/ martes 23 de noviembre de 2021

Teatrikando | Aladdín, bien producida, mejor actuada

Benjamín Bernal

Una noche con frío invernal, aunque falta un mes para la fiesta del arbolito y dar regalos, nos trasladamos hasta el nuevo Polanco para asistir al estreno de Disney, Aladdín, que prometía ser interesante a secas.

Resultó mejor de los esperado, nos maravilló el uso de las escenografías, bellas, lujosas, con toques dorados por doquier. La música es suntuosa, solemne o alegre, contrastando por etapas. El vestuario es lujoso, con detalles que luego les comentaremos. Las coreografías han sido milimétricamente medidas, dirigidas y han logrado el efecto que deben tener los grandes musicales.

De las actuaciones se tiene que decir que están al punto, hacen que luzca muy individual cada personaje contribuyendo a la muy conocida trama, en la que había que invertir en creatividad adicional para mandar impresionado al niño y los papás. Porque, aunque usted no lo crea, es un musical infantil al que han agregado detalles que hacen reír a chicos y grandes. Impresionar al espectador con una trama sencilla y del dominio de cada uno de los asistentes era un verdadero reto.

Los maravillosos trucos de magia, el color de escenografía que cambia en instantes, las modificaciones sorprendentes de vestuario a la vista de todos, las apariciones y desapariciones de los personajes son trucos que en cine son frecuentes y hasta sencillos; en teatro hace 20 años vimos a un grupo canadiense resolverlo con un holograma, lo volvimos a ver en Ghost hace unos meses. Ahora se enseñorea en este trabajo redondo que nos da un Aladdín con elementos bien hechos, además de divertidos. Se puede decir: es Disney y yo contestaría: en México.

Se escucha con toda nitidez la música, los textos, lo que es un reto en un foro grande. Controlar las diferentes voces y tonos melódicos es difícil al máximo. Y haberlo logrado es un plus para la producción. Salvador Petrola, Juan Pablo Escutia, Manuel Corta, Gustavo Robles, Rodrigo Negrini completan el elenco de los que llevan más texto.

El elenco. Rodney Ingram, es un jalisquillo que estudió e inició su carrera en Broadwday y otros escenarios, el fue el titular de Aladdín y El Fantasma de la ópera en esos teatros; Jaumpi, Juan Pablo Martínez Fernández es el Genio; Irma Flores, es Jasmin la bella y buena intérprete: ellos son las tres grandes figura de Aladdín, Los tres se llevan la palma cuando usted los vea lo comprobará. Arropados, cobijados bajo el manto de Walt Disney que les da música, coreografías, el vestuario y los efectos mágicos que se dan desde el primer momento: una nube sirve para que se proyecte al genio, aparezcan o se borren los personajes míticos y lo principal de la noche: el vuelo sobre la alfombra mágica.

Unas señoras llevaban niños atrás de nosotros y preocupadas por la hora se salieron en el primer acto, los niños preocupados decían: “yo quiero ver el tapete que vuela” y no les hicieron el menor caso las mamás preocupadas por la hora y el lugar que no es fácil para muchos. La alfombra mágica todos la queríamos ver. Y cumplió, aunque el truco ya lo habíamos visto en México, volvió a gustar.

Se trata de una obra mágica, inspiradora, los boletos van de 890 a 3,500, no es excesivo si tenemos en cuenta que en ese teatro se ha llegado a un mayor precio. Toque su cartera y diga con valentía: voy.



Benjamín Bernal

Una noche con frío invernal, aunque falta un mes para la fiesta del arbolito y dar regalos, nos trasladamos hasta el nuevo Polanco para asistir al estreno de Disney, Aladdín, que prometía ser interesante a secas.

Resultó mejor de los esperado, nos maravilló el uso de las escenografías, bellas, lujosas, con toques dorados por doquier. La música es suntuosa, solemne o alegre, contrastando por etapas. El vestuario es lujoso, con detalles que luego les comentaremos. Las coreografías han sido milimétricamente medidas, dirigidas y han logrado el efecto que deben tener los grandes musicales.

De las actuaciones se tiene que decir que están al punto, hacen que luzca muy individual cada personaje contribuyendo a la muy conocida trama, en la que había que invertir en creatividad adicional para mandar impresionado al niño y los papás. Porque, aunque usted no lo crea, es un musical infantil al que han agregado detalles que hacen reír a chicos y grandes. Impresionar al espectador con una trama sencilla y del dominio de cada uno de los asistentes era un verdadero reto.

Los maravillosos trucos de magia, el color de escenografía que cambia en instantes, las modificaciones sorprendentes de vestuario a la vista de todos, las apariciones y desapariciones de los personajes son trucos que en cine son frecuentes y hasta sencillos; en teatro hace 20 años vimos a un grupo canadiense resolverlo con un holograma, lo volvimos a ver en Ghost hace unos meses. Ahora se enseñorea en este trabajo redondo que nos da un Aladdín con elementos bien hechos, además de divertidos. Se puede decir: es Disney y yo contestaría: en México.

Se escucha con toda nitidez la música, los textos, lo que es un reto en un foro grande. Controlar las diferentes voces y tonos melódicos es difícil al máximo. Y haberlo logrado es un plus para la producción. Salvador Petrola, Juan Pablo Escutia, Manuel Corta, Gustavo Robles, Rodrigo Negrini completan el elenco de los que llevan más texto.

El elenco. Rodney Ingram, es un jalisquillo que estudió e inició su carrera en Broadwday y otros escenarios, el fue el titular de Aladdín y El Fantasma de la ópera en esos teatros; Jaumpi, Juan Pablo Martínez Fernández es el Genio; Irma Flores, es Jasmin la bella y buena intérprete: ellos son las tres grandes figura de Aladdín, Los tres se llevan la palma cuando usted los vea lo comprobará. Arropados, cobijados bajo el manto de Walt Disney que les da música, coreografías, el vestuario y los efectos mágicos que se dan desde el primer momento: una nube sirve para que se proyecte al genio, aparezcan o se borren los personajes míticos y lo principal de la noche: el vuelo sobre la alfombra mágica.

Unas señoras llevaban niños atrás de nosotros y preocupadas por la hora se salieron en el primer acto, los niños preocupados decían: “yo quiero ver el tapete que vuela” y no les hicieron el menor caso las mamás preocupadas por la hora y el lugar que no es fácil para muchos. La alfombra mágica todos la queríamos ver. Y cumplió, aunque el truco ya lo habíamos visto en México, volvió a gustar.

Se trata de una obra mágica, inspiradora, los boletos van de 890 a 3,500, no es excesivo si tenemos en cuenta que en ese teatro se ha llegado a un mayor precio. Toque su cartera y diga con valentía: voy.