/ miércoles 9 de mayo de 2018

Tiempo extra

Después de la canasta de LeBron James de último segundo contra Toronto, los aficionados del basquetbol iniciaron una vez más (por 56,379 ocasión) los comparativos para conocer quién es el mejor basquetbolista de todos los tiempos.

Esa pregunta no tiene una respuesta correcta porque se tienen que tomar varios factores en cuenta, como época en la que se jugó, campeonatos, estadísticas individuales y colectivas, así como fama.

Lo que sí es casi universalmente aceptado es que Michael Jordan es el que mejor cubre todos esos parámetros convirtiéndolo para la mayoría en el mejor de la historia.

Con esto en mente pareciera que el gran obstáculo para aceptar la grandeza de LeBron no es el propio James sino Jordan y el fanatismo casi religioso de sus aficionados, pero créanme, lo siguiente les puede servir como terapia.

Respiren profundo y repitan conmigo: “LeBron James también es extraordinario”.

¿Ven? No fue tan difícil hacerlo. Ya tomaron el primer paso para aceptar la magnificencia de James que les aseguro no es un pecado mortal en ninguna fe, ni siquiera en la Jordaniana.

Pero sus fieles seguidores, ni tardos ni perezosos estarán esperando el momento para crucificarme por tan siquiera mencionar a estos dos jugadores en la misma oración, algo que más temprano que tarde debe cambiar por varios motivos.

Para los que ya brincaron y van a utilizar la estadística de los títulos...

Después de la canasta de LeBron James de último segundo contra Toronto, los aficionados del basquetbol iniciaron una vez más (por 56,379 ocasión) los comparativos para conocer quién es el mejor basquetbolista de todos los tiempos.

Esa pregunta no tiene una respuesta correcta porque se tienen que tomar varios factores en cuenta, como época en la que se jugó, campeonatos, estadísticas individuales y colectivas, así como fama.

Lo que sí es casi universalmente aceptado es que Michael Jordan es el que mejor cubre todos esos parámetros convirtiéndolo para la mayoría en el mejor de la historia.

Con esto en mente pareciera que el gran obstáculo para aceptar la grandeza de LeBron no es el propio James sino Jordan y el fanatismo casi religioso de sus aficionados, pero créanme, lo siguiente les puede servir como terapia.

Respiren profundo y repitan conmigo: “LeBron James también es extraordinario”.

¿Ven? No fue tan difícil hacerlo. Ya tomaron el primer paso para aceptar la magnificencia de James que les aseguro no es un pecado mortal en ninguna fe, ni siquiera en la Jordaniana.

Pero sus fieles seguidores, ni tardos ni perezosos estarán esperando el momento para crucificarme por tan siquiera mencionar a estos dos jugadores en la misma oración, algo que más temprano que tarde debe cambiar por varios motivos.

Para los que ya brincaron y van a utilizar la estadística de los títulos...