@daguilargallego X
En las últimas décadas, el crimen organizado y las pandillas han experimentado una transformación radical en sus métodos y operaciones, gracias a la rápida evolución de la tecnología. Lo que antes se basaba en tácticas tradicionales y contacto físico ha dado paso a una sofisticación tecnológica que ha reconfigurado el panorama de la delincuencia en nuestros tiempos. Esta evolución tecnológica no solo ha permitido a estos grupos llevar a cabo sus actividades con mayor eficiencia, sino que también ha complicado enormemente la labor de las autoridades para combatirlos.
A medida que la tecnología ha avanzado, también lo ha hecho el nivel de sofisticación de las actividades criminales. En las décadas de 1980 y 1990, dependían principalmente de métodos físicos para sus operaciones: desde la fabricación de armas hasta el transporte de drogas. La comunicación entre miembros se realizaba a través de mensajes escritos o por teléfono, un método que, aunque operativo, no era a prueba de fallos.
Con la llegada de la era digital, estos grupos empezaron a incorporar nuevas herramientas en su arsenal. Las criptomonedas, por ejemplo, han revolucionado la forma en que el crimen organizado maneja el dinero. A diferencia de los métodos tradicionales de lavado de dinero, que implicaban operaciones físicas complejas, las criptomonedas ofrecen una forma más rápida y discreta de mover grandes sumas de dinero a través de las fronteras. El uso de Bitcoin y otras criptomonedas ha permitido a los grupos criminales realizar transacciones globales sin necesidad de intermediarios financieros tradicionales, lo que complica la tarea de rastrear y bloquear estos movimientos.
En México, por ejemplo, se utilizan drones para el contrabando de drogas a través de las fronteras y así transportar pequeñas cantidades de sustancias ilícitas sin ser detectados fácilmente. Además, han recurrido a aplicaciones de mensajería cifrada, como Signal o Telegram, para coordinar sus operaciones así como el uso de impresoras 3D para producir armas de fuego sin necesidad de proveedores tradicionales
Hoy, las autoridades se enfrentan a un reto donde deben desarrollar capacidades tecnológicas para rastrear transacciones de criptomonedas, interceptar comunicaciones cifradas y analizar datos provenientes de la dark web.
Desde nuestra posición podemos ayudar a que esta huella no se vuelva más grande e invisible; denunciar fraudes y extorsiones, no dar click en ningún vínculo o liga que nos llegue desconocida en nuestro WhatsApp o por SMS y, por último, utilizar las plataformas validadas para hacer compras en línea y verificar que sean las empresas reales, son algunas de las muchas cosas que podemos hacer para evitar que los grupos criminales entren en nuestras vidas digitales.