/ domingo 12 de diciembre de 2021

Tenemos que cambiar el tono del diálogo sobre el aborto

Twitter: @cons_gentil


La Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos ha vuelto a poner en la mesa el debate sobre el acceso al aborto a nivel federal después de la reciente audiencia a raíz del caso del estado de Mississippi. Este estado, uno de los más conservadores en relación a este tema, desea modificar la ley local y restringir el acceso al aborto únicamente hasta las 15 semanas de gestación, a diferencia del precedente federal de 24 semanas en el caso Roe vs Wade.

Este caso llevó a la Suprema Corte a discutir las leyes que existen sobre el aborto a nivel federal en Estados Unidos, específiciamente el precedente del caso Roe vs. Wade, a través del cual la Suprema Corte decretó que la Constitución del país protege la libertad de una mujer embarazada para elegir abortar sin restricciones gubernamentales excesivas.

Actualmente la Suprema Corte de Estados Unidos, integrada por nueve jueces, está conformada por una mayoría conservadora de seis jueces, de los cuales tres -Neil Gorsuch, Brett Kavanaugh y Amy Coney Barrett- fueron indicados por Donald Trump durante su mandato. Después de las discusiones y argumentos presentados por los jueces en la audiencia, es altamente probable que el precedente de acceso al aborto que existe sea anulado, dejándolo a consideración de los gobiernos locales y arriesgando que aproximadamente 22 estados restrinjan parcial o completamente el acceso al aborto a causa de esta resolución. La decisión final no será anunciada hasta mediados de 2022.

Sobra decir que este suceso ha traído una intensa discusión con respecto a las posturas sobre el aborto en la opinión pública y ha mostrado, una vez más, la profunda división que existe entre varios grupos. El psicólogo social Matt Motyl menciona que, por lo general, las personas suelen volverse más extremistas en sus actitudes conforme más se comunican y/o intercambian opiniones con personas que piensan similar y a su vez evitan contacto con personas que piensan diferente. En pocas palabras, esto quiere decir que las personas se aferran más a sus puntos de vista cuando se acostumbran a convivir con personas que piensan similar (quizá un instinto del ser humano para sentirse aceptado), de manera que cuando se encuentran con puntos de vista distintos, es difícil dialogar de manera constructiva.

El fin último de las discusiones en torno a temas como el aborto -que impactan la política pública y la vida de miles de mujeres- es encontrar una conclusión constructiva. Sin embargo, el tono de la conversación en la opinión pública, que a su vez impacta a la política pública, está cada vez más polarizado porque los grupos que defienden ambas posturas se acostumbran a tener un diálogo mayormente endogámico. No existen suficientes espacios de diálogo constructivo, heterogéneo y educativo para que exista comprensión de todas las opciones y motivos. Este podría ser uno de los motivos por los que la discusión parece estar atrapada en una constante polémica en el nivel de la opinión pública.

Si no existen espacios distintos de diálogo al respecto, el acceso al aborto estará constantemente a merced de las inclinaciones políticas de la administración y autoridades a cargo en ese momento. El tener un aborto no es una manifestación política, es una difícil necesidad de la mujer que lo elige. Y el derecho al aborto legal y seguro, al ser una cuestión de salud pública y bienestar, no tiene por qué estar en manos de las inclinaciones políticas de los líderes en turno.

Twitter: @cons_gentil


La Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos ha vuelto a poner en la mesa el debate sobre el acceso al aborto a nivel federal después de la reciente audiencia a raíz del caso del estado de Mississippi. Este estado, uno de los más conservadores en relación a este tema, desea modificar la ley local y restringir el acceso al aborto únicamente hasta las 15 semanas de gestación, a diferencia del precedente federal de 24 semanas en el caso Roe vs Wade.

Este caso llevó a la Suprema Corte a discutir las leyes que existen sobre el aborto a nivel federal en Estados Unidos, específiciamente el precedente del caso Roe vs. Wade, a través del cual la Suprema Corte decretó que la Constitución del país protege la libertad de una mujer embarazada para elegir abortar sin restricciones gubernamentales excesivas.

Actualmente la Suprema Corte de Estados Unidos, integrada por nueve jueces, está conformada por una mayoría conservadora de seis jueces, de los cuales tres -Neil Gorsuch, Brett Kavanaugh y Amy Coney Barrett- fueron indicados por Donald Trump durante su mandato. Después de las discusiones y argumentos presentados por los jueces en la audiencia, es altamente probable que el precedente de acceso al aborto que existe sea anulado, dejándolo a consideración de los gobiernos locales y arriesgando que aproximadamente 22 estados restrinjan parcial o completamente el acceso al aborto a causa de esta resolución. La decisión final no será anunciada hasta mediados de 2022.

Sobra decir que este suceso ha traído una intensa discusión con respecto a las posturas sobre el aborto en la opinión pública y ha mostrado, una vez más, la profunda división que existe entre varios grupos. El psicólogo social Matt Motyl menciona que, por lo general, las personas suelen volverse más extremistas en sus actitudes conforme más se comunican y/o intercambian opiniones con personas que piensan similar y a su vez evitan contacto con personas que piensan diferente. En pocas palabras, esto quiere decir que las personas se aferran más a sus puntos de vista cuando se acostumbran a convivir con personas que piensan similar (quizá un instinto del ser humano para sentirse aceptado), de manera que cuando se encuentran con puntos de vista distintos, es difícil dialogar de manera constructiva.

El fin último de las discusiones en torno a temas como el aborto -que impactan la política pública y la vida de miles de mujeres- es encontrar una conclusión constructiva. Sin embargo, el tono de la conversación en la opinión pública, que a su vez impacta a la política pública, está cada vez más polarizado porque los grupos que defienden ambas posturas se acostumbran a tener un diálogo mayormente endogámico. No existen suficientes espacios de diálogo constructivo, heterogéneo y educativo para que exista comprensión de todas las opciones y motivos. Este podría ser uno de los motivos por los que la discusión parece estar atrapada en una constante polémica en el nivel de la opinión pública.

Si no existen espacios distintos de diálogo al respecto, el acceso al aborto estará constantemente a merced de las inclinaciones políticas de la administración y autoridades a cargo en ese momento. El tener un aborto no es una manifestación política, es una difícil necesidad de la mujer que lo elige. Y el derecho al aborto legal y seguro, al ser una cuestión de salud pública y bienestar, no tiene por qué estar en manos de las inclinaciones políticas de los líderes en turno.