/ domingo 10 de julio de 2022

Telarañas Digitales | Para leer se necesitan páginas, pero no hojas 

El mundo digital es el punto de encuentro universal del conocimiento. Hace tiempo para leer necesitábamos hojas, es decir, materiales físicos, papel y visitas a las bibliotecas. Los libros como artefacto siempre han sido costosos, salvo por algunas valiosas excepciones editoriales que buscaban democratizar el conocimiento imprimiendo textos universales a precios accesibles. Sin embargo, muchos ejemplares son únicos, han dejado de editarse o pertenecen a la memoria histórica de la humanidad, por lo que sólo podían ser consultados bajo circunstancias muy específicas.

Hoy la industria del libro se ha trasladado a la web, el e-book va ganando terreno, aunque de ninguna manera ha reemplazado al libro físico, sí constituye una alternativa interesante para acceder de manera sencilla a las obras, sin gastos de envío ni espera de entrega. Esto plantea ventajas y desventajas, plataformas como Amazon, que promueven la autopublicación, permiten que prácticamente cualquiera pueda publicar sin el respaldo de una casa editorial, lo que, si bien favorece a los autores, también tiene consecuencias en la calidad. Como mínimo, la autopublicación debería considerar la corrección de estilo, la edición e incluso la formación de las obras.

Con todo, gracias al e-book contamos hoy día con una nueva manera de leer. Muchos e-books no han evolucionado y mantienen el formato del libro impreso, sobre todo aquellos que contienen imágenes y se distribuyen en formato .pdf, aunque los esfuerzos por generar la nueva experiencia lectora ya están echando manos de hipervínculos, contenido multimedia o realidad aumentada transformando la lectura tradicional lineal. Los libros digitales, sin importar su formato, plantean numerosas ventajas, aunque han sido recibidos con recelo—admito que yo he sido uno de sus críticos—por los amantes del libro-artefacto, que conciben la experiencia lectora de forma hasta nostálgica.

Pero la realidad es que los formatos digitales tienen una ventaja innegable sobre cualquier otro formato: su facilidad de acceso, gratuito o muy barato, y que llegan a cualquier parte del mundo donde exista una conexión a internet. Esto es significativo y debe tenerse en cuenta: históricamente, las zonas más marginadas han tenido un menor acceso a las obras y bibliotecas que las metrópolis, por no decir que para muchos es casi imposible invertir en libros ante las condiciones económicas que se viven. Tener un dispositivo con acceso a internet también es un privilegio, pero muchas comunidades han encontrado la manera de compartirlos y utilizarlos de manera colectiva en beneficio del grupo.

Es bueno saber que la red cuenta con bibliotecas virtuales y descargas gratuitas legales, otras más prestan los libros o permiten consultarlos en línea. Algunas de las más populares son la Biblioteca Mundial Digital, Internet Archive, Proyeto Gutenberg, Ebiblioteca, Bubok o la Biblioteca del Congreso. Amazon ofrece Kindle, donde se pueden adquirir obras específicas o a cabio de una suscripción permite acceder a numerosos textos de manera ilimitada. Los dispositivos de lectura más recomendados son sin duda los e-readers, pues están diseñados para el acto lector, no dañan la vista y pueden almacenar gran cantidad de volúmenes, aunque cualquier otro dispositivo es suficiente.

De lo que se trata es de que empleemos las transformaciones a nuestro favor y rescatemos el acto de la lectura como productor del conocimiento y promotor del pensamiento. La lectura nunca pasará de moda, sin importar si los libros tienen hojas o se descargan en páginas, leer tiene ventajas innegables y al convertirse en un hábito proporciona un nivel de disfrute que ningún contenido multimedia puede reemplazar.

El mundo digital es el punto de encuentro universal del conocimiento. Hace tiempo para leer necesitábamos hojas, es decir, materiales físicos, papel y visitas a las bibliotecas. Los libros como artefacto siempre han sido costosos, salvo por algunas valiosas excepciones editoriales que buscaban democratizar el conocimiento imprimiendo textos universales a precios accesibles. Sin embargo, muchos ejemplares son únicos, han dejado de editarse o pertenecen a la memoria histórica de la humanidad, por lo que sólo podían ser consultados bajo circunstancias muy específicas.

Hoy la industria del libro se ha trasladado a la web, el e-book va ganando terreno, aunque de ninguna manera ha reemplazado al libro físico, sí constituye una alternativa interesante para acceder de manera sencilla a las obras, sin gastos de envío ni espera de entrega. Esto plantea ventajas y desventajas, plataformas como Amazon, que promueven la autopublicación, permiten que prácticamente cualquiera pueda publicar sin el respaldo de una casa editorial, lo que, si bien favorece a los autores, también tiene consecuencias en la calidad. Como mínimo, la autopublicación debería considerar la corrección de estilo, la edición e incluso la formación de las obras.

Con todo, gracias al e-book contamos hoy día con una nueva manera de leer. Muchos e-books no han evolucionado y mantienen el formato del libro impreso, sobre todo aquellos que contienen imágenes y se distribuyen en formato .pdf, aunque los esfuerzos por generar la nueva experiencia lectora ya están echando manos de hipervínculos, contenido multimedia o realidad aumentada transformando la lectura tradicional lineal. Los libros digitales, sin importar su formato, plantean numerosas ventajas, aunque han sido recibidos con recelo—admito que yo he sido uno de sus críticos—por los amantes del libro-artefacto, que conciben la experiencia lectora de forma hasta nostálgica.

Pero la realidad es que los formatos digitales tienen una ventaja innegable sobre cualquier otro formato: su facilidad de acceso, gratuito o muy barato, y que llegan a cualquier parte del mundo donde exista una conexión a internet. Esto es significativo y debe tenerse en cuenta: históricamente, las zonas más marginadas han tenido un menor acceso a las obras y bibliotecas que las metrópolis, por no decir que para muchos es casi imposible invertir en libros ante las condiciones económicas que se viven. Tener un dispositivo con acceso a internet también es un privilegio, pero muchas comunidades han encontrado la manera de compartirlos y utilizarlos de manera colectiva en beneficio del grupo.

Es bueno saber que la red cuenta con bibliotecas virtuales y descargas gratuitas legales, otras más prestan los libros o permiten consultarlos en línea. Algunas de las más populares son la Biblioteca Mundial Digital, Internet Archive, Proyeto Gutenberg, Ebiblioteca, Bubok o la Biblioteca del Congreso. Amazon ofrece Kindle, donde se pueden adquirir obras específicas o a cabio de una suscripción permite acceder a numerosos textos de manera ilimitada. Los dispositivos de lectura más recomendados son sin duda los e-readers, pues están diseñados para el acto lector, no dañan la vista y pueden almacenar gran cantidad de volúmenes, aunque cualquier otro dispositivo es suficiente.

De lo que se trata es de que empleemos las transformaciones a nuestro favor y rescatemos el acto de la lectura como productor del conocimiento y promotor del pensamiento. La lectura nunca pasará de moda, sin importar si los libros tienen hojas o se descargan en páginas, leer tiene ventajas innegables y al convertirse en un hábito proporciona un nivel de disfrute que ningún contenido multimedia puede reemplazar.