/ jueves 5 de julio de 2018

Tecnología y desarrollo

Muchos vinculan al desarrollo de un país con su potencial económico, principalmente, y aunque el dinero de alguna forma tiene que ver, éste es más una consecuencia, que una ruta que conduzca hacia el crecimiento.

Si algo en realidad se encuentra vinculado con el desarrollo de un país, eso es la tecnología, su capacidad de facilitar procesos mediante la asistencia que ésta brinda. Eso es algo que lejos de lo que muchos pudieran pensar, no data del siglo XX o incluso de la Revolución Industrial en el siglo XIX, es un hecho que acompaña a la humanidad incluso desde tiempos prehistóricos, cuando poblaciones de Mesopotamia comenzaron a establecerse, dejando de ser nómadas, gracias a las primeras formas de tecnología que lograron tener para hacer producir al campo y para facilitar procesos de cacería.

Recordemos que el ser humano comenzó a generar las expresiones más incipientes de tecnología, en la medida que fue capaz de generar herramientas que le permitían hacer más habitables sus hogares y lograr una cacería más eficaz, con la que pudieran dar de comer a sus familias, en principio, y después acumular alimentos suficientes como para intercambiar por otros satisfactores con otras comunidades o grupos, algo que les permitía ir sacando ventaja de la tecnología que generaban.

Con el paso del tiempo y gracias a que los tiempos nómadas habían quedado atrás, comenzaron a gestarse las primeras grandes civilizaciones, como la sumeria, creadora de la escritura cuneiforme, con la que se puso fin a la prehistoria, generando los primeros relatos capaces de llegar a generaciones posteriores del devenir de esa porción de la humanidad y otras que le eran cercanas.

Quizá la civilización que comenzó a destacar con base en su capacidad de lograr avance tecnológico, fue la del Antiguo Egipto, misma que fue capaz no sólo de realizar construcciones monumentales, como las pirámides, la esfinge, el templo de Abu Simbel y muchos más, además pudieron tener métodos para la observación del espacio, con lo que lograron dar una distribución a sus pirámides acorde al desplazamiento de la Tierra y a lo que desde ésta se pudiera apreciar de las estrellas en el universo.

Avanzando el tiempo, ya en épocas posteriores a Jesucristo, vinieron conquistas como la de lo que hoy es conocido como el Continente Americano, principalmente a manos del Reino de España, entre los siglos XVI y XIX.

En esa época, los españoles lograron acumular grandes riquezas, las que provenían especialmente de los metales preciosos con que la naturaleza había dotado a los territorios que hoy son las naciones de América Latina, es decir, desde México y hasta la última punta austral de lo que conocemos actualmente como Sudamérica.

España en aquel entonces, logró grandes riquezas con el oro, plata y otros metales preciosos del nuevo continente, pero gracias a un dinero que obtenían de forma relativamente fácil, dejaron de crear nueva tecnología, preferían comprarla a otras naciones, algo que llevó a países como Inglaterra y Francia, entre otros, a venderles implementos para reforzar su conquista, lo que llevó a que las grandes riquezas de entonces terminaran en manos de quienes impulsaron el desarrollo tecnológico, terminando por dejar atrás a las naciones que lo compraban, por mucho capital que hubieran logrado acumular.

Es por ello que hoy más que nunca, cuando México se está volviendo una nación exportadora de productos manufacturados, fortalezca su desarrollo tecnológico, a fin de que fortalezcamos el propio crecimiento de nuestros capitales y nos consolidemos como una nación cada vez más avanzada, capaz de sostenerse como tal.


Senadora de la República

correo: yolandadelatorre@senado.gob.mx

FB: YolandaDeLaTorreV

Tw: @Yoladelatorre



Muchos vinculan al desarrollo de un país con su potencial económico, principalmente, y aunque el dinero de alguna forma tiene que ver, éste es más una consecuencia, que una ruta que conduzca hacia el crecimiento.

Si algo en realidad se encuentra vinculado con el desarrollo de un país, eso es la tecnología, su capacidad de facilitar procesos mediante la asistencia que ésta brinda. Eso es algo que lejos de lo que muchos pudieran pensar, no data del siglo XX o incluso de la Revolución Industrial en el siglo XIX, es un hecho que acompaña a la humanidad incluso desde tiempos prehistóricos, cuando poblaciones de Mesopotamia comenzaron a establecerse, dejando de ser nómadas, gracias a las primeras formas de tecnología que lograron tener para hacer producir al campo y para facilitar procesos de cacería.

Recordemos que el ser humano comenzó a generar las expresiones más incipientes de tecnología, en la medida que fue capaz de generar herramientas que le permitían hacer más habitables sus hogares y lograr una cacería más eficaz, con la que pudieran dar de comer a sus familias, en principio, y después acumular alimentos suficientes como para intercambiar por otros satisfactores con otras comunidades o grupos, algo que les permitía ir sacando ventaja de la tecnología que generaban.

Con el paso del tiempo y gracias a que los tiempos nómadas habían quedado atrás, comenzaron a gestarse las primeras grandes civilizaciones, como la sumeria, creadora de la escritura cuneiforme, con la que se puso fin a la prehistoria, generando los primeros relatos capaces de llegar a generaciones posteriores del devenir de esa porción de la humanidad y otras que le eran cercanas.

Quizá la civilización que comenzó a destacar con base en su capacidad de lograr avance tecnológico, fue la del Antiguo Egipto, misma que fue capaz no sólo de realizar construcciones monumentales, como las pirámides, la esfinge, el templo de Abu Simbel y muchos más, además pudieron tener métodos para la observación del espacio, con lo que lograron dar una distribución a sus pirámides acorde al desplazamiento de la Tierra y a lo que desde ésta se pudiera apreciar de las estrellas en el universo.

Avanzando el tiempo, ya en épocas posteriores a Jesucristo, vinieron conquistas como la de lo que hoy es conocido como el Continente Americano, principalmente a manos del Reino de España, entre los siglos XVI y XIX.

En esa época, los españoles lograron acumular grandes riquezas, las que provenían especialmente de los metales preciosos con que la naturaleza había dotado a los territorios que hoy son las naciones de América Latina, es decir, desde México y hasta la última punta austral de lo que conocemos actualmente como Sudamérica.

España en aquel entonces, logró grandes riquezas con el oro, plata y otros metales preciosos del nuevo continente, pero gracias a un dinero que obtenían de forma relativamente fácil, dejaron de crear nueva tecnología, preferían comprarla a otras naciones, algo que llevó a países como Inglaterra y Francia, entre otros, a venderles implementos para reforzar su conquista, lo que llevó a que las grandes riquezas de entonces terminaran en manos de quienes impulsaron el desarrollo tecnológico, terminando por dejar atrás a las naciones que lo compraban, por mucho capital que hubieran logrado acumular.

Es por ello que hoy más que nunca, cuando México se está volviendo una nación exportadora de productos manufacturados, fortalezca su desarrollo tecnológico, a fin de que fortalezcamos el propio crecimiento de nuestros capitales y nos consolidemos como una nación cada vez más avanzada, capaz de sostenerse como tal.


Senadora de la República

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