/ sábado 5 de enero de 2019

Tauromaquia

“Cualquiera puede dominar un sufrimiento,

excepto el que lo siente”

William Shakespeare


El pasado 3 de enero se llevó a cabo un debate sobre la llamada Fiesta Brava en un conocido programa de televisión moderado por López Dóriga, en él participaron del lado pro-taurino un ganadero de toros de lidia, un torero y un periodista aficionado a la fiesta; del lado anti-taurino participaron dos diputadas federales y el que escribe.

Los argumentos a favor de la Fiesta fueron básicamente los mismos que siempre esgrimen los que defienden el toreo, a saber: que es parte de la cultura española y mexicana, con una tradición de más de 5 siglos; que a los toros de lidia se les trata mejor que a los de matanza; que los empresarios taurinos generan miles de empleos, que protegen la ecología ya que cuidan enormes pastizales; que la corrida de toros es una muestra de aprecio y respeto a la bravura del animal, con la posibilidad de «indulto» por su desempeño; que es arte y patrimonio cultural que promueve valores familiares como entrega, temple, arrojo y perseverancia; que provoca la descarga colectiva de sentimientos negativos y agresivos; que sin la tauromaquia la «especie» toro de lidia se extinguiría; que los toros sienten dolor pero no sufrimiento; que promueve el turismo.

Analicemos algunos de estos puntos con más detalle. (1) El toreo es tradición: sí; pero ello no implica que se deba conservar. Todo cambio supone superar, reconfigurar o actualizar tradiciones. Recordemos que la lucha a muerte de gladiadores romanos era tradición, la ablación genital femenina es tradición aún en algunos pueblos, el castigo a la mujer que muestra su rostro en público es tradición en algunas culturas. Como vemos el que sea tradición no lo hace necesariamente deseable. (2) Los toros de lidia son mejor tratados que los de matanza: es probable, pero ello no implica que se lleve a un ser sintiente a la agonía, al sufrimiento y al dolor profundo por diversión, por esparcimiento, o por expresión artística. Al contrario, los que nos oponemos al toreo también nos oponemos al sufrimiento innecesario (por arte, alimento o cualquier tipo de utilidad), pensamos que cualquier ser sintiente debe tener una muerte digna: sin sufrimiento, sin agonía y lo más rápido posible. (3) Aplaudo que se generen empresas y empleos dignos, pero ello no debe hacerse socavando los derechos de los animales, ni a costa del dolor. El sufrimiento de cualquier animal nos afecta como seres humanos y nos disminuye como humanidad, los animales no son cosas, son seres vivos que merecen nuestro respeto y un trato digno. (4) Que los empresarios taurinos cuiden la ecología es totalmente falso. Está demostrado por la FAO -Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, por sus siglas en inglés- que la ganadería intensiva destruye pastizales y bosques (para remplazar los pastizales destruidos), agota recursos hídricos y contamina aire, agua y suelo. (5) Se dice que el «indulto» es una muestra de respeto al valor del animal: no estoy de acuerdo. El indulto es una decisión económica y de crianza para reproducir (utilizar) la genética del animal. Indulto significa literalmente el «perdón de una pena», pero ¿qué culpa o responsabilidad carga el toro para necesitar un perdón? (6) La «especie» toro de lidia no se puede extinguir dado que no es una especie, sino una raza que comparte los genes con la vaca lechera y se podrían seguir reproduciendo sin problema alguno.

Los que piensan que el debate sobre este tema es nuevo, se equivocan, basta señalar que en el s.XVI los defensores de animales, consiguieron que el Papa Pío V, promulgara en 1567 una bula que amenazaba con excomunión a los príncipes que autorizaran corridas en sus territorios, sin embargo otro Papa abolió tal prohibición. En México, el presidente Benito Juárez prohibió las corridas en la Ciudad. Nada nuevo bajo el sol…

“Cualquiera puede dominar un sufrimiento,

excepto el que lo siente”

William Shakespeare


El pasado 3 de enero se llevó a cabo un debate sobre la llamada Fiesta Brava en un conocido programa de televisión moderado por López Dóriga, en él participaron del lado pro-taurino un ganadero de toros de lidia, un torero y un periodista aficionado a la fiesta; del lado anti-taurino participaron dos diputadas federales y el que escribe.

Los argumentos a favor de la Fiesta fueron básicamente los mismos que siempre esgrimen los que defienden el toreo, a saber: que es parte de la cultura española y mexicana, con una tradición de más de 5 siglos; que a los toros de lidia se les trata mejor que a los de matanza; que los empresarios taurinos generan miles de empleos, que protegen la ecología ya que cuidan enormes pastizales; que la corrida de toros es una muestra de aprecio y respeto a la bravura del animal, con la posibilidad de «indulto» por su desempeño; que es arte y patrimonio cultural que promueve valores familiares como entrega, temple, arrojo y perseverancia; que provoca la descarga colectiva de sentimientos negativos y agresivos; que sin la tauromaquia la «especie» toro de lidia se extinguiría; que los toros sienten dolor pero no sufrimiento; que promueve el turismo.

Analicemos algunos de estos puntos con más detalle. (1) El toreo es tradición: sí; pero ello no implica que se deba conservar. Todo cambio supone superar, reconfigurar o actualizar tradiciones. Recordemos que la lucha a muerte de gladiadores romanos era tradición, la ablación genital femenina es tradición aún en algunos pueblos, el castigo a la mujer que muestra su rostro en público es tradición en algunas culturas. Como vemos el que sea tradición no lo hace necesariamente deseable. (2) Los toros de lidia son mejor tratados que los de matanza: es probable, pero ello no implica que se lleve a un ser sintiente a la agonía, al sufrimiento y al dolor profundo por diversión, por esparcimiento, o por expresión artística. Al contrario, los que nos oponemos al toreo también nos oponemos al sufrimiento innecesario (por arte, alimento o cualquier tipo de utilidad), pensamos que cualquier ser sintiente debe tener una muerte digna: sin sufrimiento, sin agonía y lo más rápido posible. (3) Aplaudo que se generen empresas y empleos dignos, pero ello no debe hacerse socavando los derechos de los animales, ni a costa del dolor. El sufrimiento de cualquier animal nos afecta como seres humanos y nos disminuye como humanidad, los animales no son cosas, son seres vivos que merecen nuestro respeto y un trato digno. (4) Que los empresarios taurinos cuiden la ecología es totalmente falso. Está demostrado por la FAO -Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, por sus siglas en inglés- que la ganadería intensiva destruye pastizales y bosques (para remplazar los pastizales destruidos), agota recursos hídricos y contamina aire, agua y suelo. (5) Se dice que el «indulto» es una muestra de respeto al valor del animal: no estoy de acuerdo. El indulto es una decisión económica y de crianza para reproducir (utilizar) la genética del animal. Indulto significa literalmente el «perdón de una pena», pero ¿qué culpa o responsabilidad carga el toro para necesitar un perdón? (6) La «especie» toro de lidia no se puede extinguir dado que no es una especie, sino una raza que comparte los genes con la vaca lechera y se podrían seguir reproduciendo sin problema alguno.

Los que piensan que el debate sobre este tema es nuevo, se equivocan, basta señalar que en el s.XVI los defensores de animales, consiguieron que el Papa Pío V, promulgara en 1567 una bula que amenazaba con excomunión a los príncipes que autorizaran corridas en sus territorios, sin embargo otro Papa abolió tal prohibición. En México, el presidente Benito Juárez prohibió las corridas en la Ciudad. Nada nuevo bajo el sol…

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