/ sábado 20 de julio de 2019

Teatrikando


Una vida en el teatro

Con dirección de Salvador Garcini y una actuación con calidad, ritmo y emoción vimos Una vida en el teatro, que protagonizan Ignacio López Tarso y Juan Ignacio Aranda.

La obra que parece escrita para ellos, ya que los personajes son dos artistas de la escena que hablan constantemente: de la obra que presentarán o de otra que ensayarán para darle vida otro día, son parte de una Compañía de Repertorio en que darán lo mismo una función de El Rey Lear, que de El vestidor, Hamlet, La tempestad o La vida es sueño. Tan grande es la variedad de los autores que abordan, que son imperdonables para un espectador no conocer.

La obra es de David Mamet, parece escrita para que se disfruten mutuamente padre e hijo, así como nosotros lo hicimos un viernes por la noche. La habilidad del escenógrafo hace que no se pierda tiempo entre escena y escena, logran un ritmo exacto, matemáticamente preciso para dar vida a un texto en que cada palabra y cada línea tiene un valor independiente, lo mismo que en el contexto general de las escenas se va tejiendo un concepto. El actor de mayor edad siente la necesidad de aconsejar y dar guía a la vida profesional del más joven, lo que por momentos parece va a desencadenar una guerra de egos (tan frecuente en este medio), pero no llega a darse un enfrentamiento, como cuando al principio hay una búsqueda por ideas o si una determinada escena la sintió “bajísima” en tanto el otro la percibió magistral.

No le debo contar más, para que vaya y disfrute de este encuentro entre dos grandes de la escena mexicana, más allá de lo que yo le pudiera contar. No hay cómo verlos y deleitarse personalmente. Está en el teatro San Jerónimo, los viernes y sábados.

VINCENT, GIRASOLES CONTRA EL MUNDO

Mario Iván Martínez logró un montaje redondo que nos gustó de pe a pa. Es interesante el estudio biográfico que hizo de Vincent, de su hermano Theo y de su cuñada. Menos analítico es con Paul Gauguin, pero no era de él la historia. Bellas las palabras de un padrino: Héctor Bonilla, quien antes de ver esta obra pensaba que Paul había sido pareja de Vincent Van Gogh, en la obra vimos que no fue así. Es disfrutable el conjunto de ideas que expresó López Tarso al apadrinar también la obra, pues además de alabar el texto y caracterización del interior del pintor, recordó otros montajes tan detallados como El diario de un loco, además expresó un rotundo “Te admiro y te envidio”

Fue una noche llena de glamour, con la presencia del olimpo artístico para acompañar en la noche de gala que recibió a Vincent, girasoles contra el mundo que se representará en el Teatro Helénico todos los lunes a precios muy razonables.

Hoy hemos hablado de dos platillos teatrales de primer nivel que no tienen competencia en calidad y valores estéticos que transmiten.




Una vida en el teatro

Con dirección de Salvador Garcini y una actuación con calidad, ritmo y emoción vimos Una vida en el teatro, que protagonizan Ignacio López Tarso y Juan Ignacio Aranda.

La obra que parece escrita para ellos, ya que los personajes son dos artistas de la escena que hablan constantemente: de la obra que presentarán o de otra que ensayarán para darle vida otro día, son parte de una Compañía de Repertorio en que darán lo mismo una función de El Rey Lear, que de El vestidor, Hamlet, La tempestad o La vida es sueño. Tan grande es la variedad de los autores que abordan, que son imperdonables para un espectador no conocer.

La obra es de David Mamet, parece escrita para que se disfruten mutuamente padre e hijo, así como nosotros lo hicimos un viernes por la noche. La habilidad del escenógrafo hace que no se pierda tiempo entre escena y escena, logran un ritmo exacto, matemáticamente preciso para dar vida a un texto en que cada palabra y cada línea tiene un valor independiente, lo mismo que en el contexto general de las escenas se va tejiendo un concepto. El actor de mayor edad siente la necesidad de aconsejar y dar guía a la vida profesional del más joven, lo que por momentos parece va a desencadenar una guerra de egos (tan frecuente en este medio), pero no llega a darse un enfrentamiento, como cuando al principio hay una búsqueda por ideas o si una determinada escena la sintió “bajísima” en tanto el otro la percibió magistral.

No le debo contar más, para que vaya y disfrute de este encuentro entre dos grandes de la escena mexicana, más allá de lo que yo le pudiera contar. No hay cómo verlos y deleitarse personalmente. Está en el teatro San Jerónimo, los viernes y sábados.

VINCENT, GIRASOLES CONTRA EL MUNDO

Mario Iván Martínez logró un montaje redondo que nos gustó de pe a pa. Es interesante el estudio biográfico que hizo de Vincent, de su hermano Theo y de su cuñada. Menos analítico es con Paul Gauguin, pero no era de él la historia. Bellas las palabras de un padrino: Héctor Bonilla, quien antes de ver esta obra pensaba que Paul había sido pareja de Vincent Van Gogh, en la obra vimos que no fue así. Es disfrutable el conjunto de ideas que expresó López Tarso al apadrinar también la obra, pues además de alabar el texto y caracterización del interior del pintor, recordó otros montajes tan detallados como El diario de un loco, además expresó un rotundo “Te admiro y te envidio”

Fue una noche llena de glamour, con la presencia del olimpo artístico para acompañar en la noche de gala que recibió a Vincent, girasoles contra el mundo que se representará en el Teatro Helénico todos los lunes a precios muy razonables.

Hoy hemos hablado de dos platillos teatrales de primer nivel que no tienen competencia en calidad y valores estéticos que transmiten.