/ sábado 26 de noviembre de 2022

Tas 45 años Marshall Ganz regresa a México  

Por Carlos Quintero Herrera Lasso

En diciembre de 1977 César Chávez, el fundador de la United Farm Workers [Unión de Campesinos] (UFW) y quien se convirtió en el líder comunitario de ascendencia mexicana más reconocido de la historia de Estados Unidos (EU), viajó a México con el propósito de buscar que el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) proveyera de beneficios sociales a las familias de los trabajadores mexicanos en ese país.

A César Chávez lo acompañaba Marshall Ganz, en aquel momento Director de Organización y miembro electo del Consejo de la UFW. Ganz era un joven de 34 años que había abandonado sus estudios para sumarse al movimiento por los derechos civiles, que lideraba Martin Luther King, y desde hacía 12 años trabajaba con César Chávez organizando a las comunidades de trabajadores mexicanos en EEUU.

El año de 1977 fue significativo para México. Un año antes, en 1976, José López Portillo había sido electo Presidente de México (1976-1982) en una elección sin oponentes registrados. Iniciaba su mandato rodeado de controversia no solo sobre su legitimidad como presidente sino sobre la de todo el sistema político mexicano. Entre estos cuestionamientos Lopez Portillo lanzó, en marzo de 1977, una convocatoria abierta para recibir propuestas para una reforma política-electoral.

Estas propuestas fueron seguidas de foros públicos y de un debate legislativo que culminaría el 6 de diciembre con la publicación de una reforma fundamental para la historia de México. Ésta amplió la representación política, entre otras medidas, a través de generar una vía para que las asociaciones políticas de izquierda salieran de la clandestinidad forzada en la que se encontraban debido a la conveniencia del sistema de mantenerlas excluidas. Este sería el primer paso contundente de nuestro país para convertirnos en una democracia.

Unos días después de la aprobación de la reforma, Marshall Ganz y César Chávez volaron a México. El viaje de siete días reunió a un curioso grupo de personajes. Entre ellos destacan el entonces Secretario de Relaciones Exteriores, Santiago Roel; Miguel Alemán Velasco, en aquellos tiempos Vicepresidente de Televisa; y Anthony Quinn, actor estadounidense que estaba en el proceso de filmar la película Los Hijos de Sánchez, ambientada en el barrio de Tepito.

El resultado del viaje no fue lo que esperaban Marshall Ganz y César Chávez ya que no lograron su objetivo central. El IMSS, que en ese momento dirigía Arsenio Farell Cubillas, no ofrecería seguridad social a las familias de los trabajadores en EEUU. No obstante, el viaje detonó una colaboración en la que, con la asesoría de ese Instituto, representado por el Doctor Gilberto Morgan Madrid, la UFW creó tres grupos de salud gobernados por campesinos, un proyecto liderado por la organizadora Jessica Govea.

La visita también provocó momentos de relevancia histórica para aquellos trabajadores que al final de la década de los setentas luchaban por sus derechos en el sur de nuestro vecino del norte. Uno de estos se dio en una fiesta de Navidad a la que convocó la primera dama, la señora Carmen Romano de López Portillo. En ésta, el ex Presidente Miguel Alemán Valdez (1946-1952) pidió perdón a César Chávez por no haber hecho lo suficiente para defender a los mexicanos en EU de los múltiples abusos que sufrieron durante su presidencia en el contexto del programa Bracero. Este cuestionado programa de migración laboral México-EU, en el que participaron alrededor de 5 millones de personas migrantes mexicanas inició en 1942 y no fue cancelado sino hasta 1964. En el 2008 aún existían personas que no habían podido cobrar sus pensiones y el gobierno mexicano, a raíz de un acuerdo extra judicial, generó un mecanismo para que los ex braceros pudieran reclamar en México un pago de 38 mil pesos.

