encontraba-, con las encuestas.

Su auténtica flaqueza brotó cuando le mencionaron que sus hijos cobran en Morena y que tiene tres departamentos –que luego quedaron en dos-. Si alguien ha sido crítico del nepotismo, ha sido él. Filoso a la caza de parentescos entre funcionarios, en cuanto los detecta se vuelca en críticas contra quienes favorecen a un pariente.

El trío de herederos –el cuarto, pega estampitas con su papi, siempre explotando la sensiblería autóctona- cobran de los fondos públicos. Con mala fama entre los propios militantes de su partido, alardean su poder para influir en las decisiones del progenitor. Uno de ellos “trabajaba” en la Procuraduría del entonces DF y, cuando se destapó el asunto, lo acallaron con velocidad. De otro circuló un video en redes, en el que se muestra déspota y majadero –no hurta, hereda-, en una reunión con militantes morenistas, en las que un sector estaba en desacuerdo con ciertos nombramientos.

Y son éstos mequetrefes a los que se atribuyen palomeos de candidatos, a su antojo.

Inocultable la incongruencia y peor el eludir la inclusión de las propiedades en sus declaraciones. Dice que no lo ha hecho porque hay un juicio testamentario. Así su esposa hubiera muerto intestada, el problema habría quedado resuelto, como máximo en un año. La realidad es que aparecen a su nombre, en el Registro Público de la Propiedad y debería haberlos presentado. A los ojos de la Ley el dueño es él.

El meollo de la cuestión está en la mentira y en su rechazo a obedecer las normas que rigen y que todos los ciudadanos estamos obligados a obedecer y respetar. Se siente punto y aparte, pésimo antecedente para una persona que aspira a presidir un gobierno. Si considera que la verdad y la Ley se tienen que adecuar a lo que él diga, ¡Recórcholis!, tenemos un dictador en puerta.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq