/ sábado 6 de junio de 2020

Tiempo de tomar las calles y el debate

Hace uno días, personas que no están de acuerdo con las políticas públicas implementadas por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador salieron a las calles en un desplante de ostentación de un poder económico que evidenció, aún más, la polarización que vive nuestra gente. Ricos contra pobres. Los que defienden la ofensiva desigualdad social y económica, contra los que queremos acabar con la diferencia en la distribución de la riqueza en México.

El sonido de centenares de cláxones de lujosos automóviles que bloqueaban el tránsito de varias ciudades del país para hacer evidente que no quieren que siga este gobierno, no es en sí lo preocupante. Es lógico que, ante el cambio de rumbo del gobierno federal, algunos verían afectados sus intereses y querrían retroceder el rumbo de la historia, para regresar a un México protagonizado por ellos.

No nos sorprende que se organicen para defender un mundo indefendible. Nos sorprende que hayan tardado tanto y que lo hagan con ese nivel de torpeza.

Está en la naturaleza de la democracia la convivencia de diversas ideas y modos de ver el mundo. Nosotros mismos, y los que nos precedieron en multitud de reclamos por la tierra; por batallas obreras, estudiantiles, de maestros, de mujeres, por vivienda, por democracia, vivimos desde los años del más profundo control paternalista del PRI la lucha por llevar al poder los objetivos de luchas que plantean un mundo más justo con la mayoría de los mexicanos, las cuales convivieron en el mismo espacio, generalmente en conflicto, con el modo de ver el mundo de los que hoy se manifiestan y se asumen como “lo rebelde”. La existencia de modos diversos de entender la realidad no es preocupante, es la esencia de la política.

Unos pocos tomaron la calle, con la cara cubierta por los vidrios polarizados y con aire acondicionado, sin polvo, sin sol, sin sudor. Tomaron la calle de a uno, dos o tres por carro, creando un caos falso, hecho para la fotografía, para las redes sociales. Qué importa que lo que ellos piden, sea la reinstalación de un modo de vida cimentado en millones de mexicanos en la más ofensiva de las pobrezas, pues desde las redes gritan que la miseria fue la opción que éstos tomaron por pereza.

Lo preocupante es la sorpresa de una parte de la izquierda, que no sabe qué hacer ante el reclamo de quien pide la renuncia del presidente sin tener un plan de acción, sin propuesta, con gritos que esbozan reclamos que no entienden y que sólo repiten porque el reclamo es producto de una propaganda que tampoco han digerido bien, como la frase repetida en sus marchas en las que no quieren que “México sea Comunista”.

Lo preocupante es que, con muy poca gente, lograron su objetivo y se convirtieron en noticia nacional e internacional y fuimos poco efectivos para entrar en el debate.

Nosotros y nosotras hemos tomado muchas veces las calles, nuestros hijos han dormido con consignas contra la injusticia como canción de cuna mientras caminamos y luchamos, los ejemplos sobran.

Tenemos que salir nuevamente y ganar el debate y las calles pues tenemos la historia con nosotros. El movimiento que construimos muchos a través de los años y que encabeza Andrés Manuel López Obrador quiere acabar con las ofensivas diferencias que provocaron conductas inmorales y delictivas como la corrupción y los privilegios que sumieron en la pobreza a la mitad de la población.

Venimos de un largo camino para alcanzar la justicia, el cual se pierde en el tiempo y sabemos cómo caminar en medio de la adversidad. No nacimos con y para el poder, no podemos dejar que nos deslumbren los cargos. No podemos olvidar quienes somos para poder repetir los triunfos.

Sabemos quiénes somos y quiénes son los que nos cuestionan.

También sabemos que ellos no defienden un proyecto de nación, sino solamente su vida de privilegio ofensivo. Dónde estaban cuando murieron los estudiantes del 68 y el 71; dónde, cuando el Estado que ellos anhelan mató a 43 estudiantes indígenas de la sierra de Guerrero; dónde cuando los indígenas se levantaron en Chiapas; cuándo se manifestaron para defender el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo; que calles tomaron para exigir el alto a los feminicidios; cuándo se manifestaron para defender al campo o a los trabajadores; cuándo paralizaron la ciudad para defender su derecho a la educación.

Los ejemplos se extienden hasta el hartazgo y la respuesta es una. No estaban, pues sus intereses no fueron tocados jamás. Pero, aún con todo esto, ellos tienen el derecho de salir a pedir su derecho a continuar con un mundo que la mayoría trabajamos para que no vuelva.

Pero nosotros tenemos la obligación de volver a ganar la calle y el debate demostrando en los hechos que los trabajadores mueven a este país desde la cultura del esfuerzo y que la Cuarta Transformación representa la lucha de los mexicanos contra la desigualdad y la búsqueda de la felicidad de Todos.


Senador por el PT

@NarroJose

Hace uno días, personas que no están de acuerdo con las políticas públicas implementadas por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador salieron a las calles en un desplante de ostentación de un poder económico que evidenció, aún más, la polarización que vive nuestra gente. Ricos contra pobres. Los que defienden la ofensiva desigualdad social y económica, contra los que queremos acabar con la diferencia en la distribución de la riqueza en México.

El sonido de centenares de cláxones de lujosos automóviles que bloqueaban el tránsito de varias ciudades del país para hacer evidente que no quieren que siga este gobierno, no es en sí lo preocupante. Es lógico que, ante el cambio de rumbo del gobierno federal, algunos verían afectados sus intereses y querrían retroceder el rumbo de la historia, para regresar a un México protagonizado por ellos.

No nos sorprende que se organicen para defender un mundo indefendible. Nos sorprende que hayan tardado tanto y que lo hagan con ese nivel de torpeza.

Está en la naturaleza de la democracia la convivencia de diversas ideas y modos de ver el mundo. Nosotros mismos, y los que nos precedieron en multitud de reclamos por la tierra; por batallas obreras, estudiantiles, de maestros, de mujeres, por vivienda, por democracia, vivimos desde los años del más profundo control paternalista del PRI la lucha por llevar al poder los objetivos de luchas que plantean un mundo más justo con la mayoría de los mexicanos, las cuales convivieron en el mismo espacio, generalmente en conflicto, con el modo de ver el mundo de los que hoy se manifiestan y se asumen como “lo rebelde”. La existencia de modos diversos de entender la realidad no es preocupante, es la esencia de la política.

Unos pocos tomaron la calle, con la cara cubierta por los vidrios polarizados y con aire acondicionado, sin polvo, sin sol, sin sudor. Tomaron la calle de a uno, dos o tres por carro, creando un caos falso, hecho para la fotografía, para las redes sociales. Qué importa que lo que ellos piden, sea la reinstalación de un modo de vida cimentado en millones de mexicanos en la más ofensiva de las pobrezas, pues desde las redes gritan que la miseria fue la opción que éstos tomaron por pereza.

Lo preocupante es la sorpresa de una parte de la izquierda, que no sabe qué hacer ante el reclamo de quien pide la renuncia del presidente sin tener un plan de acción, sin propuesta, con gritos que esbozan reclamos que no entienden y que sólo repiten porque el reclamo es producto de una propaganda que tampoco han digerido bien, como la frase repetida en sus marchas en las que no quieren que “México sea Comunista”.

Lo preocupante es que, con muy poca gente, lograron su objetivo y se convirtieron en noticia nacional e internacional y fuimos poco efectivos para entrar en el debate.

Nosotros y nosotras hemos tomado muchas veces las calles, nuestros hijos han dormido con consignas contra la injusticia como canción de cuna mientras caminamos y luchamos, los ejemplos sobran.

Tenemos que salir nuevamente y ganar el debate y las calles pues tenemos la historia con nosotros. El movimiento que construimos muchos a través de los años y que encabeza Andrés Manuel López Obrador quiere acabar con las ofensivas diferencias que provocaron conductas inmorales y delictivas como la corrupción y los privilegios que sumieron en la pobreza a la mitad de la población.

Venimos de un largo camino para alcanzar la justicia, el cual se pierde en el tiempo y sabemos cómo caminar en medio de la adversidad. No nacimos con y para el poder, no podemos dejar que nos deslumbren los cargos. No podemos olvidar quienes somos para poder repetir los triunfos.

Sabemos quiénes somos y quiénes son los que nos cuestionan.

También sabemos que ellos no defienden un proyecto de nación, sino solamente su vida de privilegio ofensivo. Dónde estaban cuando murieron los estudiantes del 68 y el 71; dónde, cuando el Estado que ellos anhelan mató a 43 estudiantes indígenas de la sierra de Guerrero; dónde cuando los indígenas se levantaron en Chiapas; cuándo se manifestaron para defender el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo; que calles tomaron para exigir el alto a los feminicidios; cuándo se manifestaron para defender al campo o a los trabajadores; cuándo paralizaron la ciudad para defender su derecho a la educación.

Los ejemplos se extienden hasta el hartazgo y la respuesta es una. No estaban, pues sus intereses no fueron tocados jamás. Pero, aún con todo esto, ellos tienen el derecho de salir a pedir su derecho a continuar con un mundo que la mayoría trabajamos para que no vuelva.

Pero nosotros tenemos la obligación de volver a ganar la calle y el debate demostrando en los hechos que los trabajadores mueven a este país desde la cultura del esfuerzo y que la Cuarta Transformación representa la lucha de los mexicanos contra la desigualdad y la búsqueda de la felicidad de Todos.


Senador por el PT

@NarroJose