En 1981, después de 16 años, Marshall Ganz decidió separarse de la UFW para apoyar campañas políticas en un esfuerzo por reconstruir al partido demócrata en California. Estos trabajos serían la semilla que le permitiría diseñar y articular, casi tres décadas después, la campaña de base del 2007 que llevaría a Barack Obama a convertirse en el primer presidente afroamericano de los Estados Unidos. Obama no sólo usó las pedagogías de la organización y de la narrativa pública de Marshall Ganz. También adoptó el eslogan central de la UFW que da origen al nuevo libro de Ganz, "Sí se puede" [Yes we can], como lema de campaña.

Casi una década después de separarse Marshall Ganz y César Chávez, el año 1990 nos ofrece una fotografía de los caminos distintos y complementarios que tomaron. Marshall regresó a terminar sus estudios en Harvard tras 28 años de ausencia para arrancar en esa universidad una carrera académica que le permitiría crear las pedagogías que hoy han servido a cientos de organizaciones, movimientos y campañas en todo el mundo. César Chávez, por su parte, recibió la Condecoración de la Orden del Águila Azteca, el máximo honor que otorga el gobierno de México a extranjeros, como un reconocimiento de su servicio, el de Marshall y el de decenas de miles de personas que formaron parte del movimiento.

Este diciembre se cumplirán 45 años del emblemático viaje de Marshall Ganz y César Chávez a la Ciudad de México. Marshall, hoy de 79 años, y uno de los activistas, organizadores y académicos más importantes del mundo, estará en la Ciudad el 13 y 14 de diciembre para presentar su nuevo libro: ¡Sí se puede! Estrategias para organizarse y cambiar el mundo.

Esta publicación de la Editorial Grano de Sal contiene textos académicos, conferencias, entrevistas, discursos y guías prácticas nunca antes traducidas al español, así como textos por primera vez publicados. ¡Sí se puede!, es una herramienta para todas aquellas personas, organizaciones y colectivas que están, desde su trinchera, luchando por cambiar el mundo, su país o sus comunidades. También es un mapa para personas insatisfechas con la realidad y la injusticia que no saben cómo empezar a generar cambios. Para transformar, desde comunidades hasta países, este es un libro que vale la pena leer.

Por Carlos Quintero Herrera Lasso

En diciembre de 1977 César Chávez, el fundador de la United Farm Workers [Unión de Campesinos] (UFW) y quien se convirtió en el líder comunitario de ascendencia mexicana más reconocido de la historia de Estados Unidos (EU), viajó a México con el propósito de buscar que el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) proveyera de beneficios sociales a las familias de los trabajadores mexicanos en ese país.

A César Chávez lo acompañaba Marshall Ganz, en aquel momento Director de Organización y miembro electo del Consejo de la UFW. Ganz era un joven de 34 años que había abandonado sus estudios para sumarse al movimiento por los derechos civiles, que lideraba Martin Luther King, y desde hacía 12 años trabajaba con César Chávez organizando a las comunidades de trabajadores mexicanos en EEUU.

El año de 1977 fue significativo para México. Un año antes, en 1976, José López Portillo había sido electo Presidente de México (1976-1982) en una elección sin oponentes registrados. Iniciaba su mandato rodeado de controversia no solo sobre su legitimidad como presidente sino sobre la de todo el sistema político mexicano. Entre estos cuestionamientos Lopez Portillo lanzó, en marzo de 1977, una convocatoria abierta para recibir propuestas para una reforma política-electoral.

Estas propuestas fueron seguidas de foros públicos y de un debate legislativo que culminaría el 6 de diciembre con la publicación de una reforma fundamental para la historia de México. Ésta amplió la representación política, entre otras medidas, a través de generar una vía para que las asociaciones políticas de izquierda salieran de la clandestinidad forzada en la que se encontraban debido a la conveniencia del sistema de mantenerlas excluidas. Este sería el primer paso contundente de nuestro país para convertirnos en una democracia.

Unos días después de la aprobación de la reforma, Marshall Ganz y César Chávez volaron a México. El viaje de siete días reunió a un curioso grupo de personajes. Entre ellos destacan el entonces Secretario de Relaciones Exteriores, Santiago Roel; Miguel Alemán Velasco, en aquellos tiempos Vicepresidente de Televisa; y Anthony Quinn, actor estadounidense que estaba en el proceso de filmar la película Los Hijos de Sánchez, ambientada en el barrio de Tepito.

El resultado del viaje no fue lo que esperaban Marshall Ganz y César Chávez ya que no lograron su objetivo central. El IMSS, que en ese momento dirigía Arsenio Farell Cubillas, no ofrecería seguridad social a las familias de los trabajadores en EEUU. No obstante, el viaje detonó una colaboración en la que, con la asesoría de ese Instituto, representado por el Doctor Gilberto Morgan Madrid, la UFW creó tres grupos de salud gobernados por campesinos, un proyecto liderado por la organizadora Jessica Govea.

La visita también provocó momentos de relevancia histórica para aquellos trabajadores que al final de la década de los setentas luchaban por sus derechos en el sur de nuestro vecino del norte. Uno de estos se dio en una fiesta de Navidad a la que convocó la primera dama, la señora Carmen Romano de López Portillo. En ésta, el ex Presidente Miguel Alemán Valdez (1946-1952) pidió perdón a César Chávez por no haber hecho lo suficiente para defender a los mexicanos en EU de los múltiples abusos que sufrieron durante su presidencia en el contexto del programa Bracero. Este cuestionado programa de migración laboral México-EU, en el que participaron alrededor de 5 millones de personas migrantes mexicanas inició en 1942 y no fue cancelado sino hasta 1964. En el 2008 aún existían personas que no habían podido cobrar sus pensiones y el gobierno mexicano, a raíz de un acuerdo extra judicial, generó un mecanismo para que los ex braceros pudieran reclamar en México un pago de 38 mil pesos.

En 1981, después de 16 años, Marshall Ganz decidió separarse de la UFW para apoyar campañas políticas en un esfuerzo por reconstruir al partido demócrata en California. Estos trabajos serían la semilla que le permitiría diseñar y articular, casi tres décadas después, la campaña de base del 2007 que llevaría a Barack Obama a convertirse en el primer presidente afroamericano de los Estados Unidos. Obama no sólo usó las pedagogías de la organización y de la narrativa pública de Marshall Ganz. También adoptó el eslogan central de la UFW que da origen al nuevo libro de Ganz, "Sí se puede" [Yes we can], como lema de campaña.

Casi una década después de separarse Marshall Ganz y César Chávez, el año 1990 nos ofrece una fotografía de los caminos distintos y complementarios que tomaron. Marshall regresó a terminar sus estudios en Harvard tras 28 años de ausencia para arrancar en esa universidad una carrera académica que le permitiría crear las pedagogías que hoy han servido a cientos de organizaciones, movimientos y campañas en todo el mundo. César Chávez, por su parte, recibió la Condecoración de la Orden del Águila Azteca, el máximo honor que otorga el gobierno de México a extranjeros, como un reconocimiento de su servicio, el de Marshall y el de decenas de miles de personas que formaron parte del movimiento.

Este diciembre se cumplirán 45 años del emblemático viaje de Marshall Ganz y César Chávez a la Ciudad de México. Marshall, hoy de 79 años, y uno de los activistas, organizadores y académicos más importantes del mundo, estará en la Ciudad el 13 y 14 de diciembre para presentar su nuevo libro: ¡Sí se puede! Estrategias para organizarse y cambiar el mundo.

Esta publicación de la Editorial Grano de Sal contiene textos académicos, conferencias, entrevistas, discursos y guías prácticas nunca antes traducidas al español, así como textos por primera vez publicados. ¡Sí se puede!, es una herramienta para todas aquellas personas, organizaciones y colectivas que están, desde su trinchera, luchando por cambiar el mundo, su país o sus comunidades. También es un mapa para personas insatisfechas con la realidad y la injusticia que no saben cómo empezar a generar cambios. Para transformar, desde comunidades hasta países, este es un libro que vale la pena leer